CAPÍTULO XXIV — EL ESTADO ESPIRITUAL DEL YOGI: LA “IDENTIDAD SUPREMA”
En lo que concierne al estado del Yogî, que, por el Conocimiento, está “liberado en la vida” ( jîvan-mukta ) y que ha realizado la “Identidad Suprema”, citaremos todavía a Shankarâchârya ( Âtmâ-Bodha. — Al reunir aquí diferentes pasajes de este tratado, no nos ceñiremos, en estos extractos, a seguir rigurosamente el orden del texto; por lo demás, en general, la consecución lógica de las ideas no puede ser exactamente la misma en un texto sánscrito y en una traducción a una lengua occidental, en razón de las diferencias que existen entre algunas “maneras de pensar” y sobre las cuales hemos insistido en otras ocasiones), y lo que dice de él, al mostrar las posibilidades más altas que puede alcanzar el ser, servirá al mismo tiempo de conclusión a este estudio.
“El Yogî, cuyo intelecto es perfecto, contempla todas las cosas como permaneciendo en sí mismo ( en su propio “Sí mismo”, sin ninguna distinción de lo exterior y de lo interior ), y así, por el ojo del Conocimiento ( Jnâna-chakshus, expresión que podría traducirse bastante exactamente por “intuición intelectual” ), percibe ( o más bien concibe, no racional o discursivamente, sino por una toma de consciencia directa y un “asentimiento” inmediato ) que todo es Âtmâ”.
“Él conoce que todas las cosas contingentes ( las formas y las demás modalidades de la manifestación ) no son otras que Âtmâ ( en su principio ), y que fuera de Âtmâ nada es, “puesto que las cosas difieren simplemente ( según una palabra del Vêda ) en designación, accidente y nombre, como los utensilios terrestres reciben diversos nombres, aunque sean solo diferentes formas de tierra” ( Ver Chhândogya Upanishad, 6 Prapâthaka, 1er Khanda, shrutis 4 a 6); y así percibe ( o concibe, en el mismo sentido que arriba ) que él mismo es todas las cosas ( ya que no hay ninguna cosa que sea un ser otro que él mismo o que su propio “Sí mismo” )” ( NA: Notamos a este propósito que Aristóteles, en el Peri psyches, declara expresamente que “el alma es todo lo que ella conoce”; se puede ver ahí la indicación de una aproximación bastante clara, a este respecto, entre la doctrina aristotélica y las doctrinas orientales, a pesar de las reservas que impone siempre la diferencia de los puntos de vista; pero esta afirmación, en Aristóteles y sus continuadores, parece haber permanecido puramente teórica. Es menester admitir pues que las consecuencias de esta idea de la identificación por el conocimiento, en lo que concierne a la realización metafísica, han permanecido completamente insospechadas por los occidentales, a excepción, como ya lo hemos dicho, de algunas escuelas propiamente iniciáticas, que no tienen ningún contacto con todo lo que lleva habitualmente el nombre de “filosofía”).
“Cuando los accidentes ( formales y demás, que comprenden tanto la manifestación sutil como la manifestación grosera ) son suprimidos ( puesto que no existen sino en modo ilusorio, de tal suerte que no son verdaderamente nada al respecto del Principio ), el Muni ( tomado aquí como sinónimo de Yogî ), entra, con todos los seres ( en tanto que ya no se distinguen de él mismo ), en la Esencia que penetra todo ( y que es Âtmâ )” ( NA: “Por encima de todo está el Principio, común a todo, conteniendo y penetrando todo, cuyo atributo propio es la Infinitud, el único por el cual puede designarse-Le, ya que no tiene nombre propio” ( Tchoang-tseu, XXV )).
“Él es sin cualidades ( distintas ) y sin acción ( NA: Cf el “no-actuar” ( wou-wei ) de la tradición extremo oriental); imperecedero ( akshara, no sujeto a la disolución, que no tiene presa sino sobre lo múltiple ), sin volición ( aplicada a un acto definido o a circunstancias determinadas ); lleno de Beatitud, inmutable, sin forma; eternamente libre y puro ( puesto que no puede ser constreñido ni alcanzado o afectado de ninguna manera por otro que sí mismo, dado que ese otro no existe, o al menos no tiene más que una existencia ilusoria, mientras que él mismo está en la realidad absoluta )”.
“Él es como el Éter ( Âkâsha ), que está extendido por todas partes ( sin diferenciación ), y que penetra simultáneamente el exterior y el interior de las cosas ( La ubicuidad se toma aquí como símbolo de la omnipresencia, en el sentido en el que ya hemos empleado esta palabra más atrás); es incorruptible, imperecedero; es el mismo en todas las cosas ( puesto que ninguna modificación afecta a su identidad ), puro, impasible, inalterable ( en su inmutabilidad esencial )”.
“Él es ( según los términos mismos del Vêda ) “El Supremo Brahma, que es eterno, puro, libre, solo ( en Su perfección absoluta ), incesantemente lleno de Beatitud, sin dualidad, Principio ( incondicionado ) de toda existencia, conocedor ( sin que este Conocimiento implique ninguna distinción de sujeto y de objeto, lo que sería contrario a la “no dualidad” ) y sin fin””.
“Él es Brahma, después de la posesión del cual ya no hay nada que poseer; después del gozo de la Beatitud del cual ya no hay felicidad que pueda ser deseada; y después de la obtención del Conocimiento del cual ya no hay conocimiento que pueda ser obtenido”.
“Él es Brahma, que habiendo sido visto ( por el ojo del Conocimiento ), ningún objeto es contemplado; con el que habiéndose identificado, ninguna modificación ( tal como el nacimiento o la muerte ) es sentida; que habiendo sido percibido ( pero, no obstante, no como un objeto perceptible por una facultad cualquiera ), ya no hay nada más que percibir ( puesto que todo conocimiento distintivo está desde entonces rebasado y como aniquilado )”.
“Él es Brahma, que está extendido por todas partes, en todo ( puesto que nada hay fuera de Él y puesto que todo está contenido necesariamente en Su Infinitud ) ( NA: Recordamos todavía aquí este texto taoísta que ya hemos citado más largamente: “No preguntéis si el Principio está en esto o en eso; está en todos los seres…” ( Tchoang-tseu, cap XXII; traducción del P Wieger, p 345 )): en el espacio intermediario, en lo que está por encima y en lo que está por debajo ( es decir, en el conjunto de los tres mundos ); el verdadero, pleno de Beatitud, sin dualidad, indivisible y eterno”.
“Él es Brahma, afirmado en el Vêdanta como absolutamente distinto de lo que Él penetra ( y que, por el contrario, no es distinto de Él, o al menos no se distingue de Él sino en modo ilusorio ) ( Recordamos que esta irreciprocidad en la relación de Brahma y del Mundo implica expresamente la condena del “panteísmo”, así como del “inmanentismo” bajo todas sus formas), incesantemente lleno de Beatitud y sin dualidad”.
“Él es Brahma, “por quien ( según el Vêda ) son producidos la vida ( jîva ), en el sentido interno ( manas ), las facultades de sensación y de acción ( jnânêndriyas y karmêndriyas ), y los elementos ( tanmâtras y bhûtas ) que componen el mundo manifestado ( tanto en el orden sutil como en el orden grosero )””.
“Él es Brahma, en quien todas las cosas están unidas ( más allá de toda distinción, incluso principial ), de quien todos los actos dependen ( y que es Él mismo sin acción ); por eso es por lo que Él está extendido en todo ( sin división, dispersión o diferenciación de ninguna especie )”.
“Él es Brahma, que sin magnitud o dimensiones ( incondicionado ), inextenso ( puesto que es indivisible y sin partes ), sin origen ( puesto que es eterno ), incorruptible, sin figura, sin cualidades ( determinadas ) sin asignación o carácter cualquiera”.
“Él es Brahma, por el que todas las cosas son iluminadas ( puesto que participan en Su esencia según sus grados de realidad ), cuya Luz hace brillar el sol y todos los cuerpos luminosos, pero que no es hecho manifiesto por su luz” ( NA: Él es “Eso por lo que todo es manifestado, pero que Ello mismo no es manifestado por nada”, según un texto que ya hemos citado precedentemente ( Kena Upanishad, 1er Khanda, shrutis 5 a 9 )).
“Él penetra su propia esencia eterna ( que no es diferente del Supremo Brahma ), y ( simultáneamente ) contempla el Mundo entero ( manifestado y no manifestado ) como siendo ( también ) Brahma, del mismo modo que el fuego penetra íntimamente una bola de hierro incandescente, y ( al mismo tiempo ) se muestra también exteriormente ( manifestándose a los sentidos por su calor y su luminosidad )”.
“Brahma no se parece al Mundo ( Aquí se reitera la exclusión de toda concepción panteísta; en presencia de afirmaciones tan claras, apenas se pueden explicar algunos errores de interpretación que tienen curso en occidente), y fuera de Brahma no hay nada ( ya que, si hubiera algo fuera de Él, Él no podría ser Infinito ); todo lo que parece existir fuera de Él no puede existir ( de esta manera ) sino en modo ilusorio, como la apariencia del agua ( el espejismo ) en el desierto ( marû ) ( Esta palabra marû, que deriva de la raíz mri, “morir”, designa toda región estéril, enteramente desprovista de agua, y más especialmente un desierto de arena, cuyo aspecto uniforme puede tomarse como soporte de la meditación, para evocar la idea de la indiferenciación principial) ”.
“De todo lo que se ve, de todo lo que se oye ( y de todo lo que se percibe o se concibe por una facultad cualquiera ), nada existe ( verdaderamente ) fuera de Brahma; y, por el Conocimiento ( principial y supremo ), Brahma es contemplado como el único verdadero, pleno de Beatitud, sin dualidad”.
“El ojo del Conocimiento contempla el verdadero Brahma, pleno de Beatitud, penetrando todo; pero el ojo de la ignorancia no Le descubre, no Le percibe, como un hombre ciego no ve la luz sensible”.
“Cuando el “Sí mismo” es alumbrado por la meditación ( que es un conocimiento teórico, y por consiguiente todavía indirecto, que le hace aparecer como si recibiera la Luz de una fuente diferente de sí mismo, lo que es todavía una distinción ilusoria ), y cuando arde después por el fuego del Conocimiento ( al realizar su identidad esencial con la Luz Suprema ), se libera de todos los accidentes ( o modificaciones contingentes ), y brilla en su propio esplendor, como el oro que se purifica en el fuego” ( Se ha visto más atrás que el oro se considera como de naturaleza luminosa).
“Cuando el Sol del conocimiento espiritual se levanta en el cielo del corazón ( es decir, en el centro del ser, que se designa como Brahma-pura ), disipa las tinieblas ( de la ignorancia, que velan la única realidad absoluta ), penetra todo, envuelve todo, e ilumina todo”.
“El que ha hecho el peregrinaje de su propio “Sí mismo”, un peregrinaje en el que no hay nada que concierna a la situación, al lugar o al tiempo ( ni a ninguna circunstancia o condición particular ) ( NA: “Toda distinción de lugar o de tiempo es ilusoria; la concepción de todos los posibles ( comprendidos sintéticamente en la Posibilidad Universal, absoluta y total ) se hace sin movimiento y fuera del tiempo” ( Lie-tseu, cap III; traducción del P Wieger, p 107 )), que está por todas partes ( NA: De la misma manera, en las tradiciones esotéricas occidentales, se dice que los verdaderos Rosa Cruz se reúnen “en el Templo del Espíritu Santo, que está por todas partes”. — Entiéndase bien que los Rosa Cruz de que se trata no tienen nada de común con las múltiples organizaciones modernas que han tomado el mismo nombre; se dice que, poco después de la guerra de los Treinta Años, los Rosa Cruz abandonaron Europa y se retiraron a Asia, lo que, por lo demás, puede interpretarse simbólicamente más bien que literalmente) ( y siempre, en la inmutabilidad del “eterno presente” ), en el que no se sienten ni el calor ni el frío ( ni ninguna otra impresión sensible o incluso mental ), que procura una felicidad permanente y una liberación definitiva de toda perturbación ( o de toda modificación ); ése es sin acción, conoce todas las cosas ( en Brahma ), y obtiene la Eterna Beatitud”.