Simbolismo da Arqueria (4) (AKC)

Pueden citarse de otras fuentes paralelos destacables a los textos precedentes. Así, Shams-i-Tabriz: «Cada instante, por así decir, hay una flecha en el arco del cuerpo: si escapa del arco, golpea su blanco». En lo que significa lo mismo, exclama: «Vuela, vuela, oh pájaro, a tu patria natal, pues has escapado de la jaula, y tus plumas están desplegadas
Vuela de este encierro, puesto que eres un pájaro del mundo espiritual»; y, ciertamente: «Es como un pájaro como el sacrificador alcanza el cielo». Su gran discípulo Rumi dijo: «Sólo la flecha derecha se pone en el arco, pero este arco (del sí mismo) tiene sus flechas combadas y torcidas. Enderézate como una flecha, y escapa del arco, pues sin duda toda flecha derecha volará del arco (hacia su blanco)».

De la misma manera Dante: «Y allí ahora (es decir, a la Excelencia Eterna como blanco), como al lugar apuntado, el poder de esa cuerda de arco nos lleva, la cual dirige hacia un blanco dichoso a quienquiera que la descarga». Con «Om es la flecha» puede compararse The Cloud of Unknowing (Cap. 38): «¿Por qué traspasa el cielo, esta pequeña plegaria de una sílaba?», a lo cual el mismo autor desconocido responde en la Epistle of Discretion: «Un tal disparo ciego con el afilado dardo del amor anhelante, jamás puede fallar el blanco, el cual es Dios».

Para concluir, aludiré a la práctica del tiro con arco como un «deporte» en el Japón en el presente día, haciendo uso de un valioso libro compilado por Mr. William Acker, el pupilo Americano de Mr. Toshisuke Nasu, cuyo propio maestro, Ichikawa Kojuro Kiyomitsu, «Había visto efectivamente el arco usado en la guerra, y que murió en la casa del arco mientras tensaba su arco a los ochenta años de edad». El libro es una traducción de las instrucciones de Toshisuke Nasu, con un comentario añadido. Los extractos muestran cuan poco tiene este «deporte» del carácter de mera recreación que la noción del deporte implica en las culturas seculares:

«La Postura es la base de todo lo demás en el tiro con arco. Cuando ocupes tu sitio en las posiciones de disparo, debes borrar de tu mente todo pensamiento de otras gentes, y sentir entonces que el asunto del tiro con arco es tu única incumbencia
Cuando vuelvas así tu rostro hacia el blanco, no le mires simplemente, sino concéntrate también en él
no debes hacer eso con los ojos solo, por así decir, mecánicamente — debes aprender a hacer todo esto desde el vientre».

Y nuevamente:

«Por dozokuri se entiende la colocación del cuerpo cuadradamente sobre el soporte proporcionado por las piernas. Uno debe considerarse a sí mismo como semejante al Buddha Vairocana (es decir, el sol), calmo y sin temor, y sentir como si uno estuviera, como él, en el centro del universo».

En la preparación para el disparo, donde más se insiste es en la relajación muscular, y en un estado de calma que ha de alcanzarse por una respiración regular; de la misma manera que ocurre en los ejercicios contemplativos, donde la preparación es igualmente para una «liberación». Al apuntar (mikomo, de miru, ver, y de komu, apretar) el arquero no mira simplemente al blanco, sino que «le aprieta hacia adentro» o «le fuerza hacia dentro» con su visión, como si estuviera anticipando el fin que ha de alcanzar la flecha misma. La respiración del arquero debe ser regulada, en orden a «concentrar la fuerza de uno en la cavidad del abdomen — entonces puede decirse que uno ha llegado a una comprensión real del tiro con arco». En esta insistencia en la respiración profunda, es visible el factor «zen» (sánscrito dhyana), y en la insistencia que se pone en el «espíritu» (ki, chino chi, sánscrito atman, prana), es visible el factor taoísta. Mr. Acker observaba que a todas las artes y ejercicios japoneses se les llama «vías» (michi, chino tao), es decir, disciplinas espirituales:

«
se puede decir, incluso, que esto es especialmente así en el tiro con arco y en la esgrima, pues hay arqueros que te dirán que no importa lo más mínimo si logras acertar o no el blanco — que la cuestión real es que salgas del tiro con arco espiritualmente.

La consumación del disparo está en la liberación
la Preparación, la Postura, el Levantamiento del Arco, el Tensado, y Sostenido, todo esto no son sino actividades preparatorias. Todo depende de una liberación inintencional e involuntaria, efectuada por la recogida dentro de uno de toda la postura de disparo
el estado en el que la liberación tiene lugar por sí misma, cuando la respiración del arquero parece tener el poder místico de la sílaba Om… En ese momento la postura del arquero está en perfecto orden — como si fuera inconsciente de que la flecha ha partido
un disparo tal se dice que deja detrás una prolongada resonancia — la flecha se mueve tan serenamente como un soplo, y, ciertamente, parece casi una cosa viva
Hasta el último momento, uno no debe vacilar ni en cuerpo ni en mente
(Así), el tiro con arco japonés es mucho más que un «deporte» en el sentido occidental; pertenece al bushido, la vía del guerrero. Además, las Siete Vías se basan sobre principios espontáneos, y no sobre el mero razonamiento —

«Habiendo tensado suficientemente,
No estires más, sino conduce-Lo
Serenamente sin agarrar.
El arco no debe saber nunca
Cuando va a partir la flecha».

La liberación efectiva de la flecha, como la del contemplativo, cuyo paso de dhyana, a samadhi, de la contemplatio al raptus, tiene lugar repentinamente, pero casi inadvertidamente, es espontánea, y, por así decir, incausada. Si todas las preparaciones se han hecho correctamente, la flecha, como un pájaro mensajero, encontrará su propio blanco; de la misma manera que el hombre que, cuando parte de este mundo «todo en acto» (krtakrtya, katam karaniyam), es decir, habiendo hecho lo que tenía que hacerse, no necesita preguntar que ocurrirá con él ni adonde irá, sino que, inevitablemente, encontrará el ojo de buey, y pasando a través de esa Puerta del Sol, entrará en el Empíreo más allá de la «muridad» del Cielo.

Uno ve así cómo, en una sociedad tradicional, cada actividad necesaria puede ser también la Vía, y que en una sociedad tal no hay nada profano; una condición cuya inversa es lo que estamos viendo en las sociedades seculares, donde no hay nada sagrado. Vemos así que incluso un «deporte» puede ser también un yoga, y cómo las vidas activa y contemplativa, es decir, el hombre exterior y el hombre interior pueden unificarse en un único acto de ser en el que ambos sí mismos cooperan.