Sobre el Taoísmo
El Loto azul (número de agosto-septiembre) publica, con el título: Revelaciones sobre el Budismo japonés, una conferencia de M Steinilber-Oberlin sobre los métodos de desarrollo espiritual en uso en la secta Zen (nombre derivado del sánscrito dhyâna, «contemplación», y no dziena, que queremos creer una simple falta de impresión); estos métodos no parecen por lo demás en punto alguno «extraordinarios» a quien conoce los del taoísmo, de los cuales han sufrido muy visiblemente la influencia en una amplia medida. Sea como fuere, eso es seguramente interesante; pero, ¿por qué este grueso calificativo de «revelaciones» que haría creer de buena gana en una traición de algún secreto? (VI, 1932)
El Larousse mensual (número de marzo) contiene un artículo sobre La Religión y el Pensamiento chinos; este título es bien característico de las ordinarias confusiones occidentales. Este artículo parece inspirado en una buena parte de los trabajos de M Granet, pero no en lo que tienen de mejor, ya que, en una semejante «abreviatura», la documentación está forzosamente bien reducida, y quedan sobre todo las interpretaciones contestables. Es más bien divertido ver tratar de «creencias» los conocimientos Tradicionales de la más científica precisión, o también afirmar que la «sabiduría china permanece extraña a las preocupaciones metafísicas»… ¡porque la misma no considera el dualismo cartesiano de la materia y del espíritu y no pretende oponer el hombre a la naturaleza! Apenas hay necesidad de decir, después de eso, que el taoísmo es particularmente mal comprendido: imagínense encontrar ahí toda suerte de cosas, excepto la doctrina puramente metafísica que es esencialmente en realidad…
