RESEÑAS: LETTRES D'HUMANITE (Letras de Humanidad), tomo III
«Letras de Humanidad», publicación de la Asociación Guillaume Budé, contiene en su tomo III (1944) un curioso estudio de M Paul Maury titulado «El Secreto de Virgilio y la arquitectura de las Bucólicas». El autor ha descubierto ahí en efecto una verdadera «arquitectura», casi tan sorprendente como la de la «Divina Comedia»; eso es bastante difícil de resumir, pero intentaremos indicar al menos los rasgos principales de la misma. El autor ha destacado primeramente una simetría entre las églogas I y IX (las pruebas de la Tierra), II y VIII (las pruebas del Amor), III y VII (la Música liberadora), IV y VI (las Revelaciones sobrenaturales); éstas ocho églogas forman una doble progresión, ascendente de una parte para las cuatro primeras y descendente de la otra para las cuatro últimas, es decir, una especie de doble escala cuya cima es ocupada por la égloga V (Dafuis), que el llama «la Bucólica mayor». Queda la égloga X (Gallus), que se opone a la égloga V «como el amor profano al amor sagrado, como el hombre de carne imperfectamente iniciado al ideal del hombre renovado»; son «los dos límites entre los cuales circulan las almas, entre el globo terráqueo y el Olimpo». El todo forma entonces el plano de una especie de «capilla», o antes de una «basílica pitagórica», de la cual la égloga V constituye el ábside, mientras que la égloga X se coloca en la extremidad opuesta; entre las dos, las demás églogas se disponen lateralmente de una y otra parte, las que son simétricas haciéndolo naturalmente frente a frente. Pero eso no es todo, y las precisiones que vienen después son todavía más extraordinarias: Se trata del número de los versos de las diferentes églogas, en el cual se encuentras otras simetrías múltiples y que ciertamente no pueden no ser queridas. A primera vista, verdad es que algunas de estas simetrías numéricas aparecen solamente como aproximativas; pero las ligeras diferencias así constatadas han llevado al autor a determinar y a «localizar» ciertas alteraciones del texto (versos omitidos o agregados), poco numerosos por lo demás, y que coincidían precisamente con las que, según consideraciones puramente filológicas, habían sido ya sospechadas con anterioridad. Eso hecho, las simetrías devienen del todo exactas; nos es desafortunadamente imposible reproducir aquí las diferentes tablas en que están indicadas, y sin las cuales apenas podrían hacerse comprensibles. Diremos pues solamente que los principales de los números que son puestos ahí en evidencia y que se repiten con una insistencia significativa son 183, número mediante el cual, según un pasaje de Plutarco, «los Pitagóricos habían figurado la armonía misma del gran Cosmos, 333 y 666; este último es también «un número pitagórico, número triangular de 36, él mismo a su vez triángulo de 8, el Ogdoado doble de la Tétrada»; agregaremos que es esencialmente un número «solar», y haremos destacar que el sentido que se le da en el Apocalipsis no constituye una «inversión de los valores» como lo dice el autor, sino que representa en realidad una aplicación del aspecto opuesto de este número, que posee a la vez en sí mismo, como tantos otros símbolos, un sentido «benéfico» y un sentido «maléfico». Es evidentemente el primero de estos dos sentidos el que Virgilio tenía en vista; ahora bien, ¿es exacto que haya querido hacer más especialmente de este número 666 la «cifra del César», lo que parecería confirmar el hecho de que, según el comentador Servius, el Dafuis de la égloga central V no sería otro que el César mismo? Nada hay en eso de inverosímil, ciertamente, y otras aproximaciones bastante destacables vienen todavía en apoyo de esta interpretación; sería menester por lo demás, agregaremos, no ver ahí nada más que una aplicación simplemente «política» en el sentido ordinario de esta palabra, si se piensa en el lado, no ya únicamente «religioso» (lo que reconoce el autor), sino realmente «esotérico» de la función de César. No podemos extendernos más sobre todo esto, pero pensamos haber dicho de ello suficiente como para mostrar el interés de este trabajo, cuya lectura recomendamos particularmente a los que se interesan en el simbolismo de los números. En la misma publicación, otros artículos, consagrados a Hipócrates, hacen llamada a algunas reflexiones: Se habla mucho actualmente, en los medios medicales, de un «retorno a Hipócrates», pero, cosa bastante extraña, parece considerarse tal retorno de dos maneras diferentes e inclusive opuestas en cuanto a las intenciones, pues mientras que algunos lo entienden, y con justa razón, en el sentido de una restauración de las ideas Tradicionales, otros, como es el caso aquí, querrían hacer todo lo contrario. Éstos, en efecto, pretenden atribuir a la medicina de Hipócrates un carácter «filosófico», es decir, según el sentido que ellos dan a este término, «racionalista», ciertamente que hasta «laico» (¿Olvidan pues que Hipócrates mismo pertenecía a una familia sacerdotal, sin lo cual por lo demás en punto ninguno hubiera sido médico?), y oponerla a este título a la antigua medicina sacerdotal, en la cual no quieren naturalmente ver, conformemente al habitual prejuicio moderno, más que «empirismo» y «superstición»! No creemos inútil atraer sobre esto la atención de los partidarios del hipocratismo Tradicional y de encarecerles, cuando la ocasión para ello se les presente, a poner las cosas en su punto y a reaccionar contra esta enojosa interpretación; sería verdaderamente deplorable en efecto, dejar desviar así de su meta normal y legítima un movimiento que, incluso si no indica todavía hasta ahora más que una simple tendencia, no está ciertamente desprovisto de interés bajo más de un punto de vista.
