Hieróglifo de Câncer (RG)

En el curso de nuestros diversos estudios, hemos tenido frecuente oportunidad de aludir al simbolismo del ciclo anual, con sus dos mitades ascendente y descendente, y en especial al de las dos puertas solsticiales, que abren y cierran respectivamente esas dos mitades del ciclo y están en relación con la figura de Jano entre los latinos como con la de Ganeça entre los hindúes (Ver especialmente Le Roi du Monde, cap. III). Para comprender bien toda la importancia de ese simbolismo, ha de recordarse que, en virtud de la analogía de cada una de las partes del Universo con el todo, hay correspondencia entre las leyes de todos los ciclos, de cualquier orden que fueren, de suerte que el ciclo anual, por ejemplo, podrá entenderse como una imagen reducida, y por consiguiente más accesible, de los grandes ciclos cósmicos (una expresión como la de “gran año” lo indica con bastante claridad), y como un compendio, si así puede decirse, del proceso mismo de la manifestación universal; es, por otra parte, lo que da a la astrología toda su significación en tanto que ciencia propiamente “cosmológica”.

Siendo así, los dos “puntos de detención” del curso solar (es el sentido etimológico del vocablo “solsticio”) deben corresponder a los dos términos extremos de la manifestación, sea en su conjunto, sea en cada uno de los ciclos que la constituyen, ciclos que están en multitud indefinida y que no son sino los diferentes estados o grados de la Existencia universal. Si se aplica esto más particularmente a un ciclo de manifestación individual, tal como el de la existencia en el estado humano, podrá comprenderse fácilmente por qué las dos puertas solsticiales se designan tradicionalmente como “la puerta de los hombres” y la “puerta de los dioses”. La “puerta de los hombres”, correspondiente al solsticio de verano y al signo zodiacal de Cáncer, es la entrada en la manifestación individual; la “puerta de los dioses”, correspondiente al solsticio de invierno y al signo zodiacal de Capricornio, es la salida de esa misma manifestación y el paso a los estados superiores, ya que los “dioses” (los deva de la tradición hindú), al igual que los “ángeles”, según otra terminología, representan propiamente, desde el punto de vista metafísico, los estados supraindividuales del ser (Este punto está explicado más ampliamente en Les États multiples de l’Étre).

[….] (SFCS)