Vía (FS)

En lo que concierne a este último, o, más bien, a su esoterismo, hemos oído en su favor el argumento siguiente: si hay autoridades para la Fe (imân) y la Ley (islâm), debe haberlas igualmente para la VÍA (ihsân), y estas autoridades no son otras que los sufíes y sus representantes calificados; la misma necesidad lógica de autoridades para este tercer plano -y éste, los «teólogos del exterior» «ulama al-zhâhir) están obligados a admitirlo sin poder explicarlo-, esta necesidad es una de las pruebas de la legitimidad del sufismo y, por lo tanto, de sus doctrinas y sus métodos, y también de su organizaciones y sus maestros. 771 FSCI 2

Sea como fuere, hay una verdad fundamental que conviene no perder de vista, a saber: que el plano de las acciones es en sí puramente humano y que la insistencia en una multitud de formas de acción de un estilo forzosamente particular constituye un karma-yoga (88) absorbente que no tiene relación con la vía del discernimiento metafísico y la concentración en lo Esencial. En la persona del Profeta está lo simple y lo complejo, y hay en los hombres diversas vocaciones; el Profeta personifica necesariamente un clima religioso -y por tanto humano- de un carácter particular, pero personifica igualmente y desde otro punto de vista, la Verdad en sí y la VÍA como tal. Hay una imitación del Profeta basada en la ilusión religiosa de que él es intrínsecamente mejor que todos los demás profetas, incluido Jesús, y hay otra imitación del Profeta fundada en la cualidad profética en sí, es decir, en la perfección del Logos hecho hombre; y esta imitación es forzosamente más verdadera, más profunda y, por lo tanto, menos formalista que la primera, apunta menos a los actos exteriores que a los reflejos de los Nombres divinos en el alma del Logos humano. 1022 FSCI 2

El hombre primordial, antes de la pérdida de la armonía edénica, veía todas las cosas desde el interior, en su sustancialidad y en la Unidad; después de la caída ya no las vio sino desde el exterior y en su accidentalidad y, así, fuera de Allâh. Adán es el espíritu (rûh) o el intelecto (‘aql) y Eva es el alma (nafs); a través del alma -complemento «horizontal» del espíritu «vertical» y polo existencial de la inteligencia pura- o a través de la voluntad vino el movimiento de exteriorización y de dispersión; la serpiente tentadora, que es el genio cósmico de este movimiento, no puede actuar directamente sobre la inteligencia, debe, pues, seducir a la voluntad, Eva. Cuando el viento sopla sobre un lago perfectamente tranquilo, el reflejo del sol se altera y se segmenta; así es como se ha producido la pérdida del Edén, cómo se ha roto el reflejo divino. La VÍA es el retorno a la visión de la inocencia, a la dimensión interior en la que todas las cosas mueren y renacen en la Unidad -en este Absoluto que es, con sus concomitancias de equilibrio y de inviolabilidad, todo el contenido y toda la razón de ser de la condición humana-. 1632 FSCI 6

Queremos dar ahora un resumen sucinto pero tan riguroso como sea posible de lo que constituye fundamentalmente la VÍA en el Islam. Esta conclusión de nuestro libro subrayará al mismo tiempo -y una vez más- el carácter estrictamente coránico y muhammadiano de la vía de los sufies. (94) 1636 FSCI 6

(79). «Yo soy la VÍA, la Verdad y la Vida… ». 1681 FSCI 6

Queremos dirigir la atención, una vez más (NA: Ver el capítulo: La cuestión de las formas de arte en nuestro libro De la Unidad trascendente de las Religiones y Esthétique et Symbolisme en Perspectives spirituelles et Faits humains. (El primer libro ha sido publicado en Ed. Heliodoro, col. La Rama Dorada, Madrid, 1980. El Autor trata también la cuestión del arte en El Esoterismo como Principio y como VÍA. Ed. Taurus, Madrid, 1982. (NA: Nota del trad.))), sobre la importancia fundamental del arte en la vida colectiva y la contemplación, importancia que resulta del hecho de que el propio hombre está «hecho a imagen de Dios»; sólo el hombre es tal imagen de manera directa, en el sentido de que su forma es perfección «axial» y «ascendente» y su contenido es totalidad. El hombre, por su teomorfismo, es obra de arte y artista a la vez: obra de arte porque es «imagen», y artista porque esa imagen es la del Artista divino (NA: Dios, según el lenguaje masónico, es el «Gran Arquitecto del Universo», pero también es pintor, escultor, músico y poeta; según cierto simbolismo hindú, crea y destruye los mundos «danzando».). Sólo el hombre – entre los seres terrenales – puede pensar, hablar y producir obras; sólo él puede contemplar y comprender el Infinito. El arte humano, como el arte divino, implica aspectos de determinación y de indeterminación, de necesidad y de libertad, de rigor y de gozo. 1922 FSCR: PRINCIPIOS Y CRITERIOS DEL ARTE UNIVERSAL

El hombre tiene derecho a ser feliz, pero debe serlo noblemente y, lo que viene a ser lo mismo, en el marco de la Verdad y de la VÍA. La nobleza es lo que corresponde a la jerarquía real de los valores: lo superior prevalece sobre lo inferior, y esto tanto en el plano de los sentimientos como en el de los pensamientos o las voliciones. Se ha dicho que la nobleza de carácter consiste en poner el honor o la dignidad moral por encima del interés, lo que, en el fondo, significa que es preciso poner lo real invisible por encima de lo ilusorio visible, tanto moral como intelectualmente. 2740 EPV: II LAS VIRTUDES EN LA VÍA

La nobleza está hecha de desapego y de generosidad; sin esta nobleza, los dones de la inteligencia y los esfuerzos de la voluntad no bastarían para la VÍA, porque el hombre no se reduce a estas dos facultades; posee también un alma capaz de amor y destinada a la felicidad, y ésta no puede ser realizada – salvo de una manera completamente ilusoria – sin la virtud o la nobleza. Podríamos decir también que la VÍA está hecha de discernimiento, de concentración y de bondad: de discernimiento por la inteligencia, de concentración por la voluntad, de bondad por el alma; la bondad innata del alma es al mismo tiempo su belleza, al igual que toda belleza sensible revela una bondad cósmica subyacente. 2742 EPV: II LAS VIRTUDES EN LA VÍA

En cuanto al orgullo, fue definido perfectamente por Boecio: «Todos los demás vicios huyen de Dios; únicamente el orgullo se levanta contra Él.» Y también por San Agustín: «Los otros vicios se apegan al mal a fin de que sea cumplido; sólo el orgullo se apega al bien, a fin de que perezca.» Cuando Dios está ausente, el orgullo colma necesariamente el vacío; no puede dejar de aparecer en el alma cuando nada se refiere al Soberano Bien. Ciertamente, las virtudes de los mundanos, o las de los incrédulos, tienen su valor relativo e indirecto, pero lo mismo vale para las cualidades físicas a su nivel; sólo las cualidades valorizadas por la Verdad y la VÍA concurren a la salvación del alma; ninguna virtud separada de estos fundamentos tiene poder salvador, y esto prueba la relatividad, y el alcance indirecto, de las virtudes propiamente naturales. El hombre espiritual no se siente propietario de sus virtudes; renuncia a los vicios y se extingue – activa y pasivamente – en las Virtudes divinas, las Virtudes en sí mismas. La Virtud es lo que es. 2924 EPV: II LO QUE ES Y LO QUE NO ES LA SINCERIDAD

Creer en el Uno; esto es lo que salva. Creer en el Uno, pero entero y sinceramente. Enteramente: es preciso creer, no solamente que Dios es uno, sino también que esta Unidad implica consecuencias para el mundo, puesto que el mundo existe; y existe en función de la irradiación que resulta de la propia Unidad. Es preciso creer, por consiguiente, todo lo que la Realidad divina implica; a saber: la causación del mundo por Dios, luego la vinculación del mundo a Dios; luego la naturaleza y la vocación del hombre; luego la Revelación y por consiguiente la VÍA. Creer en el Uno es creer en las consecuencias de la Unidad; como anuncia un célebre hadîth: «Yo era un tesoro oculto y quise ser conocido; por eso creé el mundo.» 3836 EPV: IV LA VÍA DE LA UNIDAD

La ciencia moderna, que es racionalista en cuanto al sujeto y materialista en cuanto al objeto, puede situarnos físicamente y de un modo aproximativo, pero no puede decir nada sobre nuestra situación extraespacial dentro del Universo total y real. Los astrónomos saben aproximadamente dónde nos encontramos en el espacio, en qué «lugar» relativo, en qué brazo periférico de la VÍA Láctea, y quizá saben dónde se sitúa ésta entre las otras polvaredas de estrellas, pero ignoran dónde estamos en el «espacio» existencial: en un estado de endurecimiento, en el centro o en la cumbre del mismo, y a la vez al borde una inmensa «rotación», que no es más que la corriente de las formas, el flujo «samsárico» de los fenómenos. La ciencia profana, al querer penetrar a fondo en el misterio de los continentes -el espacio, el tiempo, la materia, la energía-, olvida el de los contenidos: quiere explicar las propiedades quintaesenciales de nuestro cuerpo y el funcionamiento íntimo de nuestra alma, pero ignora lo que es la inteligencia y la existencia; y en consecuencia, no puede dejar de ignorar -vistos sus principios- lo que es el hombre. 5017 FSRMA: EL HOMBRE EN EL UNIVERSO LA VÍA DE LA UNIDAD

Una verdad simbólica no es siempre literal, pero una verdad literal es forzosamente simbólica siempre. Las diversas tradiciones islámicas referentes a Cristo, la Virgen y los cristianos no son ciertamente para tomarlas al pie de la letra – lo que no invalida en nada su intención o su simbolismo, precisamente -, pero cuando el Islam enseña que existe, y que siempre ha existido, la posibilidad de la salvación fuera de la persona de Cristo, y que ésta es una manifestación salvadora entre otras – lo que no significa que sea como las otras -, la verdad literal está de su lado, al menos en este aspecto particular (NA: No en el de la modalidad característica, y realmente única, que realiza el «Verbo hecho carne»; aunque el Corán reconozca que Cristo es «Espíritu de Dios» y que nació de una virgen.). Jesús es exclusivamente «la Puerta» y «la VÍA», sin duda, pero la Puerta y la VÍA no son exclusivamente Jesús; el Logos es Dios, pero Dios no es el Logos. Toda la cuestión está en saber en qué grado aceptamos este axioma y qué consecuencias sacamos de él. 5466 STRP: NOTAS SOBRE TIPOLOGÍA RELIGIOSA LA VÍA DE LA UNIDAD

Estos diversos elementos permiten considerar una interpretación particular del ternario Sharî’ah-Tarîqah-Haqîqah, «Ley-VÍA-Verdad»: mientras que, según el uso corriente de los términos, la Tarîqah es la VÍA, y la Haqîqah la Realidad que se pretende alcanzar – al menos cuando se entiende este último término en conexión con el precedente -, podemos entender por Tarîqah el vasto terreno del Sufismo medio, y por Haqîqah el terreno restringido del Sufismo quintaesencial, o sea del esoterismo propiamente dicho; fundándose el primero en el pesimismo antropológico, el ascetismo, la acumulación de prácticas meritorias y un moralismo escrupuloso, y el segundo, en la gnosis desde el doble punto de vista doctrinal y operativo. 5518 STRP: ENIGMA Y MENSAJE DE UN ESOTERISMO LA VÍA DE LA UNIDAD