Religião (RG)

La shariyah comprende todo lo que el lenguaje occidental designaría como propiamente «religioso», y concretamente todo el lado social y legislativo que, en el islam, se integra esencialmente en la religión; se podría decir que la shariyah es ante todo una regla de acción, mientras que la haqiqah es conocimiento puro; pero debe entenderse bien que es este conocimiento el que da a la shariyah misma su sentido superior y profundo y su verdadera razón de ser, de suerte que, si bien todos los que participan en la Tradición no son conscientes de ello, la haqiqah es verdaderamente el principio de la misma, como el centro lo es de la circunferencia. AEIT EL ESOTERISMO ISLÁMICO

A Seyidna Adam se atribuye la cultura de la tierra (NA: cf Génesis, II,15: «Dios tomó al hombre y le puso en el jardín de Edén para cultivarle y guardarle»); a Seyidna Aissa, los conocimientos de orden puramente espiritual; a Seyidna Yusif, la belleza y las artes; a Seyidna Idris, las ciencias «intermediarias», es decir, las de orden cosmológico y psíquico; a Seyidna Dawud, el gobierno; a Seyidna Musa, al cual está inseparablemente asociado su hermano Harun, las cosas de la religión bajo el doble aspecto de la legislación y del culto; a Seguidna Ibrahim, la (por la cual, ésta correspondencia con el séptimo cielo debe ser aproximada a lo que recordábamos recientemente a propósito de Dante, en cuanto a su situación en el más alto de los siete escalones de la escala iniciática). AEIT LA QUIROLOGÍA EN EL ESOTERISMO ISLÁMICO

Pero, ¿qué decir de los historiadores actuales cuya mayoría carecen de religión, cuando no son adversarios de toda religión, cuando vienen a confirmar lo que sus antecesores han dicho de contrario a la verdad? Es pues menester ver ahí una consecuencia del orgullo y de la presunción de los occidentales, sesgo que les impide reconocer la verdad y la importancia de sus débitos hacia oriente. AEIT INFLUENCIA DE LA CIVILIZACIÓN ISLÁMICA EN OCCIDENTE

Ya que la mayoría de los que han ejercido esta influencia en occidente no eran de raza árabe y si su lengua era árabe, era solo una consecuencia de su adopción de la religión islámica. AEIT INFLUENCIA DE LA CIVILIZACIÓN ISLÁMICA EN OCCIDENTE

Kiang Kang-Hu, hecho desafortunadamente desde un punto de vista bien exterior: hablar de «filosofía» y de «religión», es desconocer completamente la esencia iniciática del taoísmo, ya sea en tanto que doctrina puramente metafísica, ya sea inclusive en las aplicaciones diversas que de la misma se derivan en el orden de las ciencias Tradicionales. ( AEIT BHIKSHU WAI-TAO and DWIGHT GODDARD Laotzus Tao and Wu-Wei

Sea como fuere, eso es seguramente interesante; pero, ¿por qué este grueso calificativo de «revelaciones» que haría creer de buena gana en una traición de algún secreto? (VI, 1932) El Larousse mensual (número de marzo) contiene un artículo sobre La Religión y el Pensamiento chinos; este título es bien característico de las ordinarias confusiones occidentales. AEIT Sobre el Taoísmo

A este propósito, hemos tenido la ocasión de hacer una observación que nos parece lo bastante curiosa como para que la anotemos aquí: en un libro del que ya hemos hablado en otra parte (NA: Les deux sources de la morale et de la religion — Ver a este propósito: El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap XXXIII), el filósofo Bergson, oponiendo lo que llama la «religión estática» y la «religión dinámica», ve la más alta expresión de esta última en el misticismo, que, por lo demás, no comprende apenas, y que admira sobre todo por lo que podríamos encontrar en él, al contrario, de vago e incluso de defectuoso bajo algunos aspectos; pero lo que puede parecer verdaderamente extraño por parte de un «no cristiano», es que, para él, el «misticismo completo», por poco satisfactoria que sea la idea que se hace de él, por ello no es menos el de los místicos cristianos. RGAI VÍA INICIÁTICA Y VÍA MÍSTICA

En verdad, por una consecuencia necesaria de la poca estima que siente por la «religión estática», olvida demasiado que los místicos en cuestión son cristianos antes incluso de ser místicos, o al menos, para justificar que sean cristianos, coloca indebidamente el misticismo en el origen mismo del cristianismo; y, para establecer a este respecto una suerte de continuidad entre éste y el judaísmo, llega a transformar en «místicos» a los profetas judíos; evidentemente, del carácter de la misión de los profetas y de la naturaleza de su inspiración, no tiene ni la menor idea (NA: De hecho, no se puede encontrar misticismo judaico propiamente dicho más que en el hassidismo, es decir, en una época RGAI VÍA INICIÁTICA Y VÍA MÍSTICA

profana» que pueda darse; y, en verdad, ignorando todo de la iniciación, ¿cómo podría comprender que hubo allí, así como en la India, algo que en primer lugar no era de ningún modo de orden religioso, y que después iba incomparablemente más lejos que su «misticismo», e incluso, es menester decirlo, que el misticismo auténtico, que, por eso mismo de que se queda en el dominio puramente exotérico, tiene forzosamente también sus limitaciones? (NA: M Alfred Loisy ha querido responder a Bergson y sostener contra él que no hay más que una sola «fuente» de la moral y de la religión; en su calidad de especialista de la «historia de las religiones» prefiere las teorías de Frazer a las de Durkheim, y también la idea de una «evolución» continua a la de una «evolución» por mutaciones bruscas; a nuestros ojos, todo eso vale exactamente igual; pero hay al menos un punto sobre el que debemos darle la razón, y lo debe ciertamente a su educación eclesiástica: gracias a ésta conoce a los místicos mucho mejor que Bergson, y hace observar que nunca han tenido la menor sospecha de algo que se parezca por poco que sea al «impulso vital»; evidentemente, Bergson RGAI VÍA INICIÁTICA Y VÍA MÍSTICA

Esta confusión es muy frecuente también, sobre todo entre aquellos que pretenden estudiar la iniciación «desde afuera», con intenciones que, por lo demás, pueden ser muy diversas; así, es indispensable denunciarla formalmente: el esoterismo es esencialmente otra cosa que la religión, y no la parte «interior» de una religión como tal, incluso cuando toma su base y su punto de apoyo en ésta como ocurre en algunas formas tradicionales, en el islamismo por ejemplo (NA: Es para marcar bien esto y para evitar todo equívoco por lo que conviene decir «esoterismo islámico» o «esoterismo cristiano», y no, como hacen algunos, «islamismo esotérico» o «cristianismo esotérico»; es fácil comprender que en eso hay algo más que un simple matiz); la iniciación no es tampoco una suerte de religión especial reservada a una minoría, como parecen imaginarlo, por ejemplo, aquellos que hablan de RGAI ERRORES DIVERSOS CONCERNIENTES A LA INICIACIÓN

Esta confusión es muy frecuente también, sobre todo entre aquellos que pretenden estudiar la iniciación «desde afuera», con intenciones que, por lo demás, pueden ser muy diversas; así, es indispensable denunciarla formalmente: el esoterismo es esencialmente otra cosa que la religión, y no la parte «interior» de una religión como tal, incluso cuando toma su base y su punto de apoyo en ésta como ocurre en algunas formas tradicionales, en el islamismo por ejemplo (NA: Es para marcar bien esto y para evitar todo equívoco por lo que conviene decir «esoterismo islámico» o «esoterismo cristiano», y no, como hacen algunos, «islamismo esotérico» o «cristianismo esotérico»; es fácil comprender que en eso hay algo más que un simple matiz); la iniciación no es tampoco una suerte de religión especial reservada a una minoría, como parecen imaginarlo, por ejemplo, aquellos que hablan de los misterios antiguos calificándolos de «religiosos» (NA: Se RGAI ERRORES DIVERSOS CONCERNIENTES A LA INICIACIÓN

diversas; así, es indispensable denunciarla formalmente: el esoterismo es esencialmente otra cosa que la religión, y no la parte «interior» de una religión como tal, incluso cuando toma su base y su punto de apoyo en ésta como ocurre en algunas formas tradicionales, en el islamismo por ejemplo (NA: Es para marcar bien esto y para evitar todo equívoco por lo que conviene decir «esoterismo islámico» o «esoterismo cristiano», y no, como hacen algunos, «islamismo esotérico» o «cristianismo esotérico»; es fácil comprender que en eso hay algo más que un simple matiz); la iniciación no es tampoco una suerte de religión especial reservada a una minoría, como parecen imaginarlo, por ejemplo, aquellos que hablan de los misterios antiguos calificándolos de «religiosos» (NA: Se sabe que la expresión «religión de misterios» es una de las que aparecen constantemente en la terminología especial adoptada por los «historiadores de las religiones»). RGAI ERRORES DIVERSOS CONCERNIENTES A LA INICIACIÓN

toma su base y su punto de apoyo en ésta como ocurre en algunas formas tradicionales, en el islamismo por ejemplo (NA: Es para marcar bien esto y para evitar todo equívoco por lo que conviene decir «esoterismo islámico» o «esoterismo cristiano», y no, como hacen algunos, «islamismo esotérico» o «cristianismo esotérico»; es fácil comprender que en eso hay algo más que un simple matiz); la iniciación no es tampoco una suerte de religión especial reservada a una minoría, como parecen imaginarlo, por ejemplo, aquellos que hablan de los misterios antiguos calificándolos de «religiosos» (NA: Se sabe que la expresión «religión de misterios» es una de las que aparecen constantemente en la terminología especial adoptada por los «historiadores de las religiones»). RGAI ERRORES DIVERSOS CONCERNIENTES A LA INICIACIÓN

No nos es posible desarrollar aquí todas las diferencias que separan los dos dominios religioso e iniciático, ya que, todavía más que cuando se trataba solo del dominio místico, que no es más que una parte del primero, eso nos llevaría ciertamente muy lejos; pero, para lo que tratamos al presente, bastará precisar que la religión considera al ser únicamente en el estado individual humano y no apunta de ninguna manera a hacerle salir de él, sino, al contrario, a asegurarle las condiciones más favorables en este estado mismo (NA: Bien entendido, aquí se trata del estado humano considerado en su integralidad, que comprende la extensión indefinida de sus prolongamientos extracorporales), mientras que la iniciación tiene como meta esencialmente rebasar las posibilidades de este estado y hacer efectivamente posible el paso a los estados superiores, e incluso, finalmente, conducir al ser más allá de todo estado condicionado cualquiera que sea. RGAI ERRORES DIVERSOS CONCERNIENTES A LA INICIACIÓN

Esta «ciencia» afirma claramente su carácter «profano», en el peor sentido de la palabra, al proponer como principio que aquel que está fuera de toda religión, y que, por consiguiente, no puede tener de la religión (y diríamos más bien de la tradición, sin especificar ninguna modalidad particular de la misma) más que un conocimiento completamente exterior, es el único cualificado para ocuparse de ella «científicamente». RGAI SÍNTESIS Y SINCRETISMO

De una manera análoga, se puede estar también más acá o más allá de las formas tradicionales: el hombre «sin religión», por ejemplo, tal como se encuentra corrientemente en el mundo occidental moderno, está incontestablemente en el primer caso; el segundo, por el contrario, se aplica exclusivamente a aquellos que han tomado efectivamente consciencia de la unidad y de la identidad fundamentales de todas las tradiciones; y, aquí también, este segundo caso no puede ser actualmente sino muy excepcional. RGAI CONTRA LA MEZCLA DE LAS FORMAS TRADICIONALES

Así pues, diremos esto: toda religión, en el verdadero sentido de esta palabra, tiene un origen «no humano» y está organizada para conservar el depósito de un elemento igualmente «no humano» que tiene de ese origen; este elemento, que es del orden de lo que llamamos las influencias espirituales, ejerce su acción efectiva por la mediación de ritos apropiados, y el cumplimiento de esos ritos, para ser válido, es decir, para proporcionar un soporte real a la influencia de que se trata, requiere una transmisión directa e ininterrumpida en el seno de la organización religiosa. RGAI DE LA TRANSMISIÓN INICIÁTICA

Si ello es así en el orden simplemente exotérico (y entiéndase bien que lo que decimos no se dirige a los «críticos» negadores a los que hemos hecho alusión precedentemente, que pretenden reducir la religión a un «hecho humano», y cuya opinión no vamos a tomar en consideración, como tampoco todo lo que procede igualmente de los prejuicios antitradicionales), con mayor razón deberá ser lo mismo en un orden más elevado, es decir, en el orden esotérico. RGAI DE LA TRANSMISIÓN INICIÁTICA

Los términos de los que acabamos de servirnos son bastantes amplios para aplicarse también aquí sin ningún cambio, reemplazando únicamente la palabra «religión» por «iniciación»; toda la diferencia recaerá sobre la naturaleza de las influencias espirituales que entran en juego (ya que hay que hacer todavía muchas distinciones en este dominio, en el que comprendemos en suma todo lo que se refiere a las posibilidades de orden supraindividual), y sobre todo sobre las finalidades respectivas de la acción que ejercen en uno y otro caso. RGAI DE LA TRANSMISIÓN INICIÁTICA

esos, no hay origen «histórico», puesto que el origen real se sitúa en un mundo al que no se aplican las condiciones de tiempo y de lugar que definen los hechos históricos como tales; y es por eso por lo que estas cosas escaparán siempre inevitablemente a los métodos de investigación profanos, que, en cierto modo por definición, no pueden dar resultados relativamente válidos más que en el orden puramente humano (NA: Observamos a este propósito que aquellos que, con intenciones «apologéticas», insisten sobre lo que ellos llaman, con un término por lo demás bastante bárbaro, la «historicidad» de una religión, hasta el punto de ver en ello algo completamente esencial e incluso de subordinarle a veces las consideraciones doctrinales (mientras que, al contrario, los hechos históricos mismos no valen verdaderamente sino en tanto que pueden ser tomados como símbolos de realidades espirituales) cometen un grave error en detrimento de la «transcendencia» de esa religión. RGAI DE LA TRANSMISIÓN INICIÁTICA

cierto modo por definición, no pueden dar resultados relativamente válidos más que en el orden puramente humano (NA: Observamos a este propósito que aquellos que, con intenciones «apologéticas», insisten sobre lo que ellos llaman, con un término por lo demás bastante bárbaro, la «historicidad» de una religión, hasta el punto de ver en ello algo completamente esencial e incluso de subordinarle a veces las consideraciones doctrinales (mientras que, al contrario, los hechos históricos mismos no valen verdaderamente sino en tanto que pueden ser tomados como símbolos de realidades espirituales) cometen un grave error en detrimento de la «transcendencia» de esa religión. RGAI DE LA TRANSMISIÓN INICIÁTICA

Esta denominación que podía convenir, en el siglo V, a los griegos y a los romanos que se negaban a someterse a la religión dominante del Imperio, es falsa y ridícula, cuando se extiende a otros tiempos y a otros pueblos»). RGAI ORGANIZACIONES INICIÁTICAS Y SECTAS RELIGIOSAS

Ahora bien, por eso mismo de que se trata de esoterismo y de iniciación, no se trata de ninguna manera de religión, sino más bien de conocimiento puro y de «ciencia sagrada», que, aunque tiene este carácter sagrado (que no es ciertamente el monopolio de la religión como algunos parecen creerlo equivocadamente) (¡Hay quienes llegan tan lejos en ese sentido que pretenden que no hay más «ciencia sagrada» que la teología!), por eso no es menos esencialmente ciencia, aunque en un sentido notablemente diferente del que dan a esta palabra los modernos, que no conocen más que la ciencia profana, desprovista de todo valor bajo el punto de vista tradicional, y que procede más o menos, como ya lo hemos explicado frecuentemente RGAI ORGANIZACIONES INICIÁTICAS Y SECTAS RELIGIOSAS

Ahora bien, por eso mismo de que se trata de esoterismo y de iniciación, no se trata de ninguna manera de religión, sino más bien de conocimiento puro y de «ciencia sagrada», que, aunque tiene este carácter sagrado (que no es ciertamente el monopolio de la religión como algunos parecen creerlo equivocadamente) (¡Hay quienes llegan tan lejos en ese sentido que pretenden que no hay más «ciencia sagrada» que la teología!), por eso no es menos esencialmente ciencia, aunque en un sentido notablemente diferente del que dan a esta palabra los modernos, que no conocen más que la ciencia profana, desprovista de todo valor bajo el punto de vista tradicional, y que procede más o menos, como ya lo hemos explicado frecuentemente, de una alteración de la idea misma de ciencia. RGAI ORGANIZACIONES INICIÁTICAS Y SECTAS RELIGIOSAS

Sin duda, y es eso lo que hace posible la confusión de que se trata, este esoterismo tiene más relaciones, y de una manera más directa, con la religión que con cualquier otra cosa exterior, aunque no sea más que en razón del carácter propiamente tradicional que les es común; en algunos casos, así como lo indicábamos más atrás, puede incluso tomar su base y su punto de apoyo en una forma religiosa definida; pero por eso no se refiere menos a un dominio completamente diferente del de la forma religiosa en cuestión, con la que, por consiguiente, no puede entrar ni en oposición ni en concurrencia. RGAI ORGANIZACIONES INICIÁTICAS Y SECTAS RELIGIOSAS

Por lo demás, eso resulta también del hecho de que ahí se trata, por definición misma, de un orden de conocimiento reservado a una elite, mientras que, por definición igualmente, la religión (así como la parte exotérica de toda tradición, incluso si no reviste esa forma específicamente religiosa), se dirige al contrario a todos indistintamente; puesto que la iniciación, en el verdadero sentido de esta palabra, implica «cualificaciones» particulares, no puede ser de orden religioso (NA: Se podría objetar a eso que, como lo decíamos más atrás, también se requieren «cualificaciones» para la ordenación sacerdotal; pero, en ese caso, no se trata sino de una aptitud para el ejercicio de algunas funciones particulares, mientras que, en el otro, las «cualificaciones» son necesarias no solo para ejercer una función en una organización iniciática RGAI ORGANIZACIONES INICIÁTICAS Y SECTAS RELIGIOSAS

Haremos observar seguidamente que quien dice «secta» dice necesariamente, por la etimología misma de la palabra, excisión o división; y, efectivamente, las «sectas» son divisiones engendradas, en el seno de una religión, por divergencias más o menos profundas entre sus miembros. RGAI ORGANIZACIONES INICIÁTICAS Y SECTAS RELIGIOSAS

que, como eso se encuentra frecuentemente sobre todo entre los escritores «antimasónicos», hablan de «la Secta», en singular y con mayúscula, como de una suerte de «entidad» en la que su imaginación encarna todo aquello hacia lo cual han sentido algún odio; por lo demás, el hecho de que las palabras lleguen a perder así completamente su sentido legítimo es, lo repetimos todavía a este propósito, una de las características del desorden mental de nuestra época), y su existencia implica un alejamiento del principio, principio del que el esoterismo, por su naturaleza misma, está al contrario más próximo que la religión y más generalmente que el exoterismo, incluso exentos de toda desviación. RGAI ORGANIZACIONES INICIÁTICAS Y SECTAS RELIGIOSAS

Además, las «sectas», cismas o herejías, aparecen siempre como derivadas de una religión dada, en la que han tomado nacimiento, y de la que son por así decir como ramas irregulares. RGAI ORGANIZACIONES INICIÁTICAS Y SECTAS RELIGIOSAS

Por el contrario, el esoterismo no puede derivarse de la religión; allí mismo donde la toma como soporte, en tanto que medio de expresión y de realización, no hace otra cosa que ligarla efectivamente a su principio, y representa en realidad, en relación a ella, la tradición anterior a todas las formas exteriores particulares, religiosas u otras. RGAI ORGANIZACIONES INICIÁTICAS Y SECTAS RELIGIOSAS

Pretender que la iniciación podría haber salido de la religión, y con mayor razón de una «secta», es invertir todas las relaciones normales que resultan de la naturaleza misma de las cosas (1 Un error similar, pero todavía agravado, es cometido por aquellos que querrían hacer salir la iniciación de algo más exterior todavía, como de una filosofía por ejemplo; el mundo iniciático ejerce su influencia «invisible» sobre el mundo profano, directa o indirectamente, pero por el contrario, aparte del caso anormal de una grave degeneración de algunas organizaciones, no podría ser influenciado por éste); el esoterismo es verdaderamente, en relación al exoterismo religioso, lo que el espíritu es en RGAI ORGANIZACIONES INICIÁTICAS Y SECTAS RELIGIOSAS

invertir todas las relaciones normales que resultan de la naturaleza misma de las cosas (1 Un error similar, pero todavía agravado, es cometido por aquellos que querrían hacer salir la iniciación de algo más exterior todavía, como de una filosofía por ejemplo; el mundo iniciático ejerce su influencia «invisible» sobre el mundo profano, directa o indirectamente, pero por el contrario, aparte del caso anormal de una grave degeneración de algunas organizaciones, no podría ser influenciado por éste); el esoterismo es verdaderamente, en relación al exoterismo religioso, lo que el espíritu es en relación al cuerpo, de suerte que, cuando una religión ha perdido todo punto de contacto con el esoterismo (NA: Es menester observar bien que cuando decimos «puntos de contacto», eso implica la existencia de un límite común a los dos dominios, por el que se establece su comunicación, pero eso no entraña ninguna confusión entre ellos), ya no queda en ella más que «letra muerta» y formalismo incomprendido, ya que lo que la vivificaba, era la comunicación efectiva con el centro espiritual del mundo, y ésta no puede ser establecida y mantenida conscientemente más que por el esoterismo y por la presencia de una organización iniciática verdadera y regular RGAI ORGANIZACIONES INICIÁTICAS Y SECTAS RELIGIOSAS

Esto es muy visible en el caso de los ritos religiosos, que podemos tomar más particularmente como término de comparación, porque son los únicos ritos exotéricos que conoce actualmente occidente: toda religión se propone únicamente asegurar la «salvación» de sus adherentes, lo que es una finalidad que depende todavía del orden individual, y, por definición, en cierto modo, su punto de vista no se extiende más allá; los místicos mismos no consideran más que la «salvación» y nunca la «liberación», mientras que, al contrario, ésta es la meta última y suprema de toda iniciación (NA: Si se dice que, según la distinción que precisaremos más adelante, esto no es verdadero más que de los «misterios mayores», responderemos que los «misterios menores», que se detienen efectivamente en los límites de las posibilidades humanas RGAI DE LOS RITOS INICIÁTICOS

cierto modo, su punto de vista no se extiende más allá; los místicos mismos no consideran más que la «salvación» y nunca la «liberación», mientras que, al contrario, ésta es la meta última y suprema de toda iniciación (NA: Si se dice que, según la distinción que precisaremos más adelante, esto no es verdadero más que de los «misterios mayores», responderemos que los «misterios menores», que se detienen efectivamente en los límites de las posibilidades humanas, no constituyen en relación a éstos más que un estadio preparatorio y que no son en sí mismos su propio fin, mientras que la religión se presenta como un todo que se basta a sí mismo y que no requiere ningún complemento ulterior). RGAI DE LOS RITOS INICIÁTICOS

Esta impresión, lo anotamos de pasada, podría contribuir quizás, por una parte, a explicar la manera tan singular en que los occidentales modernos, que ya no saben separar apenas la religión de las ceremonias, la consideran como algo enteramente aislado, que ya no tiene ninguna relación real con el conjunto de las demás actividades a las que «consagran» su vida. RGAI RITOS Y CEREMONIAS

Ahora bien, si la magia tiene este carácter de ciencia, alguien se preguntará quizás cómo es posible que haya ritos mágicos, y es menester reconocer que eso debe ser en efecto bastante embarazoso para los modernos, dada la idea que se hacen de las ciencias; allí donde ven ritos, piensan que se trata necesariamente de algo muy diferente, que casi siempre buscan identificar más o menos completamente con la religión; pero, digámoslo ya claramente, los ritos mágicos no tienen en realidad, en cuanto a su meta propia, ningún punto en común con los ritos religiosos, ni tampoco (y estaríamos incluso tentados de decir que con mayor razón todavía) con los ritos iniciáticos, como querrían, por otro lado, los partidarios de algunas de las concepciones pseudoiniciáticas que tienen curso en nuestra época; y, sin embargo, aunque estén enteramente fuera de estas categorías, hay verdaderamente ritos mágicos. RGAI A PROPÓSITO DE «MAGIA CEREMONIAL»

En eso es donde reside la causa principal de los «milagros» que se producen en las diversas religiones, ya que se trata de hechos cuya existencia es incontestable y no se limitan a una religión determinada; por lo demás, no hay que decir que, a pesar de la idea que uno se hace de ello vulgarmente, estos hechos no deben ser considerados como contrarios a las leyes naturales, como tampoco, desde otro punto de vista, lo «supraracional» no debe tomarse por lo «irracional». RGAI LA PLEGARIA Y EL ENCANTAMIENTO

Así, desde que es menester tener en cuenta la naturaleza del ser humano tal cual es de hecho, en el orden de realidad al que pertenece, no es en modo alguno censurable, incluso para aquel que es otra cosa que un simple «creyente» (haciendo aquí una distinción entre la «creencia» y el «conocimiento» que corresponde en suma a la del exoterismo y el esoterismo), conformarse con una meta interesada, por eso mismo de que es individual, y fuera de toda consideración propiamente doctrinal, a las prescripciones exteriores de una religión o de una legislación tradicional, provisto que no le atribuya a lo que alcanza así de ella más que su justa importancia y el lugar que le conviene legítimamente, y provisto también que la colectividad no ponga para ello condiciones, que, aunque comúnmente admisibles, constituyeran una verdadera imposibilidad de hecho en ese caso particular; bajo estas únicas reservas, la plegaria, ya sea dirigida a la entidad colectiva o, por su mediación, a la influencia espiritual que opera a través de ella, es perfectamente lícita, incluso al respecto de la ortodoxia más rigurosa en el dominio de la pura doctrina (NA RGAI LA PLEGARIA Y EL ENCANTAMIENTO

Pero lo que es extraño, es que este nombre se haya contraído y abreviado para devenir exactamente homónimo de «misterios», y de ser confundido finalmente con esta otra palabra, de origen griego y de derivación completamente diferente; ¿es sólo por alusión a los «misterios» de la religión, puestos en escena en las piezas así designadas, por lo que esta asimilación ha podido producirse? Esto puede ser sin duda una razón bastante plausible; pero por otra parte, si se piensa que representaciones simbólicas análogas habían tenido lugar en los «misterios» de la antigüedad, en Grecia y probablemente también en Egipto (NA: Por lo demás, a estas representaciones simbólicas se puede vincular directamente la «puesta en acción» ritual de las «leyendas» iniciáticas de las que hemos hablado más atrás), se puede estar tentado de ver en eso algo que se remonta mucho más lejos, y como un indicio de RGAI EL SIMBOLISMO DEL TEATRO

exteriores llegan a ser consideradas como condiciones esenciales de la iniciación, a veces incluso como su meta, ya que, por increíble que eso sea, hay quienes llegan hasta no ver en ella otra cosa que un medio de «servir» mejor; y, es menester subrayarlo, hay todavía una circunstancia agravante en el hecho de que estas actividades son concebidas de hecho de la manera más profana, al estar desprovistas de todo el carácter tradicional, aunque naturalmente completamente exotérico, que las mismas podrían revestir al menos si fueran consideradas desde un punto de vista religioso; ¡Pero hay ciertamente mucha distancia desde la religión al simple «moralismo humanitario» que es el hecho de los pseudoiniciados de toda categoría! Por otra parte, es incontestable que el sentimentalismo, bajo todas sus formas, dispone siempre a una cierta «pasividad»; es por eso por lo que volvemos a encontrar la cuestión que ya hemos tratado precedentemente, y es en eso también donde se encuentra, muy probablemente, la razón de ser principal de la «sugestión» que tenemos ahora en vista, y en todo caso lo que la hace particularmente peligrosa. RGAI INICIACIÓN Y «SERVICIO»

En la confusión mental que caracteriza a nuestra época, se llega a aplicar indistintamente esta misma palabra «tradición» a toda suerte de cosas, frecuentemente muy insignificantes, como simples costumbres sin ningún alcance y a veces de origen completamente reciente; hemos señalado en otra parte un abuso del mismo género en lo que concierne a la palabra «religión». CMM CAPÍTULO II

las antiguas «ciencias tradicionales», se cometería un gran error si se viera en ello una confirmación de la que estos datos no tienen ninguna necesidad; y sería perder el tiempo querer conciliar puntos de vista totalmente diferentes, o establecer una concordancia con teorías hipotéticas que, quizás, se encontrarán enteramente desacreditadas en pocos años (Desde el punto de vista religioso, la misma observación vale al respecto de una cierta «apologética» que pretende ponerse de acuerdo con los resultados de la ciencia moderna, trabajo perfectamente ilusorio y siempre por rehacer, que presenta por otra parte el grave peligro de parecer solidarizar la religión con concepciones cambiantes y efímeras, de las que debe permanecer totalmente independiente). CMM CAPÍTULO IV

La tradición occidental era entonces, exteriormente una tradición de forma específicamente religiosa, representada por el Catolicismo; así pues, es en el dominio religioso donde vamos a tener que considerar la rebelión contra el espíritu tradicional, rebelión que, cuando ha tomado una forma definida, se ha llamado el Protestantismo; y es fácil darse cuenta de que es en efecto una manifestación del individualismo, hasta tal punto de que se podría decir que no es nada más que el individualismo mismo considerado en su aplicación a la religión. CMM CAPÍTULO V

Como era imposible, en estas condiciones, entenderse sobre la doctrina, está paso rápidamente al segundo plano, y fue el lado secundario de la religión, queremos decir la moral, la que tomó el primer lugar: de ahí esa degeneración en «moralismo» que es tan sensible en el Protestantismo actual. CMM CAPÍTULO V

En eso se ha producido un fenómeno paralelo al que hemos señalado en la filosofía; la disolución doctrinal, la desaparición de los elementos intelectuales de la religión, entrañaba esta consecuencia inevitable: partiendo del «racionalismo», se debía caer en el «sentimentalismo», y es en los países anglosajones donde se podrían encontrar los ejemplos más llamativos de ello. CMM CAPÍTULO V

Aquello de lo que se trata entonces, ya no es religión, ni siquiera disminuida y deformada, sino simplemente «religiosidad», es decir, de vagas aspiraciones sentimentales que no se justifican por ningún conocimiento real; y a este último estadio corresponden teorías como la de la «experiencia religiosa» de William James, que llega hasta ver en el «subconsciente» el medio de entrar, para el hombre, en comunicación con lo divino. CMM CAPÍTULO V

En efecto, puesto que la religión es propiamente una forma de la tradición, el espíritu antitradicional no puede ser más que antireligioso; comienza por desnaturalizar la religión, y, cuando puede, acaba por suprimirla enteramente. CMM CAPÍTULO V

El Protestantismo es ilógico porque, aunque se esfuerza en «humanizar» la religión, a pesar de todo deja subsistir todavía, al menos en teoría, un elemento suprahumano, que es la revelación; no se atreve a llevar la negación hasta el fondo, pero, al librar esta revelación a todas las discusiones que son la consecuencia de interpretaciones puramente humanas, pronto la reduce de hecho a no ser nada; y, cuando se ven gentes que, aunque persisten en llamarse «cristianos», no admiten ya siquiera la divinidad de Cristo, está permitido pensar que esos, sin sospecharlo quizás, están mucho más cerca de la negación completa que del verdadero Cristianismo. CMM CAPÍTULO V

Por otra parte, es natural que el Protestantismo, con el espíritu de negación que le anima, haya dado nacimiento a esa «crítica» disolvente que, en las manos de los pretendidos «historiadores de las religiones», ha devenido un arma de combate contra toda religión, y que así, aunque pretende no reconocer otra autoridad que la de los Libros sagrados, haya contribuido en una amplia medida a la destrucción de esta misma autoridad, es decir, del mínimo de tradición que conservaba todavía; la rebelión contra el espíritu tradicional, una vez comenzada, no podía detenerse a medio camino. CMM CAPÍTULO V

El estado de espíritu al que hacemos alusión es, primeramente, el que consiste, si puede decirse, en «minimizar» la religión, en hacer de ella algo que se pone aparte, a lo cual uno se contenta con asignar un lugar bien delimitado y tan estrecho como sea posible, algo que no tiene ninguna influencia real sobre el resto de la existencia, que está aislada de ella por una suerte de tabique estanco; ¿hay, hoy día, muchos católicos que tengan, en su vida corriente, maneras de pensar y de actuar sensiblemente diferentes de las de sus contemporáneos «irreligiosos»? Es también la ignorancia casi completa desde el punto de vista doctrinal, la indiferencia misma al respecto de todo lo que se refiere a CMM CAPÍTULO V

ella algo que se pone aparte, a lo cual uno se contenta con asignar un lugar bien delimitado y tan estrecho como sea posible, algo que no tiene ninguna influencia real sobre el resto de la existencia, que está aislada de ella por una suerte de tabique estanco; ¿hay, hoy día, muchos católicos que tengan, en su vida corriente, maneras de pensar y de actuar sensiblemente diferentes de las de sus contemporáneos «irreligiosos»? Es también la ignorancia casi completa desde el punto de vista doctrinal, la indiferencia misma al respecto de todo lo que se refiere a la doctrina; la religión, para muchos, es simplemente un asunto de «práctica», de hábito, por no decir de rutina, y si uno se abstiene cuidadosamente de buscar comprender nada en ella, se llega a pensar incluso que es inútil comprender, o quizás que no hay nada que comprender; por lo demás, si se comprendiera realmente la religión, ¿se le podría hacer un lugar tan mediocre entre sus preocupaciones? Así pues, de hecho, la doctrina se encuentra olvidada o reducida a casi nada, lo que se aproxima singularmente a la concepción protestante, porque es un efecto de las mismas tendencias modernas, opuestas a toda intelectualidad CMM CAPÍTULO V

que tengan, en su vida corriente, maneras de pensar y de actuar sensiblemente diferentes de las de sus contemporáneos «irreligiosos»? Es también la ignorancia casi completa desde el punto de vista doctrinal, la indiferencia misma al respecto de todo lo que se refiere a la doctrina; la religión, para muchos, es simplemente un asunto de «práctica», de hábito, por no decir de rutina, y si uno se abstiene cuidadosamente de buscar comprender nada en ella, se llega a pensar incluso que es inútil comprender, o quizás que no hay nada que comprender; por lo demás, si se comprendiera realmente la religión, ¿se le podría hacer un lugar tan mediocre entre sus preocupaciones? Así pues, de hecho, la doctrina se encuentra olvidada o reducida a casi nada, lo que se aproxima singularmente a la concepción protestante, porque es un efecto de las mismas tendencias modernas, opuestas a toda intelectualidad; y lo que es más deplorable, es que la enseñanza que se da generalmente, en lugar de reaccionar contra este estado de espíritu, le favorece al contrario, puesto que se adapta a él muy bien: se habla siempre de moral, no se habla casi nunca de doctrina, bajo pretexto de que no sería CMM CAPÍTULO V

podría hacer un lugar tan mediocre entre sus preocupaciones? Así pues, de hecho, la doctrina se encuentra olvidada o reducida a casi nada, lo que se aproxima singularmente a la concepción protestante, porque es un efecto de las mismas tendencias modernas, opuestas a toda intelectualidad; y lo que es más deplorable, es que la enseñanza que se da generalmente, en lugar de reaccionar contra este estado de espíritu, le favorece al contrario, puesto que se adapta a él muy bien: se habla siempre de moral, no se habla casi nunca de doctrina, bajo pretexto de que no sería comprendida; la religión, ahora, ya no es más que «moralismo», o al menos parece que ya nadie quiera ver lo que ella es realmente, y que es algo completamente diferente. CMM CAPÍTULO V

Esta debilidad se acentúa todavía cuando la «apologética» degenera, como lo decíamos hace un momento, en discusiones completamente «profanas» tanto por el método como por el punto de vista, donde la religión se pone sobre el mismo plano que las teorías filosóficas y científicas, o pseudocientíficas, más contingentes y más hipotéticas, y donde, para parecer «conciliador», se llega hasta admitir en una cierta medida concepciones que no se han inventado más que para arruinar a toda religión; aquellos que actúan así proporcionan ellos mismos la prueba de que son perfectamente inconscientes del verdadero carácter de la doctrina cuyos representantes más o menos autorizados se creen. CMM CAPÍTULO V

Si alguien está tentado de creer que exageramos, no tendrá más que tratar de ver por ejemplo a qué se reducen las pretendidas convicciones religiosas de muchas gentes: algunas nociones aprendidas de memoria, de una manera completamente escolar y maquinal, que no se han asimilado de ninguna manera, en las cuales nunca han reflexionado lo más mínimo, pero que guardan en su memoria y que repiten cuando llega la ocasión porque forman parte de un cierto formalismo, de una actitud convencional que es todo lo que pueden comprender bajo el nombre de religión. CMM CAPÍTULO VII

Hemos hablado ya más atrás de esta «minimización» de la religión, uno de cuyos últimos grados lo representa el «verbalismo» en cuestión; ella es la que explica que muchos supuestos «creyentes», en hecho de materialismo práctico, no le cedan en nada a los «increyentes»; volveremos de nuevo sobre esto, pero, antes, nos es menester acabar con las consideraciones que conciernen al carácter materialista de la ciencia moderna, ya que esa es una cuestión que requiere ser considerada bajo diferentes aspectos. CMM CAPÍTULO VII

La negación de la autoridad espiritual, es también materialismo práctico; y aquellos mismos que pretenden reconocer una tal autoridad en principio le niegan de hecho toda influencia real y todo poder de intervenir en el dominio social, exactamente de la misma manera que establecen un tabique estanco entre la religión y las preocupaciones ordinarias de su existencia; ya sea que se trate de la vida pública o de la vida privada, es efectivamente el mismo estado de espíritu el que se afirma en los dos casos. CMM CAPÍTULO VII

Estos restos de espiritualidad, para todo lo que es propiamente occidental, es únicamente en el orden religioso donde es posible encontrarlos; pero ya hemos dicho cuan disminuida está la religión hoy día, cuan estrecha y mediocre es la concepción que se hacen de ella sus mismos fieles, y hasta qué punto se ha eliminado de ella la intelectualidad, que no forma más que uno con la verdadera espiritualidad; en estas condiciones, si quedan todavía algunas posibilidades, apenas es más que en el estado latente, y, en el presente, su papel efectivo se reduce a bien poco. CMM CAPÍTULO VII

A pesar de todas las dificultades que resultan de tal estado de cosas, hay sin embargo al menos un punto que no parece dudoso y que además no ha sido contestado por ninguno de los que nos han hecho partícipes de sus observaciones, sino sobre el cual, por contra, algunos se apoyan para formular varias de sus objeciones: es que, lejos de ser la religión o la tradición exotérica que se conoce actualmente bajo este nombre, el Cristianismo en sus orígenes tuvo, tanto por sus ritos como por su doctrina, un carácter esencialmente esotérico y por consecuencia iniciático. RGEC CRISTIANISMO E INICIACIÓN

Sería probablemente imposible asignar una fecha precisa a ese cambio que hizo del Cristianismo una religión en el sentido propio de la palabra y una forma tradicional dirigida a todos indistintamente, pero lo que es cierto en todo caso es que fue ya un hecho consumado en la época de Constantino y del Concilio de Nicea, de forma que éste no fue más que el «sancionador», si se puede decir así, inaugurando la era de las formulaciones «dogmáticas» destinadas a constituir una presentación puramente exotérica de la doctrina. ( RGEC CRISTIANISMO E INICIACIÓN

Finalmente, para concluir podemos decir esto: a pesar de los orígenes iniciáticos del Cristianismo, éste, en su estado actual, no es ciertamente nada más que una religión, es decir una tradición de orden exclusivamente exotérico, y no tiene en sí mismo otras posibilidades que las de todo exoterismo; no lo pretende además de ninguna forma puesto que no se ha propuesto nunca otra cosa que obtener la «salvación». RGEC CRISTIANISMO E INICIACIÓN

NA: Recordemos a este propósito que no puede tratarse, de ningún modo, de una «secta»: el dominio iniciático no es el de la religión exotérica, y la formación de «sectas» religiosas no puede haber sido aquí más que otro caso de degeneración profana; lamentamos volver a encontrar aún en el Sr. RGEC «FIELES DE AMOR» Y «CORTES DE AMOR»

Por nuestra parte, no pensamos que sea menester colocarle en un tal punto de vista, ya que el esoterismo verdadero es algo muy diferente de la religión exterior, y, si tiene algunas relaciones con ésta, eso no puede ser sino en tanto que encuentra en las formas religiosas un modo de expresión simbólico; por lo demás, importa poco que esas formas sean las de tal o cual religión, puesto que aquello de lo que se trata es la unidad doctrinal esencial que se disimula detrás de su aparente diversidad. RGED CAPÍTULO I

La metafísica pura no es ni pagana ni cristiana, es universal; los misterios antiguos no eran paganismo, sino que se superponían a éste (Debemos decir incluso que preferimos otra palabra a la de «paganismo», impuesta por un largo uso, pero que no fue, en el origen, más que un término de desprecio aplicado a la religión grecorromana cuando ésta, en el último grado de su decadencia, se encontró reducida al estado de simple «superstición» popular); y de igual modo, en la edad media, hubo organizaciones cuyo carácter era iniciático y no religioso, pero que tomaban su base en el catolicismo. RGED CAPÍTULO I

Ciertamente, se puede aproximar esta cruz a la que, después de haber sido el signo distintivo de las Órdenes de caballería, sirve todavía de emblema a varios grados masónicos; y, si está colocada en la esfera de Marte, ¿no es por una alusión al carácter militar de esas Órdenes, su razón de ser aparente, y al papel que desempeñaron exteriormente en las expediciones guerreras de las Cruzadas? (Se puede observar también que el cielo de Marte es representado como la morada de los «mártires de la religión»; sobre Marte y Martirio, hay incluso una suerte de juego de palabras del que se podrían encontrar en otras partes otros ejemplos: es así como la colina de Montmartre fue antaño el Monte de Marte antes de devenir el Monte de los Mártires. RGED CAPÍTULO III

Ante todo, es de notar que el desprecio y la repulsión experimentados por los demás pueblos, los orientales sobre todo, con respecto a los occidentales, provienen en gran parte de que éstos se les aparecen en general como hombres sin tradición, sin religión, lo que es a sus ojos una verdadera monstruosidad. EMS IX: LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

Un oriental no puede admitir una organización social que no descanse sobre principios tradicionales; para un musulmán, por ejemplo, la legislación íntegra no es sino una simple dependencia de la religión. EMS IX: LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

En efecto, se encara ahora la religión como un simple hecho social; en vez de que el orden social íntegro esté vinculado a la religión, ésta, al contrario, cuando aún se consiente en otorgarle un sitio, no se ve ya sino como uno cualquiera de los elementos constituyentes del orden social; y ¡cuántos católicos, ay, admiten sin la menor dificultad este modo de ver! Es tiempo de reaccionar contra esta tendencia y, a este respecto, la afirmación del Reino social de Cristo es una manifestación particularmente oportuna; pero, para hacer de ella una realidad, es preciso reformar toda la mentalidad moderna. EMS IX: LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

religiosos, en su mayor parte no tienen de la religión sino una idea harto disminuida; ella no ejerce apenas influjo efectivo sobre su pensamiento ni su modo de obrar; está como separada de todo el resto de su existencia. EMS IX: LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

Esto es lo que podría llamarse un materialismo práctico, un materialismo de hecho; ¿no es más peligroso aún que el materialismo confesado, precisamente porque aquellos a quienes afecta no tienen siquiera conciencia de ello? Por otra parte, para la gran mayoría, la religión no es sino asunto del sentimiento, sin ningún alcance intelectual; se confunde la religión con una vaga religiosidad, se la reduce a una moral; se disminuye lo más posible el lugar de la doctrina, que es empero, lo absolutamente esencial, aquello de lo cual todo el resto no debe lógicamente ser sino consecuencia. EMS IX: LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

No insistiremos sobre la ceguera de quienes, so pretexto de “tolerancia”, se tornan cómplices inconscientes de verdaderas falsificaciones de la religión, cuya intención oculta están lejos de suponer. EMS IX: LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

Señalemos solamente de paso, a este propósito, el abuso deplorable que harto frecuentemente se hace de la palabra “religión” misma: ¿no se emplean a cada momento expresiones como “religión de la patria”, “religión de la ciencia”, “religión del deber”? No son simples negligencias de lenguaje: son síntomas de la confusión que reina por doquier en el mundo moderno, pues el lenguaje no hace, en suma, sino representar fielmente el estado de las mentes; y tales expresiones son incompatibles con el verdadero sentido religioso. EMS IX: LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

Nosotros pensamos, precisamente, que lo que importa ante todo es restaurar esa verdadera intelectualidad, y con ella el sentido de la doctrina y de la tradición; es hora de mostrar que hay en la religión otra cosa que un asunto de devoción sentimental, otra cosa también que preceptos morales o consolaciones para uso de espíritus debilitados por el sufrimiento; que puede encontrarse en ella el “sólido alimento” de que habla san Pablo en la Epistola a los Hebreos. EMS IX: LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

No valdría esto más que hacer al espíritu moderno las concesiones más injustificadas, por ejemplo las que se encuentran en tanto tratado de apologética, donde el autor se esfuerza por conciliar el dogma con todo lo que de más hipotético y menos fundado hay en la ciencia actual, para volver a poner en cuestión todo, cada vez que esas teorías sedicentemente científicas vienen a ser reemplazadas por otras? Sería muy fácil, empero, mostrar que la religión y la ciencia no pueden entrar realmente en conflicto, por la sencilla razón de que no se refieren al mismo dominio. ¿ EMS IX: LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

e incierto? ¿Y qué pensar de ciertos teólogos católicos afectados por el espíritu “cientificista” hasta el punto de creerse obligados a tener en cuenta, en mayor o menor medida, los resultados de la exégesis moderna y de la “crítica textual”, cuando sería tan fácil, a condición de poseer una base doctrinal un poco segura, poner en evidencia la inanidad de todo ello? ¿Cómo no se echa de ver que la pretendida “ciencia de las religiones”, tal como se la enseña en los medios universitarios, no ha sido jamás en realidad otra cosa que una máquina de guerra dirigida contra la religión y, más en general, contra todo lo que pueda subsistir aún de espíritu tradicional, al cual quieren, naturalmente, destruir aquellos que dirigen al mundo moderno en un sentido que no puede sino desembocar en una catástrofe? Mucho habría que decir sobre todo esto, pero no hemos querido sino indicar muy someramente algunos de los puntos en los cuales una reforma sería necesaria y urgente; y, para terminar con una cuestión que nos interesa muy especialmente aquí, ¿por qué se encuentra tanta hostilidad, más o menos confesa, para con el simbolismo? Sin duda, porque es ése un modo de expresión que EMS IX: LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

El centro de cierta región era pues, verdaderamente, para el pueblo que habitaba esta región, la imagen visible del “Centro del Mundo” lo mismo que la tradición propia de ese pueblo no era en principio, más que una adaptación, bajo la forma más conveniente a su mentalidad y a sus condiciones de existencia, de la Tradición primordial, que fue siempre, como quiera que pudiesen pensar los que se detienen en las apariencias exteriores, la única verdadera Religión de la humanidad entera. EMS X: EL OMPHALOS, SÍMBOLO DEL CENTRO

Volvamos ahora a la distinción a la cual hacíamos alusión hace un momento; ella resulta inmediatamente de lo que la religión, en el sentido propio y etimológico de esta palabra, es decir, “lo que religa” al hombre a su Principio divino, concierne no solamente a cada hombre en particular, sino también a la humanidad considerada colectivamente, dicho de otra forma, tiene a la vez un aspecto individual y un aspecto social. EMS XII: LA TIERRA SANTA Y EL CORAZÓN DEL MUNDO

Según el segundo sentido, que ya es menos exterior, esta palabra designa lo que debe ser recibido en silencio, aquello sobre lo cual no es conveniente discutir; desde este punto de vista, todos los dogmas de la religión pueden ser llamadas misterios, puesto que son verdades que, por su naturaleza misma, están más allá de toda discusión. EMS XIII: CONSIDERACIONES SOBRE EL SIMBOLISMO I: MITOS Y SÍMBOLOS

Esta connivencia profunda con el plan divino hace del simbolismo algo “no-humano”, según el término hindú que citábamos por entonces, algo que remonta más alto y más lejos que la humanidad, puesto que este origen está en la obra misma del Verbo: está primero en la creación misma, y está a continuación en la Revelación primordial, en la gran Tradición de la cual todas las demás no son sino formas derivadas, y que fue siempre en realidad, como también hemos ya dicho (junio de 1926, p 46), la única verdadera religión de la humanidad entera. EMS XIV: SIMBOLISMO Y FILOSOFÍA

Ahora bien: el R P Wallace declara formalmente, entre otras cosas, que «el Sanatana Dharma de los sabios hindúes (lo que podría traducirse con bastante exactitud por Lex perennis: es el fondo inmutable de la doctrina) procede exactamente del mismo principio que la religión cristiana», que «el uno y la otra encaran el mismo objetivo y ofrecen los mismos medios esenciales de alcanzarlo» (p 218 de la traducción francesa), que «Jesucristo aparece como el Consumador del Sanatana Dharma de los Hindúes, ese sacrificio a los pies del Supremo, tan evidentemente como el Consumador de la religión típica y profética de los judíos y de la Ley de Moisés» (p 217), y que la doctrina hindú es «el natural pedagogo que conduce a Cristo» (Pág. EMS XVI: A PROPÓSITO DEL PEZ

El individualismo, así entendido en el orden intelectual, tiene por consecuencia casi inevitable lo que podría llamarse una “humanización” de la religión, que acaba por degenerar en “religiosidad”, es decir, por no ser ya sino simple cuestión de sentimiento, un conjunto de aspiraciones vagas y sin objeto definido; el sentimentalismo, por lo demás, es, por así decirlo, complementario del racionalismo. EMS XVII: EL EMBLEMA DEL SAGRADO CORAZÓN EN UNA SOCIEDAD SECRETA AMERICANA

Como quiera que fuere, ese modo de disfrazar al Sagrado Corazón como “Corazón de la Humanidad” constituye, propiamente hablando, una forma de “naturalismo”, y arriesga degenerar bien pronto en una grosera idolatría; la “religión de la Humanidad” no es, en la época contemporánea, monopolio exclusivo de Auguste Comte y de algunos de sus discípulos positivistas, a los cuales ha de reconocerse por lo menos el mérito de haber expresado francamente lo que otros envuelven en fórmulas pérfidamente equívocas. EMS XVII: EL EMBLEMA DEL SAGRADO CORAZÓN EN UNA SOCIEDAD SECRETA AMERICANA

Hemos señalado ya las desviaciones que en nuestros días algunos imponen corrientemente al mismo término “religión“, aplicándolo a cosas puramente humanas; este abuso, a menudo inconsciente, ¿no será el resultado de una acción perfectamente consciente y deliberada, acción ejercida por aquellos, quienesquiera que fueren, que han asumido la tarea de deformar sistemáticamente la mentalidad occidental desde los comienzos de los tiempos modernos? A veces está uno tentado de creerlo así, sobre todo cuando se ve, como ocurre desde la última guerra, instaurarse por todas partes una especie de culto laico y “cívico”, una seudorreligión de la cual está ausente toda idea de lo Divino; no queremos insistir más por el momento, pero sabemos que no somos EMS XVII: EL EMBLEMA DEL SAGRADO CORAZÓN EN UNA SOCIEDAD SECRETA AMERICANA

Será pues, a partir de ese momento, el “Maestro” quien, sirviéndose de ese cuerpo como si fuera el suyo propio, hablará por su boca para enseñar la religión de la sabiduría. EMS XVIII: UNA FALSIFICACIÓN DEL CATOLICISMO

Lo que es más interesante es saber cuáles son las enseñanzas especiales contenidas en el Evangelio en cuestión y que se dice ser: “una parte esencial del Cristianismo original, cuya ausencia ha tristemente empobrecido y empobrecido esta religión“. EMS XVIII: UNA FALSIFICACIÓN DEL CATOLICISMO

La acción destructiva del tiempo no deja subsistir más que lo que es superior al tiempo: devorará a todos aquellos que hayan limitado su horizonte al mundo del cambio y puesto toda realidad en el devenir, a aquellos que se han hecho una religión de lo contingente y de lo transitorio, ya que «aquél que sacrifica a un dios devendrá el alimento de ese dios»; ¿pero qué podría el tiempo contra aquellos que llevan en ellos mismos la consciencia de la Eternidad? Hemos cuestionado ya aquí en diversas ocasiones obras de Arthur Avalon (NA: sir John Woodroffe), consagradas a uno de los aspectos pero conocidos de las doctrinas hindúes; es así que lo que se denomina «tantrismo», porque se basa sobre los tratados designados bajo el nombre genérico de tantras, y que es por lo demás mucho más extenso y menos claramente delimitado de RGEH EL ESPIRITU DE LA INDIA ( (Publicado en Le Monde Nouveau, de junio de 1930)

Este error no es solo cosa de teólogos, que serían todavía excusables de querer reducirlo todo así a su punto de vista especial; lo que es más singular, es que es cometido incluso por gentes que son extrañas u hostiles a toda religión, comprendido el Cristianismo, pero que, debido al medio donde viven, conocen a pesar de todo a éste más que a las demás formas tradicionales (lo que, por lo demás, no quiere decir que le comprendan mucho mejor en el fondo), y que, por consiguiente, hacen de él más o menos inconscientemente una suerte de término de comparación al que buscan reducir todo lo demás. RGGT TERNARIO Y TRINIDAD

Desde entonces era perfectamente lógico, a pesar de lo que algunos hayan podido decir de ello, que llegará allí donde ha llegado de hecho: empujado por la necesidad más o menos consciente de realizar una suerte de paralelismo entre el «estado positivo» y los otros dos «estados» tales como se los representaba, Comte vio su acabamiento en lo que ha llamado la «religión de la Humanidad» (NA: La «Humanidad», concebida como la colectividad de todos los hombres pasados, presentes y futuros, es en Comte una verdadera «personificación», ya que, en la parte pseudoreligiosa de su obra, la llama el «Gran Ser»; se podría ver en ello como una suerte de caricatura profana del «Hombre Universal»). RGGT DEFORMACIONES FILOSÓFICAS MODERNAS

CAPÍTULO CAPÍTULO I — GENERALIDADES SOBRE EL VÊDANTA El Vedanta, contrariamente a las opiniones que tienen curso más generalmente entre los orientalistas, no es ni una filosofía, ni una religión, ni algo que participe más o menos de una y de la otra. HDV I

Ya hemos explicado en una obra precedente que la religión, si se quiere guardar a esta palabra su sentido propio, es algo completamente occidental; no se puede aplicar el mismo término a doctrinas orientales sin extender abusivamente su significación, hasta tal punto que deviene entonces completamente imposible dar una definición de él que sea un tanto precisa. HDV I

La teosofía es algo propiamente occidental; ¿por qué querer pues aplicar esta misma palabra a unas doctrinas para las que no está hecha, y a las que no conviene mucho más que las etiquetas de los sistemas filosóficos de occidente? Todavía una vez más, no es de religión de lo que aquí se trata, y, por consiguiente tampoco puede tratarse más de teosofía que de teología; estos dos términos han comenzado por ser casi sinónimos, aunque, por razones puramente históricas, hayan llegado a tomar acepciones muy diferentes ( Se podría hacer una precisión semejante para las palabras “astrología” y “astronomía”, que eran primitivamente sinónimas, y cada una de las cuales, entre los griegos, designaba a la vez lo que una y otra han designado después por separado). HDV I

Por lo demás, judaísmo, cristianismo e islamismo se presentan como los tres elementos de un mismo conjunto, fuera del cual, lo decimos desde ahora, a menudo es muy difícil aplicar propiamente el término mismo de «religión», por poco que se le conserve un sentido preciso y claramente definido; pero, en el islamismo, este lado estrictamente religioso no es en realidad más que el aspecto más exterior; éstos son puntos sobre los cuales tendremos que volver después. IGEDH Principios de unidad de las civilizaciones orientales

Sea como sea, para no considerar de momento más que el lado exterior, es sobre una tradición que se puede calificar de religiosa donde reposa toda la organización del mundo musulmán: no es, como en la Europa actual, la religión la que es un elemento del orden social, sino que, al contrario, es el orden social todo entero el que se integra en la religión, de cuya legislación es inseparable, al encontrar en ella su principio y su razón de ser. IGEDH Principios de unidad de las civilizaciones orientales

Parece que es bastante difícil entenderse sobre una definición exacta y rigurosa de la religión y de sus elementos esenciales, y la etimología, frecuentemente preciosa en parecido caso, aquí no constituye sino una ayuda bastante débil, ya que la indicación que nos proporciona es extremadamente vaga. IGEDH Tradición y Religión

La religión, según la derivación de esta palabra, es «lo que liga»; ¿pero es menester entender por esto lo que liga al hombre a un principio superior, o simplemente lo que liga a los hombres entre sí? Al considerar la antigüedad grecorromana, de donde nos ha venido la palabra, si no la cosa misma que designa hoy día, es casi cierto que la noción de religión participaba allí de esta doble acepción, y que incluso la segunda tenía entonces muy frecuentemente una parte preponderante. IGEDH Tradición y Religión

En efecto, la religión, o al menos lo que se entendía entonces por esta palabra, formaba cuerpo, de una manera indisoluble, con el conjunto de las instituciones sociales, de las que el reconocimiento de los «dioses de la ciudad» y la observancia de las formas de culto legalmente establecidas constituían condiciones fundamentales y garantizaban la estabilidad; por lo demás, eso era lo que daba a esas instituciones un carácter verdaderamente tradicional. IGEDH Tradición y Religión

En estas condiciones, no podía subsistir apenas más que un formalismo tanto más puramente exterior cuanto más incomprehensible había devenido para aquellos mismos que estaban encargados de asegurar su mantenimiento en conformidad con reglas invariables, y la religión, al haber perdido su razón de ser más profunda, ya no podía ser sino un asunto exclusivamente social. IGEDH Tradición y Religión

Es eso lo que explica cómo el hombre que cambiaba de ciudad debía al mismo tiempo cambiar de religión y podía hacerlo sin el menor escrúpulo: tenía que adoptar los usos de aquellos entre quienes se establecía, y debía obediencia en adelante a su legislación que devenía la suya, y, de esta legislación, la religión constituida formaba parte integrante, exactamente al mismo título que las instituciones gubernamentales, jurídicas, militares u otras. IGEDH Tradición y Religión

Esta concepción de la religión como «lazo social» entre los habitantes de una misma ciudad, a la que se superponía, por encima de las variedades locales, otra religión más general, común a todos los pueblos helénicos y que formaba entre ellos el único lazo verdaderamente efectivo y permanente, esta concepción, decimos, no era la de la «religión de Estado» en el sentido en que debía entenderse mucho más tarde, pero tenía ya con ella relaciones evidentes, y debía contribuir ciertamente en buena parte a su formación ulterior. IGEDH Tradición y Religión

Es evidente que un culto como el de los emperadores, por ejemplo, no podía tener más que un alcance únicamente social; y se sabe que, si el cristianismo fue perseguido, mientras que tantos otros elementos heterogéneos se incorporaban sin inconveniente a la religión romana, es porque únicamente él entrañaba, prácticamente tanto como teóricamente, un desconocimiento formal de los «dioses del Imperio» esencialmente subversivo de las instituciones establecidas. IGEDH Tradición y Religión

Con esta exposición, no hemos tenido simplemente como meta mostrar lo que era la concepción de la religión en la civilización grecorromana, lo que podría parecer un poco fuera de propósito; hemos querido hacer comprender sobre todo cuan profundamente difiere esta concepción de la de la religión en la civilización occidental actual, a pesar de la identidad del término que sirve para designar a una y otra. IGEDH Tradición y Religión

Se podría decir que el cristianismo, o, si se prefiere la tradición judeocristiana, al adoptar con la lengua latina esta palabra «religión» que le ha tomado, le ha impuesto una significación casi enteramente nueva; por lo demás, hay otros ejemplos en este hecho, y uno de los más destacables es el que ofrece la palabra «creación», de la que hablaremos más adelante. IGEDH Tradición y Religión

Esto no es todavía, a decir verdad, más que una primera aproximación; para determinar más exactamente el sentido de la religión en su concepción actual, que es la única que consideraremos ahora bajo este nombre, sería evidentemente inútil referirse más a la etimología, de la que el uso se ha apartado enormemente, y no es más que por el examen directo de lo que existe efectivamente como es posible obtener una información precisa. IGEDH Tradición y Religión

Debemos decir ahora que la mayor parte de las definiciones, o más bien de los intentos de definición que se han propuesto, en lo que concierne a la religión, tienen como defecto común poder aplicarse a cosas extremadamente diferentes, y de las cuales algunas no tienen nada en absoluto de religioso en realidad. IGEDH Tradición y Religión

Habría lugar a destacar que este carácter obligatorio está lejos de pertenecer al mismo grado a todo lo que es igualmente religioso, que puede variar de intensidad, ya sea para las prácticas y las creencias diversas en el interior de una misma religión, ya sea generalmente de una religión a otra; pero, admitiendo incluso que sea más o menos común a todos los hechos religiosos, está muy lejos de serle propio, y la lógica más elemental enseña que una definición debe convenir, no sólo «a todo lo definido», sino también «únicamente a lo definido». IGEDH Tradición y Religión

De hecho, la obligación, impuesta más o menos estrictamente por una autoridad o un poder de una naturaleza cualquiera, es un elemento que se encuentra de una manera casi constante en todo lo que son instituciones sociales propiamente dichas; en particular, ¿hay algo que se plantee como más riguroso que la legalidad? Por lo demás, que la legislación se vincule directamente a la religión como en el islam, o que esté por el contrario completamente separada y sea independiente de ella como en los estados europeos actuales, no obstante tiene este carácter de obligación tanto en un caso como en el otro, y lo tiene siempre necesariamente, simplemente porque se trata de una condición de posibilidad para cualquier forma de organización social; así pues, ¿quién se atrevería a sostener seriamente que las instituciones jurídicas de la Europa moderna están revestidas de un carácter religioso? Una tal suposición es manifiestamente ridícula, y, si nos entretenemos en ello un poco más de lo que convendría, es IGEDH Tradición y Religión

Para acabar con este punto, no es únicamente en las sociedades que se ha convenido llamar «primitivas», erróneamente según nós, donde «todos los fenómenos sociales tienen el mismo carácter obligatorio», a un grado u otro, constatación que obliga a nuestros sociólogos, al hablar de estas sociedades supuestamente «primitivas», cuyo testimonio les agrada invocar tanto más cuanto más difícil es su control, a confesar que «la religión allí es todo, a menos que se prefiera decir que no es nada» (NA: E Doutté, Magie et religion dans lAfrique du Nord, Introducción, p 7). IGEDH Tradición y Religión

Es verdad que agregan de inmediato, para esta segunda alternativa que nos parece que es la buena, esta restricción: «Si se la quiere considerar como una función especial»; pero precisamente, si no es una «función especial», ya no es religión en absoluto. IGEDH Tradición y Religión

Pero no hemos terminado todavía con todas las fantasías de los sociólogos: otra teoría que les es querida consiste en decir que la religión se caracteriza esencialmente por la presencia de un elemento ritual; dicho de otro modo, por todas partes donde se constata la existencia de ritos, cualesquiera que sean, se debe concluir de ello, sin más examen, que nos encontramos por eso mismo en presencia de fenómenos religiosos. IGEDH Tradición y Religión

Es cierto que en toda religión hay un elemento ritual, pero este elemento no es suficiente, por sí sólo, para caracterizar la religión como tal; aquí, como hace un momento, la definición propuesta es demasiado amplia, porque hay ritos que no son en modo alguno religiosos, y los hay incluso de varios tipos. IGEDH Tradición y Religión

Es lo que habían comprendido muy bien los jesuitas establecidos en China en el siglo XVII, que encontraban muy natural participar en esas ceremonias, y que no veían en ellas nada incompatible con el cristianismo, en lo que tenían mucha razón, ya que el confucionismo, al colocarse enteramente fuera del dominio religioso, y al no hacer intervenir más que lo que puede y debe ser admitido normalmente por todos los miembros del cuerpo social sin ninguna distinción, es desde entonces perfectamente conciliable con una religión cualquiera, así como con la ausencia de toda religión. IGEDH Tradición y Religión

Los sociólogos contemporáneos cometen exactamente el mismo error que cometieron antaño los adversarios de los jesuitas, cuando les acusaron de haberse sometido a las prácticas de una religión extraña al cristianismo: al ver que allí había ritos, habían pensado, naturalmente, que estos ritos, como los que estaban habituados a considerar en el medio europeo, debían ser de naturaleza religiosa. IGEDH Tradición y Religión

El chino, que, en cierto modo, tiene por naturaleza el mayor respeto hacia todo lo que es de orden tradicional, adoptará gustosamente, cuando se encuentre trasladado a otro medio, lo que le parezca que constituye su tradición; ahora bien, puesto que en Occidente sólo la religión presenta este carácter, podrá adoptarla así, pero de una manera completamente superficial y pasajera. IGEDH Tradición y Religión

Vuelto a su país de origen, que jamás ha abandonado de una manera definitiva, ya que la «solidaridad de la raza» es demasiado poderosa para permitírselo, ese mismo chino ya no se preocupará lo más mínimo de la religión cuyos usos había seguido temporalmente; eso se debe a que esa religión, que es tal para los otros, él mismo no la había concebido nunca en modo religioso, puesto que ese modo es extraño a su mentalidad, y, por lo demás, como no ha encontrado en Occidente nada que tenga, por poco que sea, un carácter metafísico, ella no podía ser a sus ojos más que el equivalente más o menos exacto de una tradición de orden puramente social, a la manera del confucionismo. IGEDH Tradición y Religión

En el mismo orden de ideas, otro hecho interesante que hay que reseñar es que, en el Japón, el sintoísmo tiene, en una cierta medida, el mismo carácter y el mismo papel que el confucionismo en China; aunque tenga también otros aspectos menos claramente definidos, es ante todo una institución ceremonial del Estado, y sus funcionarios, que no son «sacerdotes», son enteramente libres de tomar la religión que quieran o de no tomar ninguna. IGEDH Tradición y Religión

A este propósito, recordamos haber leído, en un manual de historia de las religiones, la reflexión singular de que, «ni en el Japón ni tampoco en China, la fe en las doctrinas de una religión excluye en lo más mínimo la fe en las doctrinas de otra religión» (NA: Christus, cap V, p 193); en realidad, doctrinas diferentes no pueden ser compatibles sino a condición de no colocarse sobre el mismo terreno, lo que es en efecto el caso, y eso debería bastar para probar que aquí no puede tratarse en modo alguno de religión. IGEDH Tradición y Religión

Hasta aquí, no hemos tratado en suma más que de una manera negativa la cuestión que habíamos planteado, ya que hemos mostrado sobre todo la insuficiencia de algunas definiciones, insuficiencia que llega hasta entrañar su falsedad; debemos indicar ahora, si no una definición, hablando propiamente, al menos sí una concepción positiva de lo que constituye verdaderamente la religión. IGEDH Tradición y Religión

Diremos que la religión conlleva esencialmente la reunión de tres elementos de órdenes diversos: un dogma, una moral y un culto; por todas partes donde falte uno cualquiera de estos elementos, ya no se tratará de una religión en el sentido propio de esta palabra. IGEDH Tradición y Religión

Agregaremos seguidamente que el primer elemento forma la parte intelectual de la religión, que el segundo forma su parte social, y que el tercero, que es el elemento ritual, participa a la vez de una y de otra; pero esto exige algunas explicaciones. IGEDH Tradición y Religión

El mismo factor sentimental, secundario en la doctrina, deviene preponderante, e incluso casi exclusivo, en la moral, cuya dependencia de principio con respecto al dogma es una afirmación sobre todo teórica: esta moral, cuya razón de ser no puede ser sino puramente social, podría considerarse como una suerte de legislación, lo único que permanece como patrimonio de la religión allí donde las instituciones civiles son independientes de ella. IGEDH Tradición y Religión

Hay que destacar que, en una religión donde el elemento social y sentimental predomina sobre el elemento intelectual, la parte del dogma y la del culto se reducen simultáneamente cada vez más, de suerte que una tal religión tiende a degenerar en un «moralismo» puro y simple, como se ve un ejemplo muy claro de ello en el caso del protestantismo; en el límite, que, actualmente, ha alcanzado casi un cierto «protestantismo liberal», lo que queda ya no es una religión, puesto que no ha conservado más que una sola de las partes esenciales, sino simplemente una suerte de pensamiento filosófico especial. IGEDH Tradición y Religión

Se puede comprender ahora por qué decíamos precedentemente que es difícil aplicar rigurosamente el término de religión fuera del conjunto formado por el judaísmo, el cristianismo y el islamismo, lo que confirma la proveniencia específicamente judaica de la concepción que esta palabra expresa actualmente. IGEDH Tradición y Religión

Aquí es indispensable una última observación: no admitimos, como los sociólogos de los que hablábamos más atrás, que la religión sea pura y simplemente un hecho social; decimos solamente que tiene un elemento constitutivo que es de orden social, lo que evidentemente, no es la misma cosa, puesto que este elemento es normalmente secundario en relación a la doctrina, que es de un orden completamente diferente, de suerte que la religión, aunque es social por un cierto lado, es al mismo tiempo algo más. IGEDH Tradición y Religión

Por lo demás, de hecho, hay casos donde todo lo que es del orden social se encuentra vinculado y como suspendido de la religión: es el caso del islamismo, como ya hemos tenido ocasión de decirlo, y también del judaísmo, en el que la legislación no es menos esencialmente religiosa, pero con la particularidad de que no es aplicable más que a un pueblo determinado; es igualmente el caso de una concepción del cristianismo que podríamos llamar «integral», y que ha tenido antaño una realización efectiva. IGEDH Tradición y Religión

La opinión sociológica no corresponde más que al estado actual de Europa, y todavía haciendo abstracción de las consideraciones doctrinales, que, no obstante, no han perdido realmente su importancia primordial más que en los pueblos protestantes; cosa bastante curiosa, la opinión sociológica podría servir para justificar la concepción de una «religión de Estado», es decir, en el fondo, de una religión que es más o menos completamente asunto del Estado, y que, como tal, corre mucho riesgo de ser reducida a un papel de instrumento político; concepción que, en algunos aspectos, nos conduce a la religión grecorromana, así como lo indicábamos más atrás. IGEDH Tradición y Religión

Esta idea aparece como diametralmente opuesta a la de la «Cristiandad»: ésta, anterior a las nacionalidades, no podría subsistir o restablecerse después de su constitución, más que a condición de ser esencialmente «supranacional»; al contrario, la «religión de Estado» se considera siempre de hecho, que no de derecho, como nacional, ya sea enteramente independiente o ya sea que admita un vinculamiento a otras instituciones similares por una suerte de lazo federativo, que no deja en todo caso a la autoridad superior y central más que un poder considerablemente disminuido. IGEDH Tradición y Religión

La primera de estas dos concepciones, la de la «Cristiandad», es eminentemente la de un «Catolicismo» en el sentido etimológico de la palabra; la segunda, la de una «religión de Estado», encuentra lógicamente su expresión, según los casos, ya sea en un galicanismo a la manera de Luis XIV, o ya sea en el anglicanismo o en algunas formas de la religión protestante, a la que, en general, este rebajamiento no parece repugnar en absoluto. IGEDH Tradición y Religión

Agregamos para terminar que, de estas dos maneras occidentales de considerar la religión, la primera es la única que sea capaz de presentar, con las particularidades propias al modo religioso, los caracteres de una verdadera tradición tal como la concibe, sin ninguna excepción, la mentalidad oriental. IGEDH Tradición y Religión

Por lo demás, no podría haber oposición o conflicto de ningún tipo entre la metafísica y las ciencias, precisamente porque sus dominios respectivos están profundamente separados; y es exactamente lo mismo, por lo demás, al respecto de la religión. IGEDH Caracteres esenciales de la metafísica

Por otro lado, es de eso de donde nace la diversidad profunda de los dogmas religiosos, que entraña su incompatibilidad, ya que, mientras que la inteligencia es una, y mientras que la verdad, en toda la medida en que se comprende, no puede serlo más que de una manera, la sentimentalidad es diversa, y la religión, que tiende a satisfacerla, deberá esforzarse en adaptarse formalmente lo mejor posible a sus modos múltiples, que son diferentes y variables según las razas y las épocas. IGEDH Relaciones de la metafísica y la teología

Este caso es el de los vestigios que deja tras de sí toda tradición cuyo verdadero sentido ha caído en el olvido, y especialmente el de toda religión que la común incomprehensión de sus adherentes reduce a un simple formalismo exterior; ya hemos citado el ejemplo más llamativo quizás de esta degeneración, el de la religión griega. IGEDH Simbolismo y antropomorfismo

Únicamente en esos mismos pueblos el antropomorfismo es natural, y hay que destacar que, por la misma razón, se trata de los mismos pueblos donde ha podido constituirse el punto de vista propiamente religioso; pero, por lo demás, la religión siempre se ha esforzado en ellos en reaccionar contra la tendencia antropomórfica y en combatirla en principio, aunque su concepción más o menos falseada, en el espíritu popular, contribuyera a veces al contrario a desarrollarla de hecho. IGEDH Simbolismo y antropomorfismo

creación»: esta concepción, que es tan extraña a los orientales, exceptuando los musulmanes, como lo fue también a la antigüedad grecorromana, aparece como específicamente judaica en su origen; la palabra que la designa es latina en su forma, pero no en la acepción que ha recibido con el cristianismo, ya que creare no quería decir primero nada mas que «hacer», sentido que siempre ha permanecido, en sánscrito, el de la raíz verbal kri, que es idéntica a esta palabra; hubo pues ahí un cambio profundo de significación, y este caso es, como ya lo hemos dicho, similar al del término «religión». IGEDH Simbolismo y antropomorfismo

La ortodoxia y la heterodoxia pueden ser consideradas, no sólo desde el punto de vista religioso, aunque éste sea el caso más habitual en Occidente, sino también desde el punto de vista mucho más general de la tradición bajo todos sus modos; en lo que concierne a la India, es únicamente de esta manera como se las puede comprender, puesto que allí no hay nada que sea propiamente religioso, mientras que, al contrario, para Occidente no hay nada verdaderamente tradicional fuera de la religión. IGEDH Ortodoxia y heterodoxia

Pero el budismo, sea como sea, e incluso en los aspectos más «simplistas» que haya podido revestir en algunas de sus ramas, es no obstante todavía oriental a pesar de todo; así pues, los orientalistas llevan demasiado lejos la asimilación con los puntos de vista occidentales, por ejemplo cuando quieren hacer de él el equivalente de una religión en el sentido europeo de la palabra, lo que, por lo demás, los mete a veces en un singular atolladero: ¿no han declarado algunos, que no retroceden ante una contradicción en los términos, que era una «religión atea»? En realidad, el budismo no es más «ateo» que «teísta» o «panteísta»; lo que es menester decir simplemente, es que no se coloca en el punto de vista en relación al que estos diversos términos tienen un sentido; pero, si no se coloca ahí, es precisamente porque no es una religión. IGEDH A propósito del budismo

por ejemplo cuando quieren hacer de él el equivalente de una religión en el sentido europeo de la palabra, lo que, por lo demás, los mete a veces en un singular atolladero: ¿no han declarado algunos, que no retroceden ante una contradicción en los términos, que era una «religión atea»? En realidad, el budismo no es más «ateo» que «teísta» o «panteísta»; lo que es menester decir simplemente, es que no se coloca en el punto de vista en relación al que estos diversos términos tienen un sentido; pero, si no se coloca ahí, es precisamente porque no es una religión. IGEDH A propósito del budismo

Así, aquello mismo que podría parecer menos extraño a su propia mentalidad, los orientalistas encuentran aún el medio de desnaturalizarlo con sus interpretaciones, e incluso de varias maneras ya que, cuando quieren ver en el budismo una filosofía, no le desnaturalizan menos que cuando quieren hacer de él una religión: por ejemplo, si se habla de «pesimismo» como se hace muy frecuentemente, no es el budismo lo que se caracteriza, o al menos no es más que el budismo visto a través de la filosofía de Schopenhauer; el budismo autentico no es ni «pesimista» ni «optimista», ya que, para él, las cuestiones no se plantean precisamente de esta manera; pero es menester creer que es muy molesto para algunos no poder aplicar a una doctrina las etiquetas occidentales. IGEDH A propósito del budismo

La verdad es que el budismo no es ni una religión ni una filosofía, aunque, sobre todo en aquellas de sus formas que tienen la preferencia de los orientalistas, esté más cerca de una y otra en algunos aspectos, que lo están las doctrinas tradicionales hindúes. IGEDH A propósito del budismo

El acercamiento, para ser legítimo, no debe de llegar hasta una asimilación y, de modo semejante, en lo que concierne a la religión, el budismo no le es efectivamente comparable más que sobre un punto, importante sin duda, pero insuficiente para hacer concluir en una identidad de pensamiento: es la introducción de un elemento sentimental, que, por lo demás, puede explicarse en todos los casos por una adaptación a las condiciones particulares del período en el que han tomado nacimiento las doctrinas que están afectadas por él, y que, por consecuencia, está lejos de implicar necesariamente que estás sean todas de una misma especie. IGEDH A propósito del budismo

Lo que sería menester decir, es sólo que, hacia la época del rey Ashoka, es decir, hacia el siglo III antes de la era cristiana, el budismo tuvo en la India un período de gran extensión, al mismo tiempo que comenzaba a extenderse fuera de la India, y que este período fue, por lo demás, seguido prontamente de su declive; pero, inclusive para esta época, si se quisiera encontrar una similitud en el mundo occidental, se debería decir que esa extensión fue más bien comparable a la de una orden monástica que a la de una religión que se dirige a todo el conjunto de la población; esta comparación, sin ser perfecta, sería ciertamente la menos inexacta de todas. IGEDH A propósito del budismo

Así, a veces se quiere traducir dharma por «religión», mientras que aquí el punto de vista religioso no se aplica; pero, al mismo tiempo, se debe reconocer que no es la concepción de la doctrina, supuesta erróneamente religiosa, lo que esta palabra designa propiamente. IGEDH La ley de Manú

Para aquellos que quieren ver a toda costa una religión en la tradición hindú, quedaría entonces lo que ellos creen que es la moral, y es ésta lo que se llamaría más precisamente dharma; de ahí, según los casos, interpretaciones diversas y más o menos secundarías como las de «virtud», de «justicia», de «mérito», de «deber», nociones todas exclusivamente morales en efecto, pero que, por eso mismo, no traducen a ningún grado la concepción de que se trata. IGEDH La ley de Manú

Con el Vedanta, estamos, como hemos dicho, en el dominio de la metafísica pura; por consiguiente, es superfluo repetir que no es ni una filosofía ni una religión, aunque los orientalistas quieran forzosamente ver en él una u otra, o incluso, como Schopenhauer, una y otra a la vez. IGEDH El Vedanta

A los ojos de los partidarios de este método, la primera condición para poder estudiar las doctrinas metafísicas es, evidentemente, no ser metafísico; del mismo modo, aquellos que le aplican a la «ciencia de las religiones» pretenden, más o menos abiertamente, que se está descalificado para ese estudio únicamente por el hecho de pertenecer a una religión cualquiera: esto equivale a proclamar la competencia exclusiva, en no importa cuál rama, de aquellos que no tienen más que un conocimiento exterior y superficial de ella, ese mismo que se basta para dar la erudición, y, sin duda, es por eso por lo que, en hecho de doctrinas, el juicio de los orientales se tiene por nulo e inconveniente. IGEDH El orientalismo oficial

Es apropiado decir aquí algunas palabras en lo concerniente a lo que se llama la «ciencia de las religiones», ya que aquello de lo que se trata debe precisamente su origen a los estudios indianistas; esto hace ver inmediatamente que la palabra «religión» no se toma ahí en el sentido exacto que le hemos reconocido. IGEDH La ciencia de las religiones

En efecto, Burnouf, que parece ser el primero en haber dado su denominación a esta ciencia, o supuesta tal, descuida hacer figurar la moral entre los elementos constitutivos de la religión, que reduce así a dos: la doctrina y el rito; es lo que le permite hacer entrar en ella cosas que no se relacionan de ninguna manera con el punto de vista religioso, ya que reconoce al menos, con razón, que no hay moral en el Veda. IGEDH La ciencia de las religiones

Se debe comprender por qué calificamos a un estudio de este género de «pretendida ciencia», y por qué nos es completamente imposible tomarla en serio; y es menester agregar también que, aunque afecte darse un aire de imparcialidad desinteresada, y aunque proclame incluso la necia pretensión de «dominar todas las doctrinas» (NA: E Burnouf, La Science des Religions, p 6), lo que rebasa la justa medida en este sentido, esta «ciencia de las religiones» es simplemente, la mayor parte del tiempo, un vulgar instrumento de polémica entre las manos de gentes cuya intención verdadera es servirse de él contra la religión, entendida esta vez en su sentido propio y habitual. IGEDH La ciencia de las religiones

Este movimiento se proponía reemplazar la religión por una vaga «religiosidad», es decir, por una aspiración sentimental que la «vida moral» bastaba para satisfacer, y que, para llegar a ella, debía esforzarse en destruir los dogmas aplicándoles la «crítica» y constituyendo una teoría de su «evolución», es decir, sirviéndose también de esa misma máquina de guerra que es la «ciencia de las religiones», que quizás no ha tenido nunca otra razón de ser. IGEDH La ciencia de las religiones

Ahora bien, en lo que concierne al fetichismo, esta palabra, de origen portugués, significa literalmente «brujería»; por consiguiente, lo que designa no es religión o algo más o menos análogo, sino más bien magia, e incluso magia del tipo más inferior. IGEDH La ciencia de las religiones

La magia no es de ninguna manera una forma de religión, aunque se la suponga primitiva o desviada, y no es tampoco, como otros lo han sostenido, algo que se opone profundamente a la religión, una suerte de «contrarreligión», si se puede emplear una tal expresión; en fin, no es tampoco aquello de donde habrían salido a la vez la religión y la ciencia, según una tercera opinión que no está mejor fundada que las dos precedentes; todas estas confusiones muestran que aquellos que hablan de la magia no saben demasiado de qué se trata. IGEDH La ciencia de las religiones

Si hemos tenido que precisar aquí la verdadera naturaleza de la magia, es porque se hace que ésta juegue un papel considerable en una cierta concepción de la «ciencia de las religiones», que es la de lo que se llama la «escuela sociológica»; después de haber buscado mucho tiempo dar sobre todo una explicación psicológica de los «fenómenos religiosos», ahora se busca más bien, en efecto, dar de ellos una explicación sociológica, y ya hemos hablado de ello a propósito de la definición de la religión; a nuestro juicio, estos dos puntos de vista son tan falsos el uno como el otro, e igualmente incapaces de dar cuenta de lo que es verdaderamente la religión, y con mayor razón la tradición en general. IGEDH La ciencia de las religiones

se hace que ésta juegue un papel considerable en una cierta concepción de la «ciencia de las religiones», que es la de lo que se llama la «escuela sociológica»; después de haber buscado mucho tiempo dar sobre todo una explicación psicológica de los «fenómenos religiosos», ahora se busca más bien, en efecto, dar de ellos una explicación sociológica, y ya hemos hablado de ello a propósito de la definición de la religión; a nuestro juicio, estos dos puntos de vista son tan falsos el uno como el otro, e igualmente incapaces de dar cuenta de lo que es verdaderamente la religión, y con mayor razón la tradición en general. IGEDH La ciencia de las religiones

Hasta entonces, no había habido nunca nada a lo que pudiera aplicarse una denominación tal como la de «Iglesia hindú» o de «Iglesia brahmanica», porque semejante asimilación no era posible ni por el punto de vista esencial de la tradición hindú, ni por el modo de organización que le corresponde; de hecho, fue la primera tentativa para hacer del brahmanismo una religión en el sentido occidental de esta palabra, y, al mismo tiempo, se quiso hacer de él una religión animada por tendencias idénticas a las que caracterizan al protestantismo. IGEDH El Vedanta occidentalizado

El Vedanta ha devenido ahí lo que Schopenhauer había creído ver en él, una religión sentimental y «consolante», con una fuerte dosis de «moralismo» protestante; y, bajo esta forma decaída, se acerca extrañamente al «teosofismo», para el que es más bien un aliado natural que un rival o un competidor. IGEDH El Vedanta occidentalizado

A otro nivel y con consecuencias todavía más extensas, se trata del mismo error que cometen la mayoría de aquellos de los occidentales actuales que se creen todavía «religiosos», y que hacen de la religión una cosa enteramente aparte, que no tiene con todo el resto de su vida ningún contacto real; por lo demás, un tal error es todavía menos excusable para quien quiere colocarse bajo el punto de vista iniciático que para quien se atiene al punto de vista exotérico, y, en todos los casos, se ve sin esfuerzo cuan lejos está eso de responder a una concepción integralmente tradicional. IRE NECESIDAD DEL EXOTERISMO TRADICIONAL

No hay más que mirar alrededor de sí mismo para darse cuenta hasta qué punto el espíritu moderno ha triunfado en esta tarea que se ha asignado, ya que incluso los hombres que se estiman «religiosos», es decir, aquellos en quienes subsiste todavía más o menos conscientemente algo del espíritu tradicional, por eso no consideran menos la religión como una cosa que ocupa entre las demás un lugar completamente aparte, y por lo demás, a decir verdad, muy restringido, de tal suerte que no ejerce ninguna influencia efectiva sobre todo el resto de su existencia, donde piensan y actúan exactamente de la misma manera que los más completamente irreligiosos de sus contemporáneos. IRE LO SAGRADO Y LO PROFANO

puede ser obtenido el conocimiento efectivo, cuya existencia y cuya posibilidad misma son algo que ni siquiera sospechan; así pues, cuando decimos, como lo hemos dicho más atrás, que la meta a alcanzar es el puro Conocimiento, ¿cómo podrían saber lo que entendemos por eso? Por otra parte, en el curso de nuestras obras hemos tenido buen cuidado de precisar que la ortodoxia de la doctrina tradicional hindú no debía concebirse de ninguna manera como religiosa; eso implica forzosamente que ella no podría expresarse bajo una forma dogmática, puesto que ésta es inaplicable fuera del punto de vista de la religión propiamente dicha. IRE DOCTRINA Y MÉTODO

se aplica casi exclusivamente en el dominio religioso, y es quizás eso lo que explica hasta un cierto punto la confusión de que hablamos, pues no hay que decir que todo lo que es «místico», en la acepción actual de esta palabra, pertenece también a este mismo dominio; pero es menester guardarse bien de creer que, inversamente, todo lo que es de orden religioso está por eso mismo más o menos estrechamente emparentado al misticismo, lo que es un extraño error cometido por algunos modernos, y sobre todo, es bueno anotarlo, por aquellos que son más abiertamente hostiles a toda religión. IRE ASCESIS Y ASCETISMO

Pero hay algo más curioso; es que la mentalidad «laica» de los modernos retorna de buena gana a esta misma acusación de quietismo contra la religión misma, extendiéndola indebidamente, no solo a todos los místicos, comprendidos los más ortodoxos de entre ellos, sino también a los religiosos pertenecientes a las órdenes contemplativas, que por lo demás son todos indistintamente «místicos» a sus ojos, aunque no lo sean necesariamente en realidad; los hay incluso que llevan la confusión todavía más lejos, yendo hasta identificar pura y simplemente misticismo y religión. IRE CONTRA EL «QUIETISMO»

los que se trata en los casos que hemos citado precedentemente no podría tener nada en común con el «altruismo», el «humanitarismo», la «filantropía» y otras pequeñeces «ideales» celebradas por los moralistas, y que no sólo están evidentemente desprovistas de todo carácter transcendente o suprahumano, sino que incluso están perfectamente al alcance del primer profano que llegue (NA: Tenemos que precisar que lo que decimos aquí señala al punto de vista específicamente moderno de la «moral laica»; incluso cuando ésta no hace en cierto modo, como ocurre frecuentemente a pesar de sus pretensiones, más que «plagiar» preceptos tomados de la religión, ella los vacía de toda significación real, suprimiendo todos los elementos que permitían ligarlos a un orden superior y, más allá del exoterismo simplemente literal, transponerlos como signos de verdades principiales; y a veces incluso, aunque parece guardar lo que se podría llamar la «materialidad» de estos preceptos, esa moral, por la interpretación que da de ellos, llega hasta «volverlos» verdaderamente en un sentido antitradicional). IRE REALIZACIÓN ASCENDENTE Y DESCENDENTE

Además, muchas doctrinas consideradas habitualmente como dualistas, no lo son más que en apariencia; en el Maniqueísmo, como en la religión de Zoroastro, el dualismo no era sino una doctrina puramente exotérica, recubriendo la verdadera doctrina esotérica de la Unidad: Ormuz y Ahrimán son ambos engendrados por Zervane-Akerene, y deben confundirse en él al final de los tiempos. RGM EL DEMIURGO

Es que la religión, en tales casos, no es algo que ocupa un lugar aparte, sin relación alguna con todo lo demás, como sucede para los occidentales modernos (al menos para aquellos que no consienten aún en admitir una religión); por el contrario, impregna profundamente toda la existencia del ser humano, o mejor dicho, todo lo que constituye esta existencia y, en particular la vida social, se encuentra como englobada en su dominio, si bien en tales condiciones, no puede existir en realidad nada que sea “profano”, salvo para los que, por una razón u otra, están fuera de la tradición, y cuyo caso RGM LA INICIACION Y LOS OFICIOS

Es que la religión, en tales casos, no es algo que ocupa un lugar aparte, sin relación alguna con todo lo demás, como sucede para los occidentales modernos (al menos para aquellos que no consienten aún en admitir una religión); por el contrario, impregna profundamente toda la existencia del ser humano, o mejor dicho, todo lo que constituye esta existencia y, en particular la vida social, se encuentra como englobada en su dominio, si bien en tales condiciones, no puede existir en realidad nada que sea “profano”, salvo para los que, por una razón u otra, están fuera de la tradición, y cuyo caso representa entonces una simple anomalía. RGM LA INICIACION Y LOS OFICIOS

Además, donde no existe nada a lo que se aplique propiamente el nombre de “religión“, no dejará de haber una legislación tradicional y “sagrada” que, aunque teniendo caracteres diferentes, desempeñe exactamente la misma función; estas consideraciones pueden entonces aplicarse a toda civilización tradicional sin excepción. RGM LA INICIACION Y LOS OFICIOS

Por lo demás, es extremadamente difícil decir si los que se adhirieron a Smith al principio fueron sus víctimas o sus cómplices; en lo que respecta a Harris, cuya fortuna fue gravemente comprometida por el poco éxito que en principio tuvo el Libro de Mormón, no tardó en renegar de la nueva fe y en pelearse con Smith, éste pronto tuvo una revelación que dispuso su manutención a cargo de sus adherentes; después, el 6 de Abril de 1830, otra revelación vino a constituirlo profeta de Dios, con la misión de enseñar a los hombres una nueva religión y establecer la “Iglesia de los Santos de los Últimos Días” (Church of Latter-Day Saints), en la que debía entrarse por un nuevo bautismo; la iglesia sólo contaba entonces con seis miembros, pero, al cabo de un mes, tenía una treintena, entre los que estaban el padre y los hermanos de Smith. RGM LOS ORÍGENES DEL MORMONISMO

Pelliot ¿ignora la edad auténtica de la civilización tibetana, y la cree también como “esencialmente búdica”, como han pretendido muchos de sus colegas? La realidad es que el Budismo no ha tenido nunca en estas regiones, más que una influencia del todo superficial, y, en el Tíbet mismo, habría dificultades para encontrar algunas de sus huellas, por desgracia para los que, aún ahora, querrían hacerlo el centro de la religión búdica. RGM A PROPÓSITO DE UNA MISIÓN EN ASIA CENTRAL?

Son verdaderos ídolos, las divinidades de una suerte de «religión laica» que no está claramente definida, sin duda, y que no puede estarlo, pero que por eso no tiene menos una existencia muy real: no es religión en el sentido propio de la palabra, sino lo que pretende sustituirla, y que merecería mejor ser llamada «contrarreligión». RGOO LA SUPERSTICIÓN DE LA CIENCIA

Todo eso no es más que la consecuencia inevitable de esta ignorancia de los principios que hemos denunciado como el vicio capital de la ciencia occidental; y, a pesar de las protestas de Littré, no pensamos que Augusto Comte se haya desviado lo más mínimo del positivismo al querer instaurar una «religión de la Humanidad»; este «misticismo» especial no era nada más que un intento de fusión de las dos tendencias características de la civilización moderna. RGOO LA SUPERSTICIÓN DE LA CIENCIA

Estas gentes, sobre cuya mentalidad el «moralismo» ejerce una influencia tan poderosa (y su moral, aunque se titula «científica», por ello no es menos puramente sentimental en el fondo), son naturalmente de aquellos que profesan la «religión de la ciencia»; como eso no puede ser en verdad más que una «pseudoreligión» es mucho más justo, desde nuestro punto de vista, llamar a eso «superstición de la ciencia»; una creencia que no reposa más que sobre la ignorancia (incluso «sabia») y sobre vanos prejuicios, no merece ser considerada de otro modo que como una vulgar superstición. RGOO LA SUPERSTICIÓN DE LA CIENCIA

En algunas ramas del protestantismo actual, la doctrina ha llegado a disolverse completamente, y, como el culto se ha reducido igualmente también a casi nada, sólo el elemento moral subsiste finalmente: el «protestantismo liberal» ya no es más que un «moralismo» con etiqueta religiosa; no se puede decir que sea todavía una religión en el sentido estricto de esta palabra, puesto que, de los tres elementos que entran en la definición de la religión, ya no queda más que uno solo. RGOO LA SUPERSTICIÓN DE LA VIDA

Para designar cosas de este género, empleamos gustosamente la palabra «pseudoreligión»; y aplicamos también esta misma palabra a todas las sectas «neoespiritualistas», que nacen y prosperan sobre todo en los países protestantes, porque el «neoespiritualismo» y el «protestantismo liberal» proceden de las mismas tendencias y del mismo estado de espíritu: por la supresión del elemento intelectual (o su ausencia si se trata de creaciones nuevas), la religión es sustituida por la religiosidad, es decir, por una simple aspiración sentimental más o menos vaga e inconsciente; y esta religiosidad es a la religión lo mismo que la sombra es al cuerpo. RGOO LA SUPERSTICIÓN DE LA VIDA

Hasta aquí, nos hemos abstenido intencionadamente de mencionar la religión entre las diferentes cosas que Occidente puede presentar a Oriente; es que, si la religión es también algo occidental, no es una cosa moderna, y es incluso contra ella que el espíritu moderno concentra toda su animosidad, porque la religión es, en Occidente, el único elemento que haya guardado un carácter tradicional. RGOO TENTATIVAS INFRUCTUOSAS

No hablamos, bien entendido, más que de la religión en el sentido propio de esta palabra, y no de las deformaciones o de las imitaciones que han tomado nacimiento, al contrario, bajo la influencia del espíritu moderno, y que llevan su marca hasta tal punto que son casi asimilables al «moralismo» filosófico. RGOO TENTATIVAS INFRUCTUOSAS

En lo que concierne a la religión propiamente dicha, los orientales no pueden tener hacia ella otra cosa que respeto, precisamente en razón de su carácter tradicional; e incluso, si los occidentales se mostraran más apegados a su religión de lo que lo están ordinariamente, serían ciertamente mejor considerados en Oriente. RGOO TENTATIVAS INFRUCTUOSAS

Si los orientales no tienen la religión en el sentido occidental de la palabra, tienen de ella todo lo que les conviene; al mismo tiempo tienen más desde el punto de vista intelectual, puesto que tienen la metafísica pura, de la que la teología no es en suma más que una traducción parcial, afectada del tinte sentimental que es inherente al pensamiento religioso como tal; si tienen menos de otro lado, no es más que desde el punto de vista sentimental, y porque no tienen ninguna necesidad de él. RGOO TENTATIVAS INFRUCTUOSAS

Lo que acabamos de decir muestra también por qué la solución que estimamos preferible para Occidente es el retorno a su propia tradición, completada si hay lugar a ello en cuanto al dominio de la intelectualidad pura (lo que, por lo demás, no concierne más que a la elite); la religión no puede ocupar el lugar de la metafísica, pero no es de ningún modo incompatible con ella, y se tiene la prueba de ello en el mundo islámico, con los dos aspectos complementarios bajo los que se presenta su doctrina tradicional. RGOO TENTATIVAS INFRUCTUOSAS

Pero las satisfacciones de que se trata, es en la religión propiamente dicha donde los occidentales pueden y deben encontrarlas normalmente, y no en esos sucedáneos más o menos extravagantes donde se alimenta el «pseudomisticismo» de algunos contemporáneos, religiosidad inquieta y desviada que es también un síntoma de la anarquía mental que sufre el mundo moderno, por la que corre el riesgo incluso de morir, si no se le aportan remedios eficaces antes de que sea demasiado tarde. RGOO TENTATIVAS INFRUCTUOSAS

Aquellos mismos que no piensan expresamente así, por eso no sufren menos la influencia de este prejuicio: hay quienes, aunque proclaman una cierta simpatía por las concepciones orientales, quieren a toda costa hacerlas entrar en los cuadros del pensamiento occidental, lo que equivale a desnaturalizarlas totalmente, y lo que prueba que en el fondo no comprenden nada de ellas; algunos, por ejemplo, no quieren ver en Oriente más que religión y filosofía, es decir, todo lo que allí no se encuentra, y no ven nada de lo que existe en realidad. RGOO TENTATIVAS INFRUCTUOSAS

que se puede imaginar; y, ¿no se llega a hablar corrientemente de «principios revolucionarios», como si eso no constituyera una contradicción en los términos? Cuando se abusa de una palabra hasta tal punto, es que se ha olvidado enteramente su verdadera significación; este caso es completamente semejante al de la palabra «tradición», aplicada, como lo hemos hecho observar precedentemente, a cualquier costumbre puramente exterior, por banal y por insignificante que sea; y, para tomar aún otro ejemplo, si los occidentales hubieran conservado el sentido religioso de sus antepasados, ¿no evitarían emplear a propósito de todo expresiones tales como las de «religión de la patria», «religión de la ciencia», «religión del deber», y otras del mismo género? No se trata de negligencias de lenguaje sin gran alcance, sino de los síntomas de esa confusión que se extiende por todas partes en el mundo moderno: ya no se sabe hacer la distinción entre los puntos de vista y los dominios más diferentes, entre aquellos que deberían permanecer más completamente separados; se pone una cosa en lugar de otra con la que no tiene ninguna relación; y el lenguaje no hace en suma más que representar fielmente el estado de los espíritus. RGOO EL ACUERDO SOBRE LOS PRINCIPIOS

y, ¿no se llega a hablar corrientemente de «principios revolucionarios», como si eso no constituyera una contradicción en los términos? Cuando se abusa de una palabra hasta tal punto, es que se ha olvidado enteramente su verdadera significación; este caso es completamente semejante al de la palabra «tradición», aplicada, como lo hemos hecho observar precedentemente, a cualquier costumbre puramente exterior, por banal y por insignificante que sea; y, para tomar aún otro ejemplo, si los occidentales hubieran conservado el sentido religioso de sus antepasados, ¿no evitarían emplear a propósito de todo expresiones tales como las de «religión de la patria», «religión de la ciencia», «religión del deber», y otras del mismo género? No se trata de negligencias de lenguaje sin gran alcance, sino de los síntomas de esa confusión que se extiende por todas partes en el mundo moderno: ya no se sabe hacer la distinción entre los puntos de vista y los dominios más diferentes, entre aquellos que deberían permanecer más completamente separados; se pone una cosa en lugar de otra con la que no tiene ninguna relación; y el lenguaje no hace en suma más que representar fielmente el estado de los espíritus. RGOO EL ACUERDO SOBRE LOS PRINCIPIOS

a hablar corrientemente de «principios revolucionarios», como si eso no constituyera una contradicción en los términos? Cuando se abusa de una palabra hasta tal punto, es que se ha olvidado enteramente su verdadera significación; este caso es completamente semejante al de la palabra «tradición», aplicada, como lo hemos hecho observar precedentemente, a cualquier costumbre puramente exterior, por banal y por insignificante que sea; y, para tomar aún otro ejemplo, si los occidentales hubieran conservado el sentido religioso de sus antepasados, ¿no evitarían emplear a propósito de todo expresiones tales como las de «religión de la patria», «religión de la ciencia», «religión del deber», y otras del mismo género? No se trata de negligencias de lenguaje sin gran alcance, sino de los síntomas de esa confusión que se extiende por todas partes en el mundo moderno: ya no se sabe hacer la distinción entre los puntos de vista y los dominios más diferentes, entre aquellos que deberían permanecer más completamente separados; se pone una cosa en lugar de otra con la que no tiene ninguna relación; y el lenguaje no hace en suma más que representar fielmente el estado de los espíritus. RGOO EL ACUERDO SOBRE LOS PRINCIPIOS

La metafísica y la religión no están y no estarán nunca sobre el mismo plano; de eso resulta que una doctrina puramente metafísica y una doctrina religiosa no pueden ni hacerse la competencia ni entrar en conflicto, puesto que sus dominios son claramente diferentes. RGOO ENTENDIMIENTO Y NO FUSIÓN

Ante todo, es de notar que el desprecio y la repulsión experimentados por los demás pueblos, los orientales sobre todo, con respecto a los occidentales, provienen en gran parte de que éstos se les aparecen en general como hombres sin tradición, sin religión, lo que es a sus ojos una verdadera monstruosidad. SFCS LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

Un oriental no puede admitir una organización social que no descanse sobre principios tradicionales; para un musulmán, por ejemplo, la legislación íntegra no es sino una simple dependencia de la religión. SFCS LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

En efecto, se encara ahora la religión como un simple hecho social; en vez de que el orden social íntegro esté vinculado a la religión, ésta, al contrario, cuando aún se consiente en otorgarle un sitio, no se ve ya sino como uno cualquiera de los elementos constituyentes del orden social; Y ¡cuántos católicos, ay, admiten sin la menor dificultad este modo de ver! Es tiempo de reaccionar contra esta tendencia y, a este respecto, la afirmación del Reino social de Cristo es una manifestación particularmente oportuna; pero, para hacer de ella una realidad, es preciso reformar toda la mentalidad moderna. SFCS LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

No hay que disimulárselo: aquellos mismos que se creen sinceramente religiosos, en su mayor parte no tienen de la religión sino una idea harto disminuida; ella no ejerce apenas influjo efectivo sobre su pensamiento ni su modo de obrar; está como separada de todo el resto de su existencia. SFCS LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

Esto es lo que podría llamarse un materialismo práctico, un materialismo de hecho; ¿no es más peligroso aún que el materialismo confesado, precisamente porque aquellos a quienes afecta no tienen siquiera conciencia de ello? Por otra parte, para la gran mayoría, la religión no es sino asunto del sentimiento, sin ningún alcance intelectual; se confunde la religión con una vaga religiosidad, se la reduce a una moral; se disminuye lo más posible el lugar de la doctrina, que es empero lo absolutamente esencial, aquello de lo cual todo el resto no debe lógicamente ser sino consecuencia. SFCS LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

No insistiremos sobre la ceguera de quienes, so pretexto de “tolerancia”, se tornan cómplices inconscientes de verdaderas falsificaciones de la religión, cuya intención oculta están lejos de suponer. SFCS LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

Señalemos solamente de paso, a este propósito, el abuso deplorable que harto frecuentemente se hace de la palabra “religión” misma: ¿no se emplean a cada momento expresiones como “religión de la patria”, “religión de la ciencia”, “religión del deber”? No son simples negligencias de lenguaje: son síntomas de la confusión que reina por doquier en el mundo moderno, pues el lenguaje no hace, en suma, sino representar fielmente el estado de las mentes; y tales expresiones son incompatibles con el verdadero sentido religioso. SFCS LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

Nosotros pensamos, precisamente, que lo que importa ante todo es restaurar esa verdadera intelectualidad, y con ella el sentido de la doctrina y de la tradición; es hora de mostrar que hay en la religión otra cosa que un asunto de devoción sentimental, otra cosa también que preceptos morales o consolaciones para uso de espíritus debilitados por el sufrimiento; que puede encontrarse en ella el “sólido alimento” de que habla san Pablo en la Epístola a los Hebreos. SFCS LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

No valdría esto más que hacer al espíritu moderno las concesiones más injustificadas, por ejemplo las que se encuentran en tanto tratado de apologética, donde el autor se esfuerza por conciliar el dogma con todo lo que de más hipotético y menos fundado hay en la ciencia actual, para volver a poner en cuestión todo, cada vez que esas teorías sedicentes científicas vienen a ser reemplazadas por otras? Sería muy fácil, empero, mostrar que la religión y la ciencia no pueden entrar realmente en conflicto, por la sencilla razón de que no se refieren al mismo dominio. ¿ SFCS LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

e incierto? ¿Y qué pensar de ciertos teólogos católicos afectados por el espíritu “cientificista” hasta el punto de creerse obligados a tener en cuenta, en mayor o menor medida, los resultados de la exégesis moderna y de la “crítica textual”, cuando seria tan fácil, a condición de poseer una base doctrinal un poco segura, poner en evidencia la inanidad de todo ello? ¿Cómo no se echa de ver que la pretendida “ciencia de las religiones”, tal como se la enseña en los medios universitarios, no ha sido jamás en realidad otra cosa que una máquina de guerra dirigida contra la religión y, más en general, contra todo lo que pueda subsistir aún de espíritu tradicional, al cual quieren, naturalmente, destruir aquellos que dirigen al mundo moderno en un sentido que no puede sino desembocar en una catástrofe? Mucho habría que decir sobre todo esto, pero no hemos querido sino indicar muy someramente algunos de los puntos en los cuales una reforma sería necesaria y urgente; y, para terminar con una cuestión que nos interesa muy especialmente aquí, ¿por qué se encuentra tanta hostilidad, más o menos confesa, para con el simbolismo? Seguramente, porque es ése un mundo de expresión que. SFCS LA REFORMA DE LA MENTALIDAD MODERNA

El individualismo, así entendido en el orden intelectual, tiene por consecuencia casi inevitable lo que podría llamarse una “humanización” de la religión, que acaba por degenerar en “religiosidad”, es decir, por no ser ya sino simple cuestión de sentimiento, un conjunto de aspiraciones vagas y sin objeto definido; el sentimentalismo, por lo demás, es, por así decirlo, complementario del racionalrsmo (Ver “Le Coeur rayonnant et le Coeur enflammé” (aquí, cap LXIX: “El Corazón irradiante y el Corazón en llamas”)). SFCS EL EMBLEMA DEL SAGRADO CORAZON

Como quiera que fuere, ese modo de disfrazar al Sagrado Corazón como “Corazón de la Humanidad” constituye, propiamente hablando, una forma de “naturalismo”, y arriesga degenerar bien pronto en una grosera idolatría; la “religión de la Humanidad” no es, en la época contemporánea, monopolio exclusivo de Auguste Comte y de algunos de sus discípulos positivistas, a los cuales ha de reconocerse por lo menos el mérito de haber expresado francamente lo que otros envuelven en fórmulas pérfidamente equívocas. SFCS EL EMBLEMA DEL SAGRADO CORAZON

Hemos señalado ya las desviaciones que en nuestros días algunos imponen corrientemente al mismo término “religión“, aplicándolo a cosas puramente humanas (Ver nuestra comunicación “Sur la réforme de la mentalité moderne” (aquí, cap I)); este abuso, a menudo inconsciente, ¿no será el resultado de una acción perfectamente consciente y deliberada, acción ejercida por aquellos, quienesquiera que fueren, que han asumido la tarea de deformar sistemáticamente la mentalidad occidental desde los comienzos de los tiempos modernos? A veces está uno tentado de creerlo así, sobre todo cuando se ve, como ocurre desde la última guerra ( (Recordemos que el presente articulo fue publicado en 1927)), instaurarse por todas partes una especie de culto laico y “cívico”, una seudorreligión SFCS EL EMBLEMA DEL SAGRADO CORAZON