Por lo que es de la desviación de estas designaciones, las mismas vienen evidentemente del término Sufi; pero, al respecto de éste, hay lugar primeramente a precisar esto: Es que nadie puede decirse jamás Sufi, si ello no es por pura ignorancia, ya que prueba por ahí mismo que no lo es realmente, siendo esta cualidad necesariamente un «secreto» (sirr) entre el verdadero Sufi y Allah; uno puede solamente decirse mutascawwuf, término que se aplica a quienquiera que entra en la «vía» iniciática, y ello, a cualquier grado que haya llegado, pero el Sufi, en el verdadero sentido de esta palabra, es solamente aquel que ha alcanzado el grado supremo. AEIT EL ESOTERISMO ISLÁMICO
islam y occidente), se ha imaginado que nuestro cálculo era inexacto; ha llegado, gracias a varios errores en el valor numérico de las letras, a encontrar (esta vez como equivalente de es-Sufi, lo que es todavía falso) el-hakim el-ilahi, sin siquiera apercibirse de que valiendo un ye dos he, estos términos forman exactamente el mismo total que el hekmah el-ilahiyah! Sabemos bien que el abjad es ignorado por la enseñanza escolar actual, que ya no conoce más que el orden simplemente gramatical de las letras; pero, sin embargo, en alguien que tiene la pretensión de tratar estas cuestiones, una tal ignorancia rebasa los límites permitidos… Sea lo que fuere, el-hakim el-ilahi y el ilahiyah dan efectivamente el mismo sentido en el fondo; pero la primera de estas dos expresiones tiene un carácter un poco insólito, mientras que la segunda, la que hemos indicado, es al contrario enteramente Tradicional). AEIT EL ESOTERISMO ISLÁMICO
Ese «pluralismo» no es posible más que como una desviación resultante de la ignorancia y de la incomprensión de las masas, de su tendencia a vincularse exclusivamente a la multiplicidad de lo manifestado: De ahí la «idolatría» bajo todas sus formas, que nace de la confusión del símbolo en sí mismo con lo que está destinado a expresar, y la personificación de los atributos divinos considerados como otros tantos seres independientes, lo que es el único origen de un «politeísmo» de hecho. AEIT Et-Tawhid
En otros términos, el patrimonio intelectual de los helenos no ha llegado a occidente sino después de haber sido seriamente estudiado por el Próximo-Oriente y si no hubiera sido por los doctos sabios del islam y sus filósofos, los europeos habrían permanecido en la ignorancia total de esos conocimientos durante mucho tiempo, ello, si es que hubieran llegado jamás a conocerlos. AEIT INFLUENCIA DE LA CIVILIZACIÓN ISLÁMICA EN OCCIDENTE
Ahora bien, es evidente que el hecho de ilusionarse sobre el valor de estas cosas, y sobre la importancia que conviene atribuirlas, aumenta considerablemente su peligro; lo que es particularmente penoso para los occidentales que quieren meterse a «hacer magia», es la ignorancia completa en la que están necesariamente, en el estado actual de las cosas y en la ausencia de toda enseñanza tradicional, de aquello con lo que tratan en parecido caso. RGAI MAGIA Y MISTICISMO
hacer sobre este tema, en un tiempo ya lejano, nos han conducido a una conclusión formal e indudable que debemos expresar aquí claramente, sin preocuparnos de los furores que la misma puede arriesgarse a suscitar por diversos lados: si se pone aparte el caso de la supervivencia posible de algunas raras agrupaciones de hermetismo cristiano de la edad media, por lo demás extremadamente restringidas, es un hecho que, de todas las organizaciones con pretensiones iniciáticas que están actualmente extendidas en el mundo occidental, no hay más que dos que, por decaídas que estén una y otra a consecuencia de la ignorancia y de la incomprehensión de la inmensa mayoría de sus miembros, pueden reivindicar un origen tradicional auténtico y una transmisión iniciática real; estas dos organizaciones, que, a decir verdad, no fueron primitivamente más que una sola, aunque con ramas múltiples, son el Compañerazgo y la Masonería. RGAI DE LA REGULARIDAD INICIÁTICA
Se podría mostrar también, en el mismo orden de ideas, que algunos signos están en relación con la «localización», en el ser humano, de los «centros» sutiles cuyo «despertar» constituye, según algunos métodos (concretamente los métodos «tántricos» en la tradición hindú), uno de los medios de adquisición del conocimiento iniciático efectivo); pero, bien entendido, aquí más que en cualquier otra parte, el símbolo no debe ser confundido de ninguna manera con lo que es simbolizado, y es esta confusión la que comete la ignorancia profana, porque no sabe ver lo que hay detrás de la apariencia, y porque no concibe siquiera que pueda haber ahí algo más que lo que cae bajo los sentidos, lo que equivale prácticamente a la negación pura y simple de todo simbolismo. RGAI DEL SECRETO INICIÁTICO
Por lo demás, esa es una de las principales razones de la degeneración de algunas organizaciones iniciáticas: la admisión de elementos no cualificados, que, ya sea por ignorancia pura y simple de las reglas que deberían eliminarlos, o por imposibilidad de aplicarlas con exactitud, es en efecto uno de los factores que más contribuyen a esta degeneración, y que puede incluso, si se generaliza, acarrear finalmente la ruina completa a una tal organización. RGAI DE LAS CUALIFICACIONES INICIÁTICAS
en occidente de las antiguas organizaciones de este orden está muy disminuido a todos los respectos, como ya lo hemos dicho muchas veces, y es fácil darse cuenta de ello más especialmente en lo que concierne a la cuestión misma de la que se trata al presente: si todavía se exigen ahí algunas cualificaciones, es más bien por la fuerza del hábito que por una comprehensión cualquiera de su razón de ser; y, en estas condiciones, no habrá lugar a sorprenderse si ocurre a veces que algunos miembros de estas organizaciones protestan contra el mantenimiento de estas cualificaciones, donde su ignorancia no ve más que una suerte de vestigio histórico, un resto de un estado de cosas desaparecido desde hace mucho tiempo, en una palabra un «anacronismo» puro y simple. RGAI DE LAS CUALIFICACIONES INICIÁTICAS
Es menester agregar aún que, cuando se trata de ritos y de símbolos verdaderamente tradicionales (y aquellos que no poseen este carácter no merecen ser llamados así, puesto que no son en realidad más que simples contrahechuras profanas suyas), su origen es igualmente «no humano»; así pues, la imposibilidad de signarles un autor o un interventor determinado, que ya hemos señalado, no se debe a la ignorancia, como pueden suponerlo los historiadores ordinarios (cuando no llegan, en último extremo, a ver en ello el producto de una suerte de «conciencia colectiva», que, si existiera, sería en todo caso bien incapaz de dar nacimiento a cosas de orden transcendente, como aquellas de las que se trata aquí), sino que es una consecuencia necesaria de este origen mismo, que no puede ser contestado más que por aquellos que desconocen totalmente la verdadera naturaleza de la tradición y de todo lo que forma parte integrante de ella, como es muy evidentemente el caso a la vez para los ritos y RGAI EL RITO Y EL SÍMBOLO
El rito mismo, del que la ceremonia no era en cierto modo más que una simple «envoltura», es desde entonces enteramente inexistente, puesto que no podría haber ningún rito profano, lo que sería una contradicción en los términos; y uno puede preguntarse si los inspiradores conscientes de estas contrahechuras groseras cuentan simplemente con la ignorancia y la incomprehensión generales para hacer aceptar una semejante substitución, o si participan ellos mismos de ellas en una cierta medida. RGAI RITOS Y CEREMONIAS
Esos no obtienen pues y no pueden obtener más que efectos de orden exclusivamente psicológico, es decir, de la misma naturaleza que los que producen las ceremonias en general, y que, por lo demás, en el fondo, son toda la razón de ser de éstas; pero, incluso si han permanecido suficientemente conscientes de lo que pasa en ellos y alrededor de ellos como para darse cuenta de que todo se reduce a eso, están muy lejos de sospechar que, si ello es así, eso no se debe más que a su incapacidad y a su ignorancia. RGAI A PROPÓSITO DE «MAGIA CEREMONIAL»
Es particularmente importante destacar que los «poderes» de que se trata pueden coexistir muy bien con la ignorancia doctrinal más completa, así como es muy fácil constatarlo, por ejemplo, en la mayor parte de los «clarividentes» y de los «curanderos»; eso sólo probaría suficientemente que no tienen la menor relación con la iniciación, cuya meta no puede ser más que de puro conocimiento. RGAI DE LOS PRETENDIDOS «PODERES» PSÍQUICOS
En eso hay un doble error: por una parte, la confusión del conocimiento iniciático con el estudio de una ciencia tradicional más o menos secundaria (ya sea la magia o cualquier otra cosa de este género), y, por otra parte, la ignorancia de lo que constituye la diferencia esencial entre el punto de vista de las ciencias tradicionales y el de las ciencias profanas; pero, después de todo lo que ya hemos dicho, no hay lugar a insistir más largamente sobre esto. RGAI DE LA ENSEÑANZA INICIÁTICA
Frente a éste, hay en ellos una suerte de resistencia frecuentemente inconsciente, y a veces también querida; ¡aquellos mismos que, tomando partido y a priori, no niegan formalmente todo lo que es de orden esotérico o iniciático, dan testimonio al menos a este respecto de una falta de interés completo, y ocurre incluso que afecten vanagloriarse de su ignorancia de estas cosas, como si esa ignorancia fuera a sus propios ojos una de las marcas de la superioridad que su «cultura» tiene la reputación de conferirles! Qué no se crea que, por nuestra parte, hay en esto la menor intención caricatural; no hacemos más que decir exactamente lo que hemos visto en muchas circunstancias, no solo en occidente, sino incluso en oriente, donde, por lo demás, este tipo de hombre «cultivado» tiene felizmente bastante poca importancia, al no haber hecho su aparición sino muy recientemente y como producto de una cierta educación «occidentalizada», de donde resulta, lo anotamos de RGAI CONOCIMIENTO INICIÁTICO Y «CULTURA» PROFANA
Frente a éste, hay en ellos una suerte de resistencia frecuentemente inconsciente, y a veces también querida; ¡aquellos mismos que, tomando partido y a priori, no niegan formalmente todo lo que es de orden esotérico o iniciático, dan testimonio al menos a este respecto de una falta de interés completo, y ocurre incluso que afecten vanagloriarse de su ignorancia de estas cosas, como si esa ignorancia fuera a sus propios ojos una de las marcas de la superioridad que su «cultura» tiene la reputación de conferirles! Qué no se crea que, por nuestra parte, hay en esto la menor intención caricatural; no hacemos más que decir exactamente lo que hemos visto en muchas circunstancias, no solo en occidente, sino incluso en oriente, donde, por lo demás, este tipo de hombre «cultivado» tiene felizmente bastante poca importancia, al no haber hecho su aparición sino muy recientemente y como producto de una cierta educación «occidentalizada», de donde resulta, lo anotamos de pasada, que este hombre «cultivado» es necesariamente RGAI CONOCIMIENTO INICIÁTICO Y «CULTURA» PROFANA
Así pues, en todo caso, habría una confusión entre el exoterismo y el esoterismo, confusión que no sólo da testimonio de una ignorancia de la verdadera naturaleza del exoterismo, sino incluso de una pérdida del sentido tradicional en general, y que, por consiguiente, es, en sí misma, una manifestación de la mentalidad profana; pero, para hacerlo comprender mejor todavía, conviene precisar un poco más de lo que lo hemos hecho hasta aquí algunas de las diferencias profundas que existen entre la instrucción exterior y la iniciación, lo que, por lo demás, hará aparecer más claramente un defecto que se encuentra ya en algunas organizaciones iniciáticas auténticas, pero en estado de degeneración, y que naturalmente se encuentra con mayor razón, acentuado hasta la caricatura RGAI MENTALIDAD ESCOLAR Y PSEUDOINICIACIÓN
Evidentemente, en eso se trata también de un ejemplo de la incomprehensión moderna; la ignorancia de todo lo que toca al dominio esotérico e iniciático es tan completa y tan general, en nuestra época, que uno no puede extrañarse de nada a este respecto, y esto puede ser una excusa, en muchos casos, para aquellos que actúan así; no obstante, uno está tentado a veces de preguntarse si eso es en efecto una explicación suficiente para el que quiere ir más al fondo de las cosas. RGAI INICIACIÓN Y «PASIVIDAD»
Primeramente, no hay que decir que esta incomprehensión y esta ignorancia mismas entran en el plan de destrucción de toda idea tradicional, cuya realización se prosigue a través de todo el periodo moderno, y que, por consiguiente, no pueden ser sino queridas y mantenidas por las influencias subversivas que trabajan en esta destrucción; pero, además de esta consideración de orden enteramente general, parece que, en aquello a lo que hacemos alusión, hay algo también que responde a un designio más preciso y más claramente definido. RGAI INICIACIÓN Y «PASIVIDAD»
tiempos modernos que la verdadera antigüedad, puesto que no se remonta siquiera a la mitad del Kali-Yuga, cuya duración, según la doctrina hindú, no es ella misma más que la décima parte de la del Manvantara; ¡Y por esto se podrá juzgar suficientemente hasta qué punto los modernos tienen razón para estar tan orgullosos de la extensión de sus conocimientos históricos! Todo eso, responderían sin duda para justificarse, no son más que periodos «legendarios», y es por eso por lo que estiman no tener que tenerlos en cuenta; pero esta respuesta no es precisamente más que la confesión de su ignorancia, y de una incomprehensión que es lo único que puede explicar su desdén de la tradición; en efecto, el espíritu específicamente moderno, no es, como lo mostraremos más adelante, nada más que el espíritu antitradicional. CMM CAPÍTULO I
Es muy inverosímil también que la leyenda que hizo de la edad media una época de «tinieblas», de ignorancia y de barbarie, haya tomado nacimiento y se haya acreditado por sí sola, y que la verdadera falsificación de la historia a la que los modernos se han librado haya sido emprendida sin ninguna idea preconcebida; pero no iremos más adelante en el examen de esta cuestión, ya que, de cualquier manera que se haya llevado a cabo este trabajo, por el momento, es la constatación del resultado la que, en suma, nos importa más. CMM CAPÍTULO I
Únicamente, apenas ha sido en el siglo XIX cuando se ha visto a hombres hacerse glorias de su ignorancia, ya que proclamarse «agnóstico» no es otra cosa que eso, y pretender prohibir a todos el conocimiento de lo que ellos mismos ignoraban; y eso marcaba una etapa más en la decadencia intelectual de Occidente. CMM CAPÍTULO IV
El caso de la química es quizás aún más claro y más característico; y, en lo que concierne a la ignorancia de los modernos al respecto de la alquimia, es al menos tan grande como en lo que concierne a la astrología. CMM CAPÍTULO IV
La verdad es que no existe en realidad un «dominio profano», que se opondría de una cierta manera al «dominio sagrado»; existe solo un «punto de vista profano», que no es propiamente nada más que el punto de vista de la ignorancia (Para convencerse de ello, basta observar hechos como éste: una de las ciencias «sagradas», la cosmogonía, que tiene su lugar como tal en todos los Libros inspirados, comprendida la Biblia hebraica, ha devenido para los modernos, el objeto de las hipótesis más puramente «profanas»; el dominio de la ciencia es efectivamente el mismo en los dos casos, pero el punto de vista es totalmente diferente). CMM CAPÍTULO IV
El estado de espíritu al que hacemos alusión es, primeramente, el que consiste, si puede decirse, en «minimizar» la religión, en hacer de ella algo que se pone aparte, a lo cual uno se contenta con asignar un lugar bien delimitado y tan estrecho como sea posible, algo que no tiene ninguna influencia real sobre el resto de la existencia, que está aislada de ella por una suerte de tabique estanco; ¿hay, hoy día, muchos católicos que tengan, en su vida corriente, maneras de pensar y de actuar sensiblemente diferentes de las de sus contemporáneos «irreligiosos»? Es también la ignorancia casi completa desde el punto de vista doctrinal, la indiferencia misma al respecto de todo lo que se refiere a la doctrina; la religión, para muchos, es simplemente un asunto de «práctica», de hábito, por no decir de rutina, y si uno se abstiene cuidadosamente de buscar comprender nada en ella, se llega a pensar incluso que es inútil comprender, o quizás que no hay nada que comprender; por lo demás, si se comprendiera realmente la religión, ¿se le podría hacer un lugar tan mediocre entre sus preocupaciones? Así pues, de hecho, la doctrina se encuentra olvidada o reducida a CMM CAPÍTULO V
guía lo temporal sin mezclarse en ello; y así cada cosa permanece en su orden, en el rango que le pertenece en la jerarquía universal; pero, en el mundo moderno, ¿dónde se puede encontrar todavía la noción de una verdadera jerarquía? Nada ni nadie está ya en el lugar donde debería estar normalmente; los hombres no reconocen ya ninguna autoridad efectiva en el orden espiritual, ni ningún poder legítimo en el orden temporal; los «profanos» se permiten discutir de las cosas sagradas, contestar su carácter y hasta su existencia misma; es lo inferior lo que juzga a lo superior, la ignorancia la que impone límites a la sabiduría, el error el que toma la delantera a la verdad, lo humano lo que substituye a lo divino, la tierra la que prevalece sobre el cielo, el individuo el que se hace la medida de todas las cosas y pretende dictar al universo leyes sacadas íntegramente de su propia razón relativa y falible. « CMM CAPÍTULO V
Desde que el acceso a funciones cualesquiera ya no está sometido a ninguna regla legítima, de ello resulta inevitablemente que cada uno se encontrará llevado a hacer no importa qué, y frecuentemente aquello para lo cual es el menos calificado; el papel que desempeñará en la sociedad estará determinado, no por el azar, que no existe en realidad (Lo que los hombres llaman el azar es simplemente su ignorancia de las causas; si, diciendo que algo ocurre por azar, se pretendiera querer decir que no hay causa, eso sería una suposición contradictoria en sí misma), sino por lo que puede dar la ilusión del azar, es decir, por el enredo de toda suerte de circunstancias accidentales; lo que menos intervendrá en eso, será precisamente el único factor que debería contar en parecido caso, queremos decir las diferencias de naturaleza que existen entre los hombres. CMM CAPÍTULO VI
El defecto más visible, es ese mismo que indicábamos hace un instante: la opinión de la mayoría no puede ser más que la expresión de incompetencia, ya sea que ésta resulte de la falta de inteligencia o de la ignorancia pura y simple; se podrían hacer intervenir a este propósito algunas observaciones de «psicología colectiva», y recordar concretamente ese hecho bastante conocido de que, en una muchedumbre, el conjunto de las reacciones mentales que se producen entre los individuos que lo componen desemboca en la formación de una suerte de resultante que está, no ya al nivel de la media, sino al de los elementos más inferiores. CMM CAPÍTULO VI
Por otra parte, la alusión que acabamos de hacer a la pesantez implica algo más que una simple comparación, ya que la pesantez representa efectivamente, en el dominio de las fuerzas físicas en el sentido más ordinario de esta palabra, la tendencia descendente y compresiva, que entraña para el ser una limitación cada vez más estrecha, y que va al mismo tiempo en el sentido de la multiplicidad, figurada aquí por una densidad cada vez mayor (Esta tendencia es la que la doctrina hindú llama tamas, y que ella asimila a la ignorancia y a la obscuridad: se observará que, según lo que decíamos hace un momento sobre la aplicación de la analogía, la comprensión o condensación de que se trata está en el opuesto de la concentración considerada en el orden espiritual o intelectual, de suerte que, por singular que eso pueda parecer a primera vista, ella es en realidad correlativa de la división y de la dispersión en la multiplicidad. CMM CAPÍTULO VI
Las invenciones que van multiplicándose actualmente con una rapidez siempre creciente son tanto más peligrosas cuanto que ponen en juego fuerzas cuya verdadera naturaleza es enteramente desconocida por aquellos mismos que las utilizan; y esta ignorancia es la mejor prueba de la nulidad de la ciencia moderna bajo la relación del valor explicativo, y por consiguiente en tanto que conocimiento, incluso limitado al dominio físico únicamente; al mismo tiempo, el hecho de que las aplicaciones prácticas no son impedidas de ninguna manera por eso, muestra que esta ciencia está efectivamente orientada únicamente en un sentido interesado, que es la industria, la cual es la única meta real de todas sus investigaciones. CMM CAPÍTULO VII
Digámoslo muy claramente: puesto que el espíritu moderno es algo puramente occidental, aquellos que están afectados por él, incluso si son orientales de nacimiento, deben ser considerados, bajo el aspecto de la mentalidad, como occidentales, ya que toda idea oriental les es enteramente extraña, y su ignorancia al respecto de las doctrinas tradicionales es la única excusa de su hostilidad. CMM CAPÍTULO VIII
De hecho, entre los propagandistas señalados, podemos distinguir dos grupos, el primero de los cuales está constituido por puros occidentales; sería verdaderamente cómico, si no fuera el signo de la más deplorable ignorancia de las cosas de Oriente, ver que se hace figurar a Alemanes y a Rusos entre los representantes del espíritu oriental; el autor hace a su respecto observaciones de las que algunas son muy justas, pero, ¿por qué no los muestra claramente como lo que son en realidad? A este primer grupo agregamos también los «teosofistas» anglosajones y todos los inventores de otras sectas del mismo género, cuya terminología oriental no es más que una máscara destinada a imponerse a los ingenuos y a las gentes mal informadas, y que no recubre más que algunas ideas tan extrañas a Oriente CMM CAPÍTULO VIII
Cómo se opondría verdadera y eficazmente, este «tradicionalismo» de orden inferior, estrechamente limitado e incomprehensivo, quizás incluso bastante artificial, a un espíritu con el que comparte tantos prejuicios? Por una y otra parte, es poco más o menos la misma ignorancia de los verdaderos principios; es la misma determinación de negar todo lo que rebasa un cierto horizonte; es la misma inaptitud para comprender la existencia de civilizaciones diferentes, la misma superstición del «clasicismo» grecolatino. CMM CAPÍTULO VIII
No obstante, algunas previsiones a este respecto no serán quizás enteramente inútiles; y, como se ligan estrechamente al destino del mundo actual, podrán servir al mismo tiempo de conclusiones al presente estudio, en la medida en que es permisible sacar conclusiones sin dar a la ignorancia «profana» la ocasión de ataques muy fáciles, al desarrollar imprudentemente consideraciones que sería imposible justificar por los medios ordinarios. CMM CAPÍTULO VIII
No somos de los que piensan que puede decirse todo indiferentemente, al menos cuando se sale de la doctrina pura para ir a sus aplicaciones; entonces hay algunas reservas que se imponen, y cuestiones de oportunidad que deben plantearse inevitablemente; pero estas reservas legítimas, e incluso indispensables, no tienen nada de común con algunos temores pueriles que no son más que el efecto de una ignorancia comparable a la de un hombre que, según la expresión proverbial hindú, «toma una cuerda por una serpiente». CMM CAPÍTULO VIII
Es por eso por lo que, para volver de nuevo más especialmente a la cuestión que nos ocupa al presente, podemos decir que, si todos los hombres comprendieran lo que es verdaderamente el mundo moderno, éste dejaría de existir inmediatamente, ya que su existencia, como la de la ignorancia y de todo lo que es limitación, es puramente negativa: no es más que por la negación de la verdad tradicional y suprahumana. CMM CAPÍTULO IX
Añadiremos que en estas condiciones y contrariamente a lo que podrían pensar los amantes de explicaciones racionales, que son siempre explicaciones superficiales y «simplistas», no se puede atribuir de ninguna manera este «oscurecimiento» de los orígenes a una ignorancia evidentemente imposible en aquellos que debieron ser tanto mas conscientes de la transformación del Cristianismo, cuanto que habían tomado parte más o menos directamente en ella, ni pretender según un prejuicio bastante respaldado entre los modernos que prestan gustosamente a los demás su propia mentalidad, que hubiese habido por su parte una maniobra «política» e interesada, de la que no vemos muy bien qué provecho les habría podido reportar efectivamente; la verdad es, por el contrario, que esto fue rigurosamente exigido por la naturaleza misma de las cosas a fin de mantener, en conformidad con la ortodoxia tradicional, la distinción RGEC CRISTIANISMO E INICIACIÓN
Los tres gunas son: sattwa, la conformidad a la esencia pura del Ser, que es idéntica a la luz del Conocimiento, simbolizado por la luminosidad de las esferas celestes que representan los estados superiores; rajas, la impulsión que provoca la expansión del ser en un estado determinado, tal como el estado humano, o, si se quiere, el despliegue de este ser en un cierto nivel de la existencia; finalmente, tamas, la obscuridad, asimilada a la ignorancia, raíz tenebrosa del ser considerado en sus estados inferiores. RGED CAPÍTULO VI
En cuanto a la posibilidad misma del conocimiento inmediato, la teoría toda entera de los estados múltiples la hace suficientemente comprehensible; por lo demás, querer ponerla en duda, es hacer prueba de una perfecta ignorancia al respecto de los principios metafísicos más elementales, puesto que, sin este conocimiento inmediato, la metafísica misma sería totalmente imposible ( Ver Introduction générale à l’étude des doctrines hindoues, 2a parte, cap V ). EMS LA REALIZACIÓN DEL SER POR EL CONOCIMIENTO
La consecuencia inmediata del racionalismo, es la negación o la ignorancia del intelecto puro y supra-racional, de la “intuición intelectual” que habían conocido la antigüedad y la Edad Media; de hecho, algunos filósofos de nuestra época intentan escapar al racionalismo y hablan incluso de “intuición”, pero, por una singular inversión de las cosas, sólo consideran una intuición sensible e infra-racional. EMS VII: EL CORAZÓN IRRADIANTE Y EL CORAZÓN EN LLAMAS
Este desconocimiento mismo, esta ignorancia general de los modernos con respecto a las cuestiones con ello relacionadas, exige que se vuelva con insistencia para considerarlas bajo todos sus aspectos; las verdades más elementales, en este orden de ideas, parecen haber sido casi enteramente perdidas de vista, de suerte que es siempre oportuno recordarlas cada vez que la ocasión de presenta. EMS XIII: CONSIDERACIONES SOBRE EL SIMBOLISMO I: MITOS Y SÍMBOLOS
P S Algunos se asombrarán quizá, sea con motivo de las consideraciones que acabamos de exponer, sea con motivo de las que hemos dado en otros artículos o que daremos ulteriormente, del lugar preponderante (aunque, por supuesto, de ningún modo exclusivo) que entre las diferentes tradiciones antiguas adjudicamos a la de la India; y tal asombro, en suma, sería harto comprensible, dada la ignorancia completa en que se está generalmente, en el mundo occidental, acerca de la verdadera significación de las doctrinas de que se trata. EMS XVI: A PROPÓSITO DEL PEZ
Así, se ve a simples sociedades de socorros mutuos hacer uso de un ritual pretendidamente simbólico, más o menos imitado de las formas masónicas pero eminentemente fantasioso, que revela la completa ignorancia de sus autores acerca de los datos más elementales del verdadero simbolismo. EMS XVII: EL EMBLEMA DEL SAGRADO CORAZÓN EN UNA SOCIEDAD SECRETA AMERICANA
Esto nos conduce a la cuestión de la ilusión: Es así que lo que es propiamente ilusorio, es el punto de vista que nos hace considerar la manifestación como exterior al Principio; y es en ese sentido que la ilusión es también la “ignorancia” (NA: avidya), es decir, precisamente lo contrario o lo inverso de la “Sabiduría” de la cual hemos hablado más atrás; es esta, podría uno decir, la otra cara de Maya, pero con la condición de añadir que esta cara no existe más que como consecuencia de la manera errónea desde la cual consideramos nosotros sus producciones. RGEH MAYA (NA: Publicado en E T, de julio-agosto de 1947)
Por lo demás, se puede destacar todavía, para confirmar esta aproximación, que los dos términos Manu y Loka son empleados uno y otro como designaciones simbólicas del número 14; hablar a este respecto de una simple coincidencia sería hacer prueba de una completa ignorancia de las razones profundas que son inherentes a todo simbolismo Tradicional. FTCC ALGUNAS PRECISIONES SOBRE LA DOCTRINA DE LOS CICLOS CÓSMICOS
En cuanto a la historia de Aor-Agni, que no «ignoramos» del todo, sería bueno acabar de una vez por todas con esas ensoñaciones, de las que M le Cour no tiene por otra parte la responsabilidad: Si «Agni se basta a él mismo», es por la buena razón de que este término, en sánscrito, designa el fuego bajo todos sus aspectos, sin ninguna excepción, y los que pretenden lo contrario prueban simplemente por ahí su total ignorancia de la Tradición hindú. FTCC ATLÁNTIDA E HIPERBÓREA
Sin querer extendernos una vez más sobre la vanidad de tales estudios emprendidos «desde el exterior» y con intenciones enteramente profanas, empero repetiremos todavía, ya que vemos por así decir cada día la oportunidad de ello, que las concepciones deformadas a las cuales conducen inevitablemente son ciertamente peores que la ignorancia pura y simple. FTCC Qabbalah Y CIENCIA DE LOS NÚMEROS
Tenemos a bien precisar este punto de una vez por todas, a fin de cortar a secas todas las ilusiones que se hacen demasiado fácilmente a este respecto los que jamás han tenido la ocasión de examinar las cosas de cerca; y, al mismo tiempo, esta precisión destruirá todavía más completamente las pretensiones de los «pseudo-iniciados» que, escudándose en el antiguo Egipto, querrían dar a entender que se vinculan a algo que subsistirá en Egipto mismo; sabemos por lo demás que esto en punto ninguno es una suposición puramente imaginaria, y que algunos, contando con la ignorancia general, en lo que desafortunadamente no carecen del todo de razón, llevan efectivamente sus pretensiones hasta ahí. FTCC LA TUMBA DE HERMES
En realidad, este lado de la cuestión no podría ser aclarado más que por la noción de las ciencias Tradicionales, y ésta no aparece por ninguna parte en este estudio, en el que no se encuentra siquiera la expresión de la menor sospecha de que haya podido existir una ciencia cuyo origen haya sido diferente que el «empírico», y que no se haya formado «progresivamente» por una larga serie de observaciones, por medio de las cuales el hombre se supone que ha salido poco a poco de una pretendida ignorancia «primitiva», que aquí se encuentra atribuida un poco más lejos en el pasado de lo que se estima comúnmente. FTCC RESEÑAS: XAVIER GUICHARD: Éleusis Alésia: Encuesta sobre los orígenes de la civilización europea. (Imprimerie F Paillart, Abbeville).
En realidad, el nombre de las Upanishads indica que están destinadas a destruir la ignorancia proporcionando los medios de aproximación al Conocimiento supremo; y, si no se trata más que de aproximación a éste, es porque, en efecto, éste es rigurosamente incomunicable en su esencia, de suerte que nadie puede alcanzarle de otro modo que por sí mismo. HDV I
Este Purusha, de la magnitud de un pulgar ( angustha-matra, expresión que no debe entenderse literalmente como asignándole una dimensión espacial, sino que se refiere a la misma idea que la comparación con un grano ) ( A propósito de esto, se podría establecer también una comparación con la “endogenía del Inmortal”, tal como se enseña por la tradición taoísta, así como con el luz o “núcleo de inmortalidad” de la tradición hebraica), es de una luminosidad clara como un fuego sin humo ( sin mezcla alguna de obscuridad o de ignorancia ); es el señor del pasado y del futuro ( puesto que es eterno, y por tanto omnipresente, de suerte que contiene actualmente todo lo que aparece como pasado y como futuro en relación a un momento cualquiera de la manifestación, y, por lo demás, esto puede transponerse fuera del modo especial de sucesión que es propiamente el tiempo ); es hoy ( en el estado actual que constituye la individualidad humana ) y será mañana ( y en todos los ciclos o estados de existencia ) tal cual es ( en sí mismo, principialmente, por toda la eternidad )” ( NA: Katha Upanishad 2 adhyaya, 4 Valli, shrutis 12 HDV III
Los tres gunas son: sattwa, la conformidad a la esencia pura del Ser ( Sat ), que se identifica a la Luz inteligible o al Conocimiento, y que se representa como una tendencia ascendente; rajas, la impulsión expansiva, según la cual el ser se desarrolla en un cierto estado y, en cierto modo, a un nivel determinado de la existencia; y finalmente, tamas, la obscuridad, asimilado a la ignorancia, y representado como una tendencia descendente. HDV IV
El punto de vista “evolutivo” no es susceptible de universalización, y no es posible concebir el ser verdadero como algo que “evoluciona” entre dos puntos definidos, o que “progresa”, ni siquiera indefinidamente, en un sentido determinado; tales concepciones están enteramente desprovistas de toda significación, y probarían una completa ignorancia de los datos más elementales de la metafísica. HDV XVII
retirada o este abandono de la forma corporal ( tal como se ha descrito hasta aquí ) es por lo demás común al pueblo ignorante ( avidwan ) y al Sabio contemplativo ( vidwan ), hasta el punto donde comienzan para uno y para el otro sus vías respectivas ( y en adelante diferentes ); y la inmortalidad ( amrita, no obstante sin que se obtenga desde entonces la Unión inmediata con el Supremo Brahma ) es el fruto de la simple meditación ( upasana, cumplida durante la vida sin haber sido acompañada por una realización efectiva de los estados superiores del ser ), mientras las trabas individuales, que resultan de la ignorancia ( avidya ), todavía no pueden ser completamente destruidas” ( Brahma-Sutras, 4 Adhyaya, 2 Pada, sutras 1 a 7). HDV XVIII
En cuanto a la forma sutil, si no escapa enteramente al tiempo ( aunque ese tiempo ya no sea éste en el que se cumple la existencia corporal ), escapa al menos al espacio, y es por eso por lo que no debe buscarse en modo alguno figurársela como una suerte de “doble” del cuerpo ( Los psicólogos mismos reconocen que la “mente” o el pensamiento individual, el único que ellos pueden alcanzar, está fuera de la condición espacial; es menester toda la ignorancia de los “neoespiritualistas” para querer “localizar” las modalidades extracorporales del individuo, y para pensar que los estados póstumos se sitúan en alguna parte del espacio ), como tampoco debe comprenderse que sea como su “molde” cuando decimos que es el prototipo formal de la individualidad en el origen de su manifestación ( Es el prototipo sutil, y no el embrión corporal, lo que se designa en sánscrito por la palabra pinda, así como lo hemos indicado precedentemente; este prototipo preexiste por lo demás al nacimiento individual, ya que está contenido en Hiranyagarbha desde el origen de la manifestación cíclica, como representando una HDV XIX
Seguidamente pasa a la Esfera de la Luna ( Chandra o Soma ), donde no permanece como el que ha seguido el pitri-yana, sino desde donde sube a la región del relámpago ( vidyut ) ( NA: Esta palabra vidyut parece estar también en relación con la raíz vid, en razón de la conexión de la luz y de la vista; su forma está muy próxima de la de vidya: el relámpago ilumina las tinieblas; éstas son el símbolo de la ignorancia ( avidya ), y el conocimiento es una “iluminación” interior), por encima de la cual está el Reino del Agua Ap, cuyo Regnabitnte es Varuna ( NA: Hacemos destacar, de pasada, que este nombre es manifiestamente idéntico al griego Ouranos, aunque algunos filólogos hayan querido, no se sabe bien por qué, contestar esta identidad; el Cielo, llamado Ouranos, es en efecto la misma cosa que las “Aguas superiores” de las que habla el Génesis, y que reencontramos aquí en el simbolismo hindú) ( como analógicamente, el rayo estalla por debajo de las nubes de lluvia ). HDV XXI
Puesto que la acción ( karma, ya sea que esta palabra se entienda en su sentido general, o ya sea que se aplique especialmente al cumplimiento de los ritos ) no es opuesta a la ignorancia ( avidya ) ( Algunos querrían traducir avidya o ajnana por “nescencia” y no por “ignorancia“; confesamos no ver claramente la razón de esta sutileza), no puede alejarla; pero el Conocimiento disipa la ignorancia, como la luz disipa las tinieblas. HDV XXII
Desde que la ignorancia que nace de las afecciones terrestres ( y de otros lazos análogos ) es alejada ( y con ella toda ilusión ha desaparecido ), el “Sí mismo” ( Atma ), por su propio esplendor, brilla a lo lejos ( a través de todos los grados de existencia ) en un estado indiviso ( que lo penetra todo y que ilumina la totalidad del ser ), como el sol difunde su claridad cuando la nube se dispersa” ( NA: Atma-Bodha ( Conocimiento del Sí mismo )). HDV XXII
Para él, la ilusión de la “separatividad” ha cesado definitivamente, y con ella toda confusión engendrada por la ignorancia ( avidya ) que produce y mantiene esta ilusión ( NA: A este orden pertenece concretamente la “falsa imputación” ( adhyasa ), que consiste en atribuir a una cosa atributos que no le pertenecen verdaderamente), ya que “al imaginarse primero que él es el “alma viva” individual ( jivatma ), el hombre deviene asustado ( por la creencia en algún ser otro que él mismo ), como una persona que toma por error ( A un tal error se le llama vivarta: es propiamente una modificación que no alcanza de ninguna manera a la esencia del ser al que se atribuye, y por tanto que afecta solo al que se HDV XXIII
“El ojo del Conocimiento contempla el verdadero Brahma, pleno de Beatitud, penetrando todo; pero el ojo de la ignorancia no Le descubre, no Le percibe, como un hombre ciego no ve la luz sensible”. HDV XXIV
“Cuando el Sol del conocimiento espiritual se levanta en el cielo del corazón ( es decir, en el centro del ser, que se designa como Brahma-pura ), disipa las tinieblas ( de la ignorancia, que velan la única realidad absoluta ), penetra todo, envuelve todo, e ilumina todo”. HDV XXIV
El «proselitismo» es totalmente desconocido en Oriente, donde, por lo demás, carecería de objeto y no podría ser considerado sino como una prueba de ignorancia y de incomprehensión pura y simple; lo que diremos a continuación mostrará las razones de ello. IGEDH PREFACIO
No se ha querido ver en eso nada más que una simple imitación de las monedas griegas, que habrían llegado accidentalmente a regiones lejanas; esto es también un ejemplo de la influencia exagerada que siempre se ha querido atribuir a los griegos, y también de la enojosa tendencia de hacer intervenir el azar en todo lo que no se sabe explicar, como si el azar fuera otra cosa que un nombre que se da, para disimularla, a nuestra ignorancia de las causas reales. IGEDH Las relaciones de los pueblos antiguos
Es menester señalar, por otra parte, que, para aumentar la dificultad, existe en la India, y sin duda también en algunas civilizaciones extinguidas, una cronología, o más exactamente algo que tiene la apariencia de una cronología, basada sobre números simbólicos, que sería menester no tomar en modo alguno literalmente por números de años; y, ¿no se encuentra algo análogo hasta en la cronología bíblica? Únicamente, esta pretendida cronología se aplica exclusivamente, en realidad, a periodos cósmicos, y no a periodos históricos; entre los unos y los otros, no hay ninguna confusión posible, si no es por efecto de una ignorancia bastante grosera, y, no obstante, uno está bien forzado a reconocer que los orientalistas han dado muchos ejemplos de semejantes equivocaciones. IGEDH Cuestiones de cronología
Esta suerte de doble polarización, exterior e interior, a la que hemos hecho alusión a propósito de la tradición musulmana, no existe en la India, donde, por consiguiente, no se pueden hacer con Occidente las aproximaciones que, al menos, permitía todavía el lado exterior del islam; aquí ya no hay absolutamente nada que sea análogo a lo que son las religiones occidentales, y, para sostener lo contrario, no puede haber más que observadores superficiales, que prueban así su perfecta ignorancia de los modos del pensamiento oriental. IGEDH Principios de unidad de las civilizaciones orientales
Por consiguiente, cuando se trata de metafísica, lo que puede cambiar con los tiempos y los lugares, son únicamente los modos de exposición, es decir, las formas más o menos exteriores de las que puede estar revestida la metafísica, y que son susceptibles de adaptaciones diversas, y también, evidentemente, el estado de conocimiento o de ignorancia de los hombres, o al menos de la generalidad de entre ellos, con respecto a la metafísica verdadera; pero ésta permanece siempre, en el fondo, perfectamente idéntica a sí misma, ya que su objeto es esencialmente uno, o más exactamente «sin dualidad», como lo expresan los hindúes, y este objeto, siempre por eso mismo de que está «más allá de la naturaleza», está también más allá del cambio: es lo que los árabes expresan diciendo que «la doctrina de la Unidad es única». IGEDH Caracteres esenciales de la metafísica
Si hemos creído necesario extendernos sobre estas consideraciones tan largamente como lo hemos hecho, es en razón de la ignorancia que se tiene habitualmente en Occidente para todo lo que concierne a la metafísica verdadera, y también porque tienen con nuestro tema una relación completamente directa, aunque a algunos no se lo parezca, puesto que es la metafísica la que es el centro único de todas las doctrinas de Oriente, de suerte que nadie puede comprender nada de éstas mientras no se ha adquirido, de lo que es la metafísica, una noción al menos suficiente para evitar toda confusión posible. IGEDH Pensamiento metafísico y pensamiento filosófico
Se ve lo que constituye la gravedad real de un error del género que señalamos, y porque constituye a nuestros ojos mucho más que una simple inexactitud de detalle: porque da testimonio de un profundo desconocimiento del carácter más esencial de la civilización hindú; y lo más sorprendente no es que esta ignorancia sea común en Occidente, sino que sea compartida por orientalistas profesionales. IGEDH Significación precisa de la palabra «hindú»
Es menester reconocer que hay, a este respecto, algunas excepciones honorables, y es así como Barth ha dicho que «el budismo ha tenido sólo la importancia de un episodio», lo que, en lo que concierne a la India, es la estricta verdad; pero, a pesar de eso, la opinión contraria no ha cesado de prevalecer, sin hablar, bien entendido, de la grosera ignorancia del vulgo que, en Europa, se figura gustosamente que el budismo reina todavía actualmente en la India. IGEDH A propósito del budismo
de la civilización europea actual, y habiendo caído por azar en sus manos los programas de enseñanza de una universidad, sacará de ello la singular conclusión de que los sabios de Europa están divididos en varias escuelas rivales, de las que cada una tiene su sistema filosófico particular, y de las que las principales son las de los matemáticos, los físicos, los químicos, los biólogos, los lógicos y los psicólogos; está equivocación sería ciertamente muy ridícula, pero, no obstante, apenas lo sería más que la concepción corriente de los orientalistas, y éstos no deberían tener siquiera la excusa de la ignorancia, o más bien es su ignorancia misma la que es inexcusable. IGEDH Los puntos de vista de la doctrina
habiendo caído por azar en sus manos los programas de enseñanza de una universidad, sacará de ello la singular conclusión de que los sabios de Europa están divididos en varias escuelas rivales, de las que cada una tiene su sistema filosófico particular, y de las que las principales son las de los matemáticos, los físicos, los químicos, los biólogos, los lógicos y los psicólogos; está equivocación sería ciertamente muy ridícula, pero, no obstante, apenas lo sería más que la concepción corriente de los orientalistas, y éstos no deberían tener siquiera la excusa de la ignorancia, o más bien es su ignorancia misma la que es inexcusable. IGEDH Los puntos de vista de la doctrina
Los tres gunas son: sattwa, la conformidad a la esencia pura del Ser o Sat, que se identifica a la luz intangible o al conocimiento, y que se representa como una tendencia ascendente; rajas, la impulsión expansiva, según la cual el Ser se desarrolla en un cierto estado y, en cierto modo, a un nivel determinado de la existencia; finalmente, tamas, la obscuridad, asimilado a la ignorancia, y representado como una tendencia descendente. IGEDH El Sankhya
La designación misma de las Upanishads indica que están destinadas a destruir la ignorancia, raíz de la ilusión que encierra al ser en los lazos de la existencia condicionada, y que operan este efecto proporcionando los medios de acercarse al conocimiento de Brahma; si no se plantea más que acercarse a este conocimiento, es porque, al ser rigurosamente incomunicable en su esencia, no puede ser alcanzado efectivamente más que por un trabajo estrictamente personal, al que ninguna enseñanza exterior, por elevada y por profunda que sea, tiene el poder de suplir. IGEDH El Vedanta
Shankaracharya declara expresamente que «no hay otro medio de obtener la “liberación” completa y final que el conocimiento; puesto que la acción no se opone a la ignorancia, no puede alejarla, mientras que el conocimiento disipa la ignorancia como la luz disipa las tinieblas» (NA: Atma-Bodha); y puesto que la ignorancia es la raíz y la causa de toda limitación, cuando ha desaparecido, la individualidad, que se caracteriza por sus limitaciones, desaparece por eso mismo. IGEDH El Vedanta
Esas son las únicas condiciones posibles de formación de una élite intelectual, por una selección apropiada, puesto que cada uno se detiene necesariamente en el grado que corresponde a la extensión de su propio «horizonte intelectual»; y es también el obstáculo a todos los desórdenes que suscita, cuando se generaliza, una semiciencia mucho más nefasta que la ignorancia pura y simple; así pues, los orientales estarán siempre mucho más persuadidos de los inconvenientes muy reales de la «instrucción obligatoria» que de sus beneficios supuestos, y, a nuestro juicio, tienen mucha razón. IGEDH La enseñanza tradicional
Nacida en América, esta organización, aunque se presenta como internacional, ha devenido puramente inglesa por su dirección, a excepción de algunas ramas disidentes de una importancia bastante débil; a pesar de todos sus esfuerzos, apoyados por algunas protecciones que le aseguran consideraciones políticas que no precisaremos, no han podido reclutar nunca más que un pequeño número de hindúes desviados, profundamente despreciados por sus compatriotas, pero cuyos nombres pueden imponerse a la ignorancia europea; por lo demás, en la India se cree bastante generalmente que no se trata más que de una secta protestante de un género un poco particular, asimilación que parece justificar a la vez su personal, sus procedimientos de propaganda y sus tendencias «moralistas», sin hablar de su hostilidad, ora disimulada ora violenta, contra todas las instituciones tradicionales. IGEDH El teosofismo
Es menester agregar a este respecto la ignorancia, o más precisamente un cierto tipo de ignorancia que le está por lo demás estrechamente ligada, una ignorancia que no es en modo alguno consciente de sí misma, una ignorancia que se permite afirmar tanto más audazmente cuanto menos sabe y menos comprende, y que, por eso mismo, en el que está afligido por ella, es un mal irremediable (NA: En la tradición islámica, es en el hecho de soportar la necedad y la ignorancia humanas en lo que consiste haqiqatus-zakah, la «verdad de la limosna», es decir, su aspecto interior y el más real (haqiqah se opone aquí a IRE CONTRA LA VULGARIZACIÓN
Es menester agregar a este respecto la ignorancia, o más precisamente un cierto tipo de ignorancia que le está por lo demás estrechamente ligada, una ignorancia que no es en modo alguno consciente de sí misma, una ignorancia que se permite afirmar tanto más audazmente cuanto menos sabe y menos comprende, y que, por eso mismo, en el que está afligido por ella, es un mal irremediable (NA: En la tradición islámica, es en el hecho de soportar la necedad y la ignorancia humanas en lo que consiste haqiqatus-zakah, la «verdad de la limosna», es decir, su aspecto interior y el más real (haqiqah se opone aquí a muzaherah, que es solamente la manifestación exterior, o IRE CONTRA LA VULGARIZACIÓN
Es menester agregar a este respecto la ignorancia, o más precisamente un cierto tipo de ignorancia que le está por lo demás estrechamente ligada, una ignorancia que no es en modo alguno consciente de sí misma, una ignorancia que se permite afirmar tanto más audazmente cuanto menos sabe y menos comprende, y que, por eso mismo, en el que está afligido por ella, es un mal irremediable (NA: En la tradición islámica, es en el hecho de soportar la necedad y la ignorancia humanas en lo que consiste haqiqatus-zakah, la «verdad de la limosna», es decir, su aspecto interior y el más real (haqiqah se opone aquí a muzaherah, que es solamente la manifestación exterior, o el cumplimiento del precepto tomado en el sentido estrictamente literal IRE CONTRA LA VULGARIZACIÓN
Es menester agregar a este respecto la ignorancia, o más precisamente un cierto tipo de ignorancia que le está por lo demás estrechamente ligada, una ignorancia que no es en modo alguno consciente de sí misma, una ignorancia que se permite afirmar tanto más audazmente cuanto menos sabe y menos comprende, y que, por eso mismo, en el que está afligido por ella, es un mal irremediable (NA: En la tradición islámica, es en el hecho de soportar la necedad y la ignorancia humanas en lo que consiste haqiqatus-zakah, la «verdad de la limosna», es decir, su aspecto interior y el más real (haqiqah se opone aquí a muzaherah, que es solamente la manifestación exterior, o el cumplimiento del precepto tomado en el sentido estrictamente literal); esto depende naturalmente de la virtud de «paciencia» (es-sabr), a la cual IRE CONTRA LA VULGARIZACIÓN
Es menester agregar a este respecto la ignorancia, o más precisamente un cierto tipo de ignorancia que le está por lo demás estrechamente ligada, una ignorancia que no es en modo alguno consciente de sí misma, una ignorancia que se permite afirmar tanto más audazmente cuanto menos sabe y menos comprende, y que, por eso mismo, en el que está afligido por ella, es un mal irremediable (NA: En la tradición islámica, es en el hecho de soportar la necedad y la ignorancia humanas en lo que consiste haqiqatus-zakah, la «verdad de la limosna», es decir, su aspecto interior y el más real (haqiqah se opone aquí a muzaherah, que es solamente la manifestación exterior, o el cumplimiento del precepto tomado en el sentido estrictamente literal); esto depende naturalmente de la virtud de «paciencia» (es-sabr), a la cual se le da una importancia muy particular, como lo prueba el hecho de que se menciona 72 veces en el Corán). IRE CONTRA LA VULGARIZACIÓN
Necedad e ignorancia pueden reunirse en suma bajo el nombre común de incomprensión; pero debe entenderse bien que soportar esta incomprensión no implica de ningún modo que uno deba hacerle concesiones, ni que deba abstenerse de rectificar los errores a los que da nacimiento y de hacer todo lo posible para impedirles extenderse, lo que, por lo demás, es bien frecuentemente una tarea muy penosa, sobre todo cuando uno se encuentra obligado, en presencia de la obstinación de algunos, a repetir muchas veces cosas que, normalmente, debería bastar haber dicho de una vez por todas. IRE CONTRA LA VULGARIZACIÓN
Acordaremos que una cierta inquietud puede tener su lugar legítimo en el punto de partida de toda búsqueda, como móvil incitante a esta búsqueda misma, ya que no hay que decir que, si el hombre se encontrara satisfecho de su estado de ignorancia, permanecería en él indefinidamente y en modo alguno buscaría salir de ahí; así pues, valdría más dar a este tipo de inquietud mental otro nombre: la misma no es nada más, en realidad, que esa «curiosidad» que, según Aristóteles, es el comienzo de la ciencia, y que, bien entendido, no tiene nada en común con las necesidades puramente prácticas a las que los «empiristas» y los «pragmatistas» querrían atribuir el origen de todo conocimiento humano; pero en todo caso, llámese inquietud o curiosidad, es algo que no podría tener ninguna razón de ser y que no podría subsistir en modo IRE LA ENFERMEDAD DE LA ANGUSTIA
Así pues, en la idea de una inquietud sin término, y por consiguiente que no sirve para sacar al hombre de su ignorancia, se podría ver la marca de una suerte de «agnosticismo», que puede ser más o menos inconsciente en muchos de los casos, pero que por eso no es menos real: hablar de «inquietud metafísica» equivale en el fondo, se quiera o no, ya sea a negar el conocimiento metafísico en sí mismo, ya sea al menos a declarar una impotencia propia para obtenerle, lo que prácticamente no constituye una gran diferencia; y cuando ese «agnosticismo» es verdaderamente inconsciente, se acompaña ordinariamente de una ilusión que consiste en tomar por metafísica lo que no lo es en modo alguno, y lo IRE LA ENFERMEDAD DE LA ANGUSTIA
cuando ese «agnosticismo» es verdaderamente inconsciente, se acompaña ordinariamente de una ilusión que consiste en tomar por metafísica lo que no lo es en modo alguno, y lo que no es siquiera a ningún grado un conocimiento válido, aunque sea en un orden relativo, queremos decir, la «pseudo-metafísica» de los filósofos modernos, que es incapaz efectivamente de disipar la menor inquietud, por eso mismo de que no es un verdadero conocimiento, y de que no puede, antes al contrario, sino aumentar el desorden intelectual y la confusión de las ideas entre aquellos que la toman en serio, y hacer su ignorancia tanto más incurable; en eso como desde cualquier otro punto de vista, el falso conocimiento es ciertamente mucho peor que la pura y simple ignorancia natural. IRE LA ENFERMEDAD DE LA ANGUSTIA
alguno, y lo que no es siquiera a ningún grado un conocimiento válido, aunque sea en un orden relativo, queremos decir, la «pseudo-metafísica» de los filósofos modernos, que es incapaz efectivamente de disipar la menor inquietud, por eso mismo de que no es un verdadero conocimiento, y de que no puede, antes al contrario, sino aumentar el desorden intelectual y la confusión de las ideas entre aquellos que la toman en serio, y hacer su ignorancia tanto más incurable; en eso como desde cualquier otro punto de vista, el falso conocimiento es ciertamente mucho peor que la pura y simple ignorancia natural. IRE LA ENFERMEDAD DE LA ANGUSTIA
Como lo hemos dicho, algunos no se limitan a hablar de «inquietud», sino que llegan incluso a hablar de «angustia», lo que es todavía más grave, y expresa una actitud quizás más claramente antimetafísica aún si es posible; por otra parte, los dos sentimientos están más o menos relacionados, puesto que uno y otro tienen su raíz común en la ignorancia. IRE LA ENFERMEDAD DE LA ANGUSTIA
En efecto, la angustia no es más que una forma extrema y por así decir «crónica» del miedo; ahora bien, el hombre es llevado naturalmente a sentir miedo delante de lo que no conoce o no comprende, y este miedo mismo deviene un obstáculo que le impide vencer su ignorancia, ya que le lleva a apartarse del objeto en presencia del cual lo ha sentido y al cual atribuye su causa, mientras que, en realidad, esa causa no está más que en él mismo; además, a esta reacción negativa le sigue muy frecuentemente un verdadero odio al respecto de lo desconocido, sobre todo si el hombre tiene más o menos confusamente la impresión de que eso desconocido es algo que rebasa sus posibilidades actuales de comprensión. IRE LA ENFERMEDAD DE LA ANGUSTIA
No obstante, si la ignorancia puede disiparse, el miedo se desvanecerá de inmediato por eso mismo, como ocurre en el ejemplo bien conocido de la cuerda tomada por una serpiente; el miedo, y por consiguiente la angustia, que no es más que un caso particular del mismo, es pues incompatible con el conocimiento, y, si llega a un grado tal que sea verdaderamente invencible, eso hará que el conocimiento se vuelva imposible, incluso en la ausencia de todo otro impedimento inherente a la naturaleza del individuo; así pues, en este sentido se podría hablar, de una «angustia metafísica», que juega en cierto modo el papel IRE LA ENFERMEDAD DE LA ANGUSTIA
Es menester todavía explicar más completamente como el miedo resulta de la ignorancia, tanto más cuanto que hemos tenido recientemente la ocasión de constatar sobre este punto un error bastante sorprendente: hemos visto atribuir el origen del miedo a un sentimiento de aislamiento, y eso en una exposición que se basaba sobre la doctrina vedantica, mientras que ésta enseña al contrario expresamente que el miedo se debe al sentimiento de una dualidad; y, en efecto, si un ser estuviera verdaderamente solo, ¿de qué podría tener miedo? Se dirá quizás que puede tener miedo de algo que se encuentra en sí mismo; pero eso mismo implica que hay en él, en su condición actual IRE LA ENFERMEDAD DE LA ANGUSTIA
El miedo no puede ser causado más que por la existencia de los demás seres, que, en tanto que son otros, constituyen ese «mundo exterior», o de elementos que, aunque incorporados al ser mismo, por eso no son menos extraños y «exteriores» a su consciencia actual; pero el «otro» como tal no existe más que por un efecto de la ignorancia, puesto que todo conocimiento implica esencialmente una identificación; así pues, puede decirse que cuanto más conoce un ser, menos «otro» y «exterior» hay para él, y que, en la misma medida, la posibilidad del miedo, posibilidad por lo demás completamente negativa, está abolida para él; y finalmente, el estado de «soledad» absoluta (kaivalya), que está más allá de toda contingencia, es un estado de pura impasibilidad. IRE LA ENFERMEDAD DE LA ANGUSTIA
son frecuentemente colectivas, lo que va igualmente contra la explicación del miedo por el aislamiento; y en este caso, no se trata necesariamente de influencias hostiles o de orden inferior, ya que puede ocurrir incluso que una influencia espiritual, y no solo una influencia psíquica, provoque un terror de este tipo en los «profanos» que la perciben vagamente sin conocer nada de su naturaleza; el examen de estos hechos, que no tienen en suma nada de anormal, piense lo que piense de ellos la opinión común, no hace más que confirmar también que el miedo es realmente causado por la ignorancia, y es por lo que hemos creído bueno señalarlos de pasada. IRE LA ENFERMEDAD DE LA ANGUSTIA
Para volver al punto esencial, podemos decir ahora que aquellos que hablan de «angustia metafísica» muestran con eso, primeramente, su ignorancia total de la metafísica; además, su actitud misma torna esta ignorancia en invencible, tanto más cuanto que la angustia no es un simple sentimiento pasajero de miedo, sino un miedo que ha devenido en cierto modo permanente, instalado en el «psiquismo» mismo del ser, y por eso es por lo que puede considerársele como una verdadera «enfermedad»; mientras no pueda ser superado, constituye propiamente, como todos los demás defectos graves de orden psíquico, una «descualificación» al respecto del conocimiento metafísico. IRE LA ENFERMEDAD DE LA ANGUSTIA
Por otra parte, el conocimiento es el único remedio definitivo contra la angustia, así como contra el miedo bajo todas sus formas y contra la simple inquietud, puesto que estos sentimientos no son sino consecuencia o productos de la ignorancia, y puesto que a consecuencia del conocimiento, desde que se alcanza, quedan destruidos enteramente en su raíz misma y vueltos en adelante imposibles, mientras que, sin él, incluso si son apartados momentáneamente, siempre pueden reaparecer al hilo de las circunstancias. IRE LA ENFERMEDAD DE LA ANGUSTIA
Este abuso de lenguaje se debe evidentemente a la ignorancia de los modernos al respecto de todo lo que es tradición en el verdadero sentido de esta palabra; pero también se puede discernir en ello una manifestación de ese espíritu de «contrahechura» del que ya hemos señalado tantos otros casos: allí donde no hay ya tradición, se busca, consciente o inconscientemente, substituirla por una suerte de parodia, a fin de colmar por así decir, bajo el punto de vista de las apariencias exteriores, el vacío dejado por esta ausencia de la tradición; así pues, no es suficiente decir que la costumbre es enteramente diferente de la tradición, puesto que la IRE LA COSTUMBRE CONTRA LA TRADICIÓN
En efecto, es admisible que un exoterista ignore el esoterismo, aunque ciertamente esta ignorancia no justifica su negación; pero, por el contrario, no lo es que alguien con pretensiones al esoterismo quiera ignorar el exoterismo, aunque sea prácticamente, ya que lo «más» debe comprender forzosamente lo «menos». IRE NECESIDAD DEL EXOTERISMO TRADICIONAL
Por lo demás, esta ignorancia práctica misma, que consiste en considerar como inútil o superflua la participación en una tradición exotérica, no sería posible sin un desconocimiento, incluso teórico, de este aspecto de la tradición, y eso es lo que la hace todavía más grave, ya que uno puede preguntarse si alguien en quien existe un tal desconocimiento, cualesquiera que sean por lo demás sus posibilidades, está realmente preparado para abordar el dominio esotérico e iniciático, y si no debería más bien aplicarse a comprender mejor el valor y el alcance del exoterismo antes de buscar ir más lejos. IRE NECESIDAD DEL EXOTERISMO TRADICIONAL
distinción e incluso la separación de lo sagrado y de lo profano como perfectamente legítima, y que, en el estado de cosas que es el de todas las civilizaciones tradicionales y normales, no ven más que una confusión entre dos dominios diferentes, confusión que, según ellos, ha sido «rebasada» y ventajosamente disipada por el «progreso»! Hay más todavía: una tal actitud, ya difícilmente concebible por parte de hombres, cualesquiera que sean, que se dicen y que se creen sinceramente religiosos, ya no es ni siquiera solo el hecho de los «laicos», en quienes, en rigor, podría achacarse quizás a una ignorancia que la hace también excusable hasta un cierto punto. IRE LO SAGRADO Y LO PROFANO
Sin embargo, eso no es todavía lo más grave, y hay otra cosa que nos parece más inquietante bajo algunos aspectos: es que se mezcla inextricablemente el esoterismo verdadero con sus múltiples deformaciones y contrahechuras contemporáneas, ocultistas, teosofistas y otras, sacando indistintamente del uno y de las otras nociones y referencias que se presentan de manera de ponerlas por así decir sobre el mismo plano, y absteniéndose de marcar claramente lo que se admite y lo que se rechaza en todo eso; ¿no hay en eso más que ignorancia o falta de discernimiento? Ambas cosas, la ignorancia y la falta de discernimiento pueden jugar sin duda bastante frecuentemente algún papel en parecido caso, y por lo demás algunos «dirigentes» saben muy bien como hacer que sirvan también a sus fines; pero, en el caso presente, desgraciadamente es imposible que no haya más que eso, ya que, entre aquellos que actúan así, nos estamos completamente seguro de que los hay que están perfectamente informados de lo que se trata realmente; ¿cómo calificar entonces una tal manera de proceder que parece calculada expresamente para arrojar el trastorno y la confusión en IRE NUEVAS CONFUSIONES
Sin embargo, eso no es todavía lo más grave, y hay otra cosa que nos parece más inquietante bajo algunos aspectos: es que se mezcla inextricablemente el esoterismo verdadero con sus múltiples deformaciones y contrahechuras contemporáneas, ocultistas, teosofistas y otras, sacando indistintamente del uno y de las otras nociones y referencias que se presentan de manera de ponerlas por así decir sobre el mismo plano, y absteniéndose de marcar claramente lo que se admite y lo que se rechaza en todo eso; ¿no hay en eso más que ignorancia o falta de discernimiento? Ambas cosas, la ignorancia y la falta de discernimiento pueden jugar sin duda bastante frecuentemente algún papel en parecido caso, y por lo demás algunos «dirigentes» saben muy bien como hacer que sirvan también a sus fines; pero, en el caso presente, desgraciadamente es imposible que no haya más que eso, ya que, entre aquellos que actúan así, nos estamos completamente seguro de que los hay que están perfectamente informados de lo que se trata realmente; ¿cómo calificar entonces una tal manera de proceder que parece calculada expresamente para arrojar el trastorno y la confusión en el espíritu de sus lectores? Por lo demás IRE NUEVAS CONFUSIONES
El espíritu antitradicional, que es el del occidente moderno, se enfurece únicamente ante esta idea del dogma, porque es así como la tradición se le aparece, en la ignorancia en que se encuentra de todas las demás formas que la tradición puede revestir; y occidente jamás habría llegado a su estado actual de decadencia y de confusión si hubiera permanecido fiel a su dogma, puesto que, para adaptarse a sus condiciones mentales particulares, la tradición debía necesariamente tomar para él ese aspecto especial, al menos en cuanto a su parte exotérica. IRE DOCTRINA Y MÉTODO
En razón de su carácter más estrictamente transcendente, se puede ignorar enteramente esta vía mucho más fácilmente que desnaturalizarla con falsas concepciones; e incluso sus travestimientos en «filosofía», por parte de algunos orientalistas, que no dejan subsistir absolutamente nada de lo esencial y que lo reducen todo a la sombra vana de las «abstracciones», equivalen de hecho a la ignorancia pura y simple y están muy alejados de la verdad como para poder imponer a nadie la menor noción de las cosas iniciáticas. IRE LAS TRES VÍAS Y LAS FORMAS INICIÁTICAS
todavía que volver de nuevo sobre ello; por el momento, aquí solo queremos indicar una consecuencia suya muy importante bajo el punto de vista donde estamos colocados: es que, en todo rigor, el trabajo de una organización iniciática debe cumplirse siempre «en el nombre» del principio espiritual del cual procede y que ella está destinada a manifestar en cierto modo en nuestro mundo (NA: Toda fórmula ritual diferente de la que responde a lo que decimos aquí no puede pues, cuando la ha substituido, considerarse de otro modo que como representando una disminución, debida a un desconocimiento o a una ignorancia más o menos completa de lo que el «nombre» es verdaderamente, y que implica por consecuencia una cierta degeneración de la organización iniciática, puesto que esta substitución muestra que ésta no es ya plenamente consciente de la naturaleza real de la relación que la une a su principio espiritual). IRE TRABAJO INICIÁTICO COLECTIVO Y «PRESENCIA» ESPIRITUAL
En efecto, todo verdadero Maestro espiritual debe ejercer necesariamente su función en conformidad con una tradición determinada; cuando ello no es así, esa es una de las marcas que permiten reconocer más fácilmente que no se trata más que de un falso Maestro espiritual, que por lo demás, en algunos casos, puede muy bien no serlo de mala fe, sino ilusionarse él mismo por ignorancia de las condiciones reales de la iniciación; ya nos hemos explicado suficientemente más atrás como para que no sea útil insistir más en ello (NA: Ver capítulo XXI: Verdaderos y falsos instructores espirituales). IRE SOBRE EL PAPEL DEL GURU
Se podría estar tentado a concluir inmediatamente que la concepción corriente no se debe más que a la ignorancia de la gran mayoría de los hombres y que no corresponde más que a un simple error de lenguaje, que todos repiten por la fuerza del hábito y sin reflexionar en ello; sin embargo, la cuestión no es tan simple en el fondo, y este error, si es un error, tiene razones mucho más profundas de lo que se creería a primera vista. IRE ¿ESTÁ EL ESPÍRITU EN EL CUERPO O EL CUERPO EN EL ESPÍRITU?
“La acción, no oponiéndose a la ignorancia, no la puede alejar; pero el Conocimiento disipa la ignorancia, como la Luz disipa las tinieblas.” RGM EL DEMIURGO
La ignorancia es aquí el estado del ser envuelto en las tinieblas del Mundo hylico, atado a la apariencia ilusoria de la Materia y a las distinciones individuales; mediante el Conocimiento, que no pertenece al dominio de la acción, sino que le es superior, todas las ilusiones desaparecen, tal como hemos dicho anteriormente. RGM EL DEMIURGO
“Cuando la ignorancia que nace de los afectos terrestres es alejada, el Espíritu, por su propio esplendor, brilla a lo lejos en un estado indiviso, como el Sol difunde su claridad cuando las nubes se dispersan.” RGM EL DEMIURGO
“El ojo del Conocimiento contempla al Ser verdadero, viviente, feliz, que todo lo penetra; pero el ojo de la ignorancia no lo descubre, no lo percibe al igual que un hombre ciego no ve la luz.” RGM EL DEMIURGO
El apego a las cosas individuales, o a las formas esencialmente transitorias y perecederas, es propio de la ignorancia; las formas no son nada para el ser que se ha liberado de ellas, y por eso, incluso durante su residencia en el cuerpo, no le afectan en nada sus propiedades. RGM EL DEMIURGO
La conclusión sería siempre la misma: unos profanos se han apoderado ilegítimamente de fragmentos de conocimientos de los cuales no podían aprehender ni el alcance ni el significado, y de ellos han formado unas ciencias que se dicen independientes, las cuales valen simplemente lo que valían ellos mismos; la ciencia moderna que ha surgido de ahí, no es por tanto, propiamente mas que la ciencia de los ignorantes (Por una curiosa ironía de las cosas el “cientifismo” de nuestra época mantiene por encima de todo el proclamarse “laico”, sin percibir que eso es, simplemente, la confesión explícita de esta ignorancia). RGM DEL PRETENDIDO “EMPIRISMO” DE LOS ANTIGUOS
su ciencia truncada y falseada haya podido tomarse en serio y presentarse como lo que no es, era necesario que el verdadero conocimiento desapareciese, con las organizaciones iniciáticas que estaban encargadas de conservarlo y transmitirlo y eso es precisamente lo que ha ocurrido en el mundo occidental en el curso de los últimos siglos Añadiremos aún que, en la manera como enfocan los modernos los conocimientos de los antiguos, se ve aparecer claramente esta negación de todo elemento “suprahumano” que constituye el fondo del espíritu antitradicional, y que no es a fin de cuentas, sino una consecuencia directa de la ignorancia profana. RGM DEL PRETENDIDO “EMPIRISMO” DE LOS ANTIGUOS
Además, esos mismos filósofos cometen todavía otro error que apenas es menos grave cuando, para sujetar también a Platón a su “moralismo”, invocan el papel en cierto modo “central” que él asigna a la “idea del Bien”; aquí, podemos decir, sirviéndonos de la terminología escolástica, confunden muy simplemente el “Bien trascendental” con el “bien moral”, tan grande es su ignorancia de ciertas nociones sin embargo elementales; y, cuando se ve a los modernos interpretar así las concepciones antiguas, mientras que incluso no se trata en suma más que de filosofía, ¿puede aún sorprender que deformen ultrajantemente las doctrinas de un orden más profundo? La verdad es que la “filosofía de los valores” no puede reivindicar el menor ligamen con una doctrina antigua cualquiera que sea, salvo librándose a pésimos juegos de palabras sobre las “ideas” y sobre el “bien”, a los cuales habría incluso que añadir todavía otras confusiones como aquella, bastante común por lo demás, del “espíritu” con lo RGM LA SUPERSTICIÓN DEL “VALOR”
El ejemplo de Stanislas Julien, que fue miembro del Institut, da, pensamos, una justa idea sobre el valor de los filólogos en general; sin embargo, puede que haya honorables excepciones, y queremos incluso creer que M Pelliot es una de ellas; a él le corresponde darnos ahora la prueba de ello interpretando exactamente los textos que ha traído de su expedición: como quiera que sea, por lo referente a los textos taoístas, no debería ya ser posible hoy dar prueba, con relación a la metafísica china, de una ignorancia que era quizás excusable hasta cierto punto en los tiempos de Rémusat y de Stanislas Julien, pero que no podría ya serlo tras los trabajos de Matgioi, y sobre todo tras la publicación de sus dos obras más importantes desde ese punto de vista, La Voie Métaphysique y La Voie Rationnelle. RGM A PROPÓSITO DE UNA MISIÓN EN ASIA CENTRAL?
Por lo demás, los doctos mismos reconocen de bastante buena gana que utilizan fuerzas de las que ignoran completamente la naturaleza; en esta ignorancia está sin duda para muchos el carácter peligroso que tales aplicaciones presentan demasiado frecuentemente, pero ésa es otra cuestión sobre la cual no tenemos que insistir ahora. RGM LA CIENCIA PROFANA ANTE LAS DOCTRINAS TRADICIONALES?
Si fuera así, lo que podría ser conservado debería ser cuidadosamente distinguido de lo que habría por el contrario que eliminar, es decir, de todas las concepciones falsas a las cuales la ignorancia de los principios ha permitido demasiado fácilmente introducirse; y la formulación misma de las verdades tendría lo más frecuentemente necesidad de ser rectificada, pues está casi siempre influida más o menos gravemente por esas concepciones falsas a las cuales las verdades en cuestión se encuentran asociadas en la ciencia profana. RGM LA CIENCIA PROFANA ANTE LAS DOCTRINAS TRADICIONALES?
Más aún, llega hasta negar lo que ignora, porque ese es el único medio de no confesar esta ignorancia; o, si no se atreve a negar formalmente que pueda existir algo que no cae bajo su dominio, niega al menos que eso pueda ser conocido de cualquier otra manera, lo que de hecho equivale a lo mismo, y pretende englobar todo conocimiento posible. RGOO LA SUPERSTICIÓN DE LA CIENCIA
Afirmar que no sólo hay lo desconocido, sino también lo «incognoscible», según la palabra de Spencer, es hacer de una enfermedad intelectual un límite que no le está permitido traspasar a nadie; he aquí lo que nunca se ha dicho en ninguna parte; y nunca se había visto tampoco a hombres hacer de una afirmación de ignorancia un programa y una profesión de fe, tomarla abiertamente como etiqueta de una pretendida doctrina, bajo el nombre de «agnosticismo». RGOO LA SUPERSTICIÓN DE LA CIENCIA
En suma, los modernos, o algunos de entre ellos al menos, consienten en reconocer su ignorancia, y los racionalistas actuales lo hacen quizás más gustosamente que sus predecesores, pero a condición de que nadie tenga el derecho de conocer lo que ellos mismos ignoran; que se pretenda limitar lo que es, o solo limitar radicalmente el conocimiento, es siempre una manifestación del espíritu de negación que es tan característico del mundo moderno. RGOO LA SUPERSTICIÓN DE LA CIENCIA
las de sus cofrades; así llegan, para todo lo que no depende de la práctica inmediata, a una suerte de escepticismo más o menos completo o al menos de probabilismo: es el «agnosticismo» que ya no se aplica sólo a lo que rebasa el dominio científico, sino que se extiende al orden científico mismo; y no salen de esa actitud negativa más que por un pragmatismo más o menos consciente, que reemplaza, como en el caso de Henri Poincaré, la consideración de la verdad de una hipótesis por la de su comodidad; ¿y no es esto una confesión de incurable ignorancia?. RGOO LA SUPERSTICIÓN DE LA CIENCIA
Es una de las formas que reviste esa extraña necesidad de propaganda de la que está animado el espíritu occidental, y que no puede explicarse más que por la influencia preponderante de los elementos sentimentales; ninguna consideración intelectual justifica el proselitismo, en el que los orientales no ven más que una prueba de ignorancia y de incomprehensión; son dos cosas enteramente diferentes exponer simplemente la verdad tal como se ha comprendido, no aportándole más que la única preocupación de no desnaturalizarla, y querer a toda costa hacer participar a los demás en la propia convicción. RGOO LA SUPERSTICIÓN DE LA CIENCIA
Una semiciencia adquirida por tales lecturas, o por una enseñanza cuyos elementos estén sacados todos de manuales del mismo valor, es mucho más nefasta que la ignorancia pura y simple; vale más no conocer nada en absoluto que tener el espíritu atestado de ideas falsas, frecuentemente indesarraigables, sobre todo cuando han sido inculcadas desde la edad más joven. RGOO LA SUPERSTICIÓN DE LA CIENCIA
Todo eso no es más que la consecuencia inevitable de esta ignorancia de los principios que hemos denunciado como el vicio capital de la ciencia occidental; y, a pesar de las protestas de Littré, no pensamos que Augusto Comte se haya desviado lo más mínimo del positivismo al querer instaurar una «religión de la Humanidad»; este «misticismo» especial no era nada más que un intento de fusión de las dos tendencias características de la civilización moderna. RGOO LA SUPERSTICIÓN DE LA CIENCIA
Estas gentes, sobre cuya mentalidad el «moralismo» ejerce una influencia tan poderosa (y su moral, aunque se titula «científica», por ello no es menos puramente sentimental en el fondo), son naturalmente de aquellos que profesan la «religión de la ciencia»; como eso no puede ser en verdad más que una «pseudoreligión» es mucho más justo, desde nuestro punto de vista, llamar a eso «superstición de la ciencia»; una creencia que no reposa más que sobre la ignorancia (incluso «sabia») y sobre vanos prejuicios, no merece ser considerada de otro modo que como una vulgar superstición. RGOO LA SUPERSTICIÓN DE LA CIENCIA
En semejantes condiciones, nada podría ser más ridículo que el quimérico terror del «peligro amarillo», inventado antiguamente por Guillermo II, que le simbolizó incluso en una de esas tablas con pretensiones místicas que se complacía en pintar para ocupar su ocio; es menester toda la ignorancia de la mayoría de los occidentales, y su incapacidad de concebir cuán diferentes de ellos son los demás hombres, para llegar a imaginarse al pueblo chino levantándose en armas para marchar a la conquista de Europa; una invasión china, si debiera tener lugar alguna vez, no podría ser más que una penetración pacífica, y, en todo caso, eso no es un peligro muy inminente. RGOO TERRORES QUIMÉRICOS Y PELIGROS REALES
Esos «jóvenes» orientales, como se llaman ellos mismos para precisar mejor sus tendencias, jamás podrían alcanzar una influencia real en su medio; a veces se les utiliza sin que lo sepan para jugar un papel que no sospechan, y eso es tanto más fácil cuanto que se toman muy en serio; pero ocurre también que, al retomar el contacto con su raza, se desengañan poco a poco, al darse cuenta de que su presunción estaba hecha sobre todo de ignorancia, y acaban deviniendo nuevamente verdaderos orientales. RGOO TERRORES QUIMÉRICOS Y PELIGROS REALES
Pero, volviendo al proselitismo, toda cuestión de cortesía aparte, para los orientales no es más que una prueba de ignorancia y de incomprehensión, el signo de un defecto de intelectualidad, porque implica y supone esencialmente el predominio del sentimentalismo: no se puede hacer propaganda de una idea más que si se le agrega un interés sentimental cualquiera, en detrimento de su pureza; en lo que concierne a las ideas puras, hay que contentarse con exponerlas para aquellos que son capaces de comprenderlas, sin preocuparse nunca de forzar la convicción de nadie. RGOO TENTATIVAS INFRUCTUOSAS
Así pues, Occidente, en su conjunto, nunca ha podido aprovecharse de algunas excepciones individuales; y, en cuanto a los trabajos que se han hecho sobre Oriente y sus doctrinas, frecuentemente valdría más no conocer siquiera su existencia, ya que la ignorancia pura y simple es muy preferible a las ideas falsas. RGOO TENTATIVAS INFRUCTUOSAS
Por lo demás, en Alemania, los filósofos mismos se han mezclado en esto, y Schopenhauer, en particular, tiene ciertamente una buena parte de responsabilidad en la manera en que Oriente es interpretado allí; ¡y cuántas gentes, incluso fuera de Alemania, siguen repitiendo, desde él y su discípulo von Hartmann, frases hechas sobre el «pesimismo búdico», al que suponen incluso gustosamente que constituye el fondo de las doctrinas hindúes! Hay un buen número de europeos que se imaginan que la India es budista, tan grande es su ignorancia, y, como ocurre siempre en parecido caso, no se privan de hablar de ello sin ton ni son; por lo demás, si el público da a las formas desviadas del budismo una importancia desmesurada, la culpa de ello la tienen la cantidad increíble de orientalistas que se han especializado en ellas, y que han encontrado en eso un medio de deformar hasta esas desviaciones del espíritu oriental. RGOO TENTATIVAS INFRUCTUOSAS
Recordamos finalmente que, si nos atenemos a este término de «metafísica», es únicamente porque es el más apropiado de todos los que las lenguas occidentales ponen a nuestra disposición; si los filósofos han llegado a aplicarle a cualquier otra cosa, la confusión es incumbencia suya, no nuestra, puesto que el sentido en que le entendemos es el único conforme a su derivación etimológica, y esa confusión, debida a su total ignorancia de la metafísica verdadera, es completamente análoga a las que señalábamos más atrás. RGOO EL ACUERDO SOBRE LOS PRINCIPIOS
La única causa de todo este desorden, es la ignorancia de los principios; que se restaure el conocimiento intelectual puro, y todo el resto podrá devenir normal: se podrá reponer el orden en todos los dominios, establecer lo definitivo en el lugar de lo provisorio, eliminar todas las vanas hipótesis, aclarar por la síntesis los resultados fragmentarios del análisis, y, reubicando esos resultados en el conjunto de un conocimiento verdaderamente digno de este nombre, darles, aunque no deban ocupar en él más que un rango subordinado, un alcance incomparablemente más elevado que aquel al que pueden pretender actualmente. RGOO EL ACUERDO SOBRE LOS PRINCIPIOS
En comparación con las deformaciones mentales que son el efecto ordinario de la falsa ciencia, la ignorancia pura y simple nos parece verdaderamente como un mal menor; y, aunque ponemos el conocimiento por encima de todo, eso no es por nuestra parte una paradoja ni una inconsecuencia, ya que, a nuestros ojos, el único conocimiento verdaderamente digno de este nombre difiere enteramente del que cultivan los occidentales modernos. RGOO CONCLUSIÓN
En cuanto a Leibnitz, hay verosímilmente en él algo muy diferente en el punto de partida: a saber, la idea de que todos los astros que vemos podrían no ser más que elementos del cuerpo de un ser incomparablemente grande que nos recuerda la concepción del «Gran Hombre» de la Qabbalah, pero singularmente materializado y «espacializado», por una suerte de ignorancia del verdadero valor analógico del simbolismo tradicional; del mismo modo, la idea del «animal», es decir, del ser vivo, que subsiste corporalmente después de la muerte, pero «reducido a pequeño», está inspirada manifiestamente en la concepción del Luz o «núcleo de inmortalidad» según la tradición judaica (Ver El Rey del Mundo, pp 87-90, ed. PCI LOS «GRADOS DE INFINITUD»
La condición necesaria y suficiente para que pueda darse esta solución no es otra que la estricta aplicación de los verdaderos principios; pero son justamente los principios los que los matemáticos modernos, lo mismo que los demás sabios profanos, ignoran enteramente, y esta ignorancia es, en el fondo, la única razón de tantas discusiones que, en estas condiciones, pueden proseguirse indefinidamente sin desembocar nunca en ninguna conclusión válida, y que no hacen por el contrario más que embarullar más las cuestiones y multiplicar las confusiones, como la querella de los «finitistas» y de los «infinitistas» lo muestra con bastante claridad; no obstante, hubiera sido muy fácil cortar el asunto de raíz si se hubiera sabido plantear claramente, ante todo, la verdadera noción del Infinito metafísico y la distinción fundamental del Infinito y de lo indefinido. PCI CONCLUSIÓN
Desde el punto de vista kabbalístico, es también de las dos caras opuestas de Metatron de lo que se trata aquí; no vamos a extendernos sobre las teorías que, de una manera general, se podrían formular sobre este doble sentido de los símbolos, y solo diremos que la confusión entre el aspecto luminoso y el aspecto tenebroso, constituye propiamente el «satanismo»; y es precisamente esta confusión la que cometen, involuntariamente sin duda y por simple ignorancia (lo que es una excusa, pero no una justificación), aquellos que creen descubrir una significación infernal en la designación del «Rey del Mundo» (Señalaremos también que el «Globo del Mundo», insignia del poder imperial o de la monarquía universal, se encuentra colocado frecuentemente en la mano de Cristo, lo que muestra por lo demás que es tanto el emblema de la autoridad espiritual como del poder temporal). RGRM CAPÍTULO III
En efecto, con mucha frecuencia se tiene tendencia a pensar que la admisión de un sentido simbólico debe entrañar el rechazo del sentido literal o histórico; una tal opinión no resulta más que de la ignorancia de la ley de correspondencia que es el fundamento mismo de todo simbolismo, y en virtud de la cual cada cosa, al proceder esencialmente de un principio metafísico del que tiene toda su realidad, traduce o expresa este principio a su manera y según su orden de existencia, de tal suerte que, de un orden al otro, todas las cosas se encadenan y se corresponden para concurrir a la armonía universal y total, que es, en la multiplicidad de la manifestación, como un reflejo de la unidad principial misma. RGSC PREFACIO
Los tres gunas son: sattva, la conformidad a la esencia pura del Ser ( Sat ), que es idéntica a la luz del Conocimiento ( Jnana ), simbolizado por la luminosidad de las esferas celestes que representan los estados superiores del ser; rajas, la impulsión, que provoca la expansión del ser en un estado determinado, es decir, el desarrollo de aquellas de sus posibilidades que se sitúan en un cierto nivel de la Existencia; finalmente, tamas, la obscuridad, asimilada a la ignorancia ( avidya ), raíz tenebrosa del ser considerado en sus estados inferiores. RGSC V
La distinción de los seres en fieles ( muminim ) e infieles ( kuffar ) ( Esta distinción no concierne únicamente a los hombres, ya que es aplicada también a los Jinns por la tradición islámica; en realidad, es aplicable a todos los seres) consiste pues solamente en que los primeros se conforman consciente y voluntariamente al orden universal, mientras que, entre los segundos, los hay que no obedecen a la ley más que en contra de su voluntad, y hay otros que están en la ignorancia pura y simple. RGSC XXV
realidad a negar esta trascendencia de la tradición, pero de un modo nuevo, podría decirse, y diferente de los que estaban en curso hasta ahora: no se trata ya, como con el racionalismo en todas sus formas, sea de una negación radical, sea de una pura y simple ignorancia de la existencia de todo elemento “no humano”. SFCS TRADICIÓN E “INCONSCIENTE”
En cambio, para quienes, como nosotros, se niegan por más de una razón a considerar dicho grado como producto de una elaboración “especulativa” del siglo XVIII, sino que ven en él una especie de “condensación” del contenido de ciertos grados superiores de la masonería operativa, destinada a llenar en la medida de lo posible una laguna debida a la ignorancia en que con respecto a aquéllos estaban los fundadores de la Gran Logia de Inglaterra, la cosa aparece en un aspecto muy distinto: se trata entonces de una superposición de dos sentidos diferentes pero que no se excluyen en modo alguno, lo que ciertamente nada tiene de excepcional en el simbolismo; además, cosa que nadie parece haber observado hasta ahora, ambas interpretaciones, por el griego y el hebreo respectivamente, concuerdan a la perfección con el carácter propio de los dos grados correspondientes, “pitagórico” el segundo y “salomónico” el tercero, y acaso sea esto sobre todo, en el fondo, lo que SFCS LA LETRA G Y EL SVÁSTIKA
al señor Carcopino; no vemos en absoluto en qué lo que dice Porfirio sería “contrario” a lo que dice Proclo; está formulado quizás de modo un tanto más vago, pero parece en realidad significar en el fondo la misma cosa: lo que es “favorable” al descenso o al ascenso debe entenderse sin duda como lo que lo hace respectivamente posible, pues no es nada verosímil que Porfirio haya querido dejar subsistir una especie de indeterminación, lo cual, siendo incompatible con el carácter riguroso de la ciencia tradicional, en todo caso no constituiría sino una prueba de su pura y simple ignorancia personal sobre ese punto. SFCS EL SIMBOLISMO DEL ZODIACO ENTRE LOS PITAGORICOS
Los tres términos sánscritos mencionados se explican así en L’Homme et son devenir selon le Vedanta, cap IV: “Los guna… son… condiciones de la Existencia universal a que están sometidos todos los seres manifestados… Los tres guna son: sattva, conformidad a la esencia pura del Ser (Sat), que se identifica con la Luz inteligible o el Conocimiento y se representa como una tendencia ascendente; rajas, la impulsión expansiva, según la cual el ser se desarrolla en cierto estado y, en cierto modo, en un nivel determinado de la existencia; tamas, la oscuridad, asimilada a la ignorancia, y representada como una tendencia descendente”. ( SFCS EL SIMBOLISMO SOLSTICIAL DE JANO
Si la confusión a que nos referimos fuese específicamente moderna no cabría sin duda extrañarse en demasía, pero parece encontrársela ya en tiempos en que no es posible atribuirla pura y simplemente a ignorancia del símbolismo; nos vemos, pues, llevados a preguntarnos si en realidad no se trataría más bien, en el origen, de una “sustitución” intencional, explicable por el papel de San Pedro como “sustituto” o “vicario” de Cristo (vicarius, correspondiente en este sentido al árabe jalifah); de ser así, esa manera de “velar” el simbolismo de la “piedra angular” parecería indicar que se lo consideraba contener algo de particularmente misterioso, y se verá en seguida que tal suposición está lejos de ser injustificada (La “sustitución” pudo haber sido favorecida también, por la similitud fónica existente entre el nombre hebreo (arameo) Kefah, ‘piedra SFCS LA “PIEDRA ANGULAR”
Así, se ve a simples sociedades de socorros mutuos hacer uso de un ritual pretendidamente simbólico, más o menos imitado de las formas masónicas pero eminentemente fantasioso, que revela la completa ignorancia de sus autores acerca de los datos más elementales del verdadero simbolismo. SFCS EL EMBLEMA DEL SAGRADO CORAZON
Todas estas consideraciones, por lo demás, nos parecen tan evidentes, que estaríamos tentados de pedir excusas por insistir tanto en ellas; si lo hacemos, se debe a que sabemos demasiado bien lo que los orientalistas, en su ignorancia de los datos más elementales del simbolismo, han llegado a hacer de las doctrinas que estudian desde afuera, sin procurar jamás adquirir de ellas un conocimiento directo, y cómo, tomándolo todo en el sentido más burdamente material, deforman tales doctrinas hasta presentar a veces de ellas una verdadera caricatura; y a que sabemos también que la actitud de esos orientalistas no es cosa excepcional, sino que procede, al contrario, de una mentalidad propia, por lo menos en Occidente, de la gran mayoría de nuestros contemporáneos, mentalidad que en el fondo no es sino la específicamente moderna. SFCS EL ÉTER EN EL CORAZÓN